Hay historias que nunca fueron contadas, que merecían ser relatadas. Hay historias que debieron tener un comienzo, que merecían tener una oportunidad. Hay historias que nunca debieron haber terminado, que merecían una eternidad.
Sero Hanta es un chi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La calidez de Kaminari envolvia por completo el corazón de Sero hasta deshacerse del invierno que yacía en su corazón y que lo mantenía atado a la tristeza. Cada pedazo de hielo fue desapareciendo y en cambio fue remplazada por una flor brillante. Sero se sintió agradecido al destino por poder mandarle una persona en la cual poder volver a poner una parte de él, estaba agradecido y no podia cambiar su forma de sentirse.
Kaminari observo de reojo a Sero y presencio esa mirada perdida en el cielo, las mejillas del pelinegro estaban rosadas y su mano comenzaba a temblar por lo nervioso que estaba. No sabia que decir, sentía que si abría la boca diría alguna tontería y terminaría soltando la mano de Sero, no quería hacerlo, no quería soltarlo, quería tomar su mano mas tiempo. Sus deseos se convirtieron en realidad y aunque en aquella atmósfera faltaban las palabras no fueron del todo necesarias, pues aquel lazo que les unía mantenía vivo el ambiente que creaba una suave melodía que danzaba a la par de sus corazones en sintonía. La nieve comenzó a caer lentamente mientras adornaba las cabezas de todos los presentes en el jardín, el frío que les rodeaba no era nada ahora, pues mientras algunos abandonaban el lugar para entrar en calor, Kaminari y Sero se quedaron en el jardín, pues estaba su mutuo calor.
No querían soltarse el uno al otro y creían que si uno se movia el otro soltaria su mano. No querían romper la cercania de ambos, no querían alejarse, tan solo se quedaron juntos mientras el mundo seguia con sus vidas.
—¡Kaminari!—el rubio escucho la voz de Kirishima y de inmediato solto la mano de Sero—¡vamos! ¡la cerveza no se acabara sola!
—¡lo siento! ¡no puedo tomar esta noche! ¡regresare en Mika!—respondió Kaminari evitando la tentación—Sero ¿quieres algo de tomar?—cuando el nombrado escucho su nombre se sintió severamente nervioso a tal punto que no pudo responder nada a la pregunta de Kaminari, solo negar con la cabeza gacha y la mirada alejada del rubio, la timidez podía notarse a lo lejos—¿estas seguro?
—s-si—responde entre cortadamente.
—entiendo—la situación en la que se encontraba Sero le causaba gracia, su mirada perdida en sus tímidos pensamientos hacia que Kaminari quisiera apretujar a Sero como si fuera un peluche.—divirtamos un poco mas—Sero no se negó a la propuesta de Kaminari y lo acompaño de regreso a la casa donde terminaron la fiesta.
Cuando el reloj dio las dos de la mañana, Sero estaba casi muerto, sus ojos estaban cansado y juraba que en cualquier momento se quedaría completamente dormido, en cambio Kaminari parecía como nuevo, como si aquellas horas no le afectaran. El rubio noto de inmediato el cansancio de Sero y decidió despedirse de sus amigos para que ambos pudieran ya retirarse.
Kaminari y Sero subieron de nuevo a la motocicleta, esta vez en completo silencio. Kaminari no estaba bajo la influencia del alcohol por lo que Sero sabia que este había tomado su mano por voluntad propia, el significado para el era variable y no podía dejar de pensar en ello, tanto que se había emborrachado por tratar de dar una respuesta, como si el ponche fuera capaz de darle esa respuesta a sus preguntas. Tal y como era de esperarse, consiguió de todo menos una respuesta clara. Tenia miedo de preguntar, estaba tan nervioso que ni si quiera podía hablar con normalidad con Kaminari, era lo que odiaba de si mismo. Kaminari se quedo esperando a que Sero le abrazara de nuevo para así poder arrancar la moto, pero el chico solo se quedaba completamente helado.
