Hay historias que nunca fueron contadas, que merecían ser relatadas. Hay historias que debieron tener un comienzo, que merecían tener una oportunidad. Hay historias que nunca debieron haber terminado, que merecían una eternidad.
Sero Hanta es un chi...
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Todos tenemos una historia que contar, a veces nos llena de un calor familiar y acogedor, otras nos llenan con profunda tristeza. ¿Cuanto hemos vivido? ¿cuanto mas viviremos? ¿cual es nuestro propósito en esta vida? Aun hay un joven sosteniendo en sus manos una hoja de papel en blanco, mirando entristecido aquel claro color sin propósito alguno. Se siente la desesperación volar por la habitación que se encuentra cuidadosamente limpia, un chico que quiere que todo sea perfecto, que quiere escribir una nueva historia que se tan perfecta, pero tan solo se quedaba frente a la ventana, sin poder escribir nada.
En su hoja de papel, solo hay un nombre escrito. El nombre que marco su historia anterior.
La lluvia solo hace que la mirada del chico se pierda en la nada, que tan solo pueda pensar en aquella fría noche donde todo se perdió. Tan solo ver las gotas de agua caer en su ventana y empaparla por completo, le hace recordar aquel día que marco el final de una bella historia que no debía acabar.
Incluso el cafe le recordaba a ese día. Incluso su cuerpo temblaba al recordar ese día.
Todos tenemos historia, unos mejores que otras, pero cada una es única y tiene su propio sabor y su propio aroma, la historia de Sero Hanta, tenia un claro aroma a cafe y podía escucharse de fondo las gotas de lluvia caer en la calle. Su cabello negro estaba perfectamente ordenado y sobre sus hombros había un suéter color color cafe claro tejido a mano, era un regalo de su hermana mayor, pero a pesar de ser tan gruesa, aun podía sentir ele frío de su soledad, un frío que no parecía querer desaparecer.
El moreno dejo salir un largo suspiro mientras sacudía levemente sus cabellos, dejo su bolígrafo de lado y tomo la hoja donde aquel nombre estaba para proseguir a hacerla bola y tirarla a la basura. En cortos segundos ya tenia una nueva hoja sobre el escritorio. Pero aunque intentara comenzar una nueva historia, esa vieja historia, ese viejo nombre, no importaba como, él siempre llegaba a su mente.
El pelinegro pudo escuchar la puerta principal abrirse, algunas pisadas y el sonido de unas llaves caer sobre la mesa del comedor. Segundos después su madre entro en su pequeña guarida.
—Hoy hace un día fabuloso ¿no lo crees?—pregunto amablemente la mujer.
—esta lloviendo ¿por qué debería ser un lindo día?—respondió con otra pregunta sin separar su mirada de la hoja en blanco, donde ahora se dedicaba a hacer garabatos.
—todos los días son buenos—dijo la madre de cabello negro. Sus ojos eran de un color claro y una barbilla ligeramente fina, tenia una hermosa sonrisa decorar aquel bello rostro de piel clara y bien tratada, sus labios tenían un brillo labial de color rojizo y un rubor del mismo color no muy notorio. Su hijo era una vivida imagen de ella, aunque ahora parecía ser totalmente ajeno a su persona.—pase por el Café y Uraraka me dijo que tienen las puertas abiertas para cuando quieras volver—la madre acaricio la espalda del joven para darle un poco de ánimos.
