Hay historias que nunca fueron contadas, que merecían ser relatadas. Hay historias que debieron tener un comienzo, que merecían tener una oportunidad. Hay historias que nunca debieron haber terminado, que merecían una eternidad.
Sero Hanta es un chi...
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El tiempo es y siempre será el mejor de los consuelos.
Aquella visita tan inesperada le lleno el alma de tranquilidad, abrir su corazón hacía que Sero se sintiera mas aliviado respecto a sus emociones, hoy sentía la profunda tranquilidad que por durante tanto tiempo había estado buscando desesperadamente en las paredes blancas y por fin la había encontrado.
Sus dedos se movían por si solos mientras comenzaba desde cero aquella historia, una que parecía ser mejor que su antecesora, pero que aun así calcaba en sus palabras el color y el aroma a Lavanda, después de todo era inolvidable y se aseguraría de que así fuera, pero esta vez al recordar esa historia el dolor ya no seria tan grande como lo fue a a su principio.
Hacia un buen día a pesar de que el cielo estaba en un nítido color, a pesar de que el frío se desasía de cualquier rastro de calor, a pesar de que tras su sonrisa hubo en algún momento lagrimas, ahora aquellas lagrimas se habían convertido en polvo estelar.
Sero tomo otro sorbo de cafe y pauso un momento su trabajo, admiro el cielo de ese día y trato de pensar en Shinsou y cuando lo hacia ya no había tristeza, solo felicidad de que por lo menos tubo la oportunidad de conocerle y enamorarse de el. A pesar de que había muerto aun lo sentia vivo en sus memorias, por eso es que ya no dolía, por que después de todo el tiempo se encargo de curar las heridas, tal como había dicho Kaminari.
Pensar en Shinsou le hizo pensar en Kaminari, ese inevitable clavel que aparecía en su mente cada que tenia la oportunidad. Se negó a si mismo sus emociones y les dio una nueva explicación. Estaba agradecido. No todo era mentira, pues Sero estaba agradecido de conocer a Kaminari, quizá sin el no hubiera sido capaz de seguir caminando junto a un mundo sin Shinsou, o quizá hubiera pasado aun si el no hubiera llegado a su vida. Aun así a pesar de las improbabilidades seguía estando agradecido.
Sero se aparto del escritorio y camino hacia su rincón especial junto a la ventana, tomo asiento en ese lugar y miro de nuevo el exterior. Ya que lo pensaba mejor podía ver claramente que todos los colores del mundo pueden comenzar en un blanco e ir tomando color a medida que el tiempo avanzaba. Por mucho tiempo su vida fue color morado, ahora se preguntaba ¿De que color se teñiría su color blanco?
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un chillante amarillo en la pared, habían momentos en el que se olvida por completo de que aun permanecían las palabras de Kaminari escritas en la pared. Con una sonrisa vuelve a leer sus palabras, burlándose por lo absurdo y tonto pero al mismo tiempo siendo feliz por lo bello y considerado, era imposible vivir en tranquilidad cuando se trataba de Kaminari, quien a pesar de no estar en casa causaba todo un desorden en la vida del pelinegro. Un tipo de desorden que no se podía arreglar, pero que tampoco estaba mal tener.
El chico alcanzo su telefono y miro la lista de contactos hasta llegar al numero de Kaminari, observo unos minutos la pantalla dudando de si llamar.
¿Y si esta ocupado? ¿Y si aun esta deprimido? ¿como fue el juicio de su padre? ¿estará bien? Eran preguntas que se hacia mientras miraba el numero de teléfono. Quería llamar y a la vez simplemente no quería hacerlo. Sabia que Kaminari le causaba un tipo de emoción que le daba miedo sentir de nuevo, una emoción mas viva, mas fuerte de lo que podía imaginar, un sentimiento que se volvía complicado controlar a medida que el tiempo avanzaba.
