DIA 8 MUERTE

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Kouki lloraba, sostenía su cabeza mientras gruesas lágrimas bajaban por sus mejillas mientras negaba, Seijuuro; con un agarre de hierro, le abrazaba para intentar consolar lo que sabia, era inconsolable.

Algo que sabía por experiencia propia.

Nuestra relación fue muy especial debido a que si bien ambos éramos de apariencia distinta, en el fondo; nuestras metas eran las mismas.

La carta iniciaba de esa manera, puño y letra del  padre de Kouki y este no lo comprendía, pero a la vez si, aún así no lo perdonaba, no lo justificaba.

Puedo afirmar, sin equivocarme, que el amor que nos teníamos fue mil veces superior a todos y cada uno de los momentos vividos antes de conocerla.

Quise a tu madre y le quiero cada día más, y ese amor fue debido a que aprendí a reconocer sus valores, luego surgió el respeto y la admiración hacia el ser más amable y amoroso que tenía a mi lado.

La extraño y no puedo entender su ausencia, porque siempre sentí la necesidad de compartir con ella cada momento. En más de 30 años de nuestra relación, le llamaba montones de veces por día desde el trabajo para hacerle llegar cada pensamiento, cada situación.

Kouki sabia, siempre supo y lo noto. El amor que se tenían, lo mucho que le amaban e incluso solo un poco de ese amor fue compartido a Seijuuro y este les tomo gran aprecio.

Cuando tú madre fue diagnosticada y después la  aplicación de radioterapia le llevó a preguntarme preocupada: “¿Y ahora como seguimos?”. Mi respuesta fue: “Te prefiero así, a muerta, sigamos”. Sé que siempre este tema fue de tu preocupación, como me lo manifestaste en varias oportunidades, pero no queríamos opacar tu felicidad naciente. Lamento que en realidad ahora, la opaque.  Creo que nunca llegaste a entender que mi amor por ella era superior a todos los contratiempos.

Seijuuro sonrió con nostalgia, leyendo la carta mientras acurrucaba así pareja, el sería el soporte vital de su amado, lo juraba.

Cuando niño, nunca estuviste bien. Ni física, ni anímicamente, así que nuestro mayor deseo y preocupación era el que alguien que te amará de verdad estuviera a tu lado.

Ahora hay alguien a tu lado.

Y si, Seijuuro se lo juro en ese momento. Jamás permitirá que algo le sucediera a Kouki, e incluso ni que el mismo lo provocara.

Desde el momento en que supimos que la enfermedad volvió, fueron muchos los malestares, pero seguimos adelante juntos como familia, contigo.

Eres nuestra orullosa  suma de nuestros días 

La muerte no es nada, sólo me ha deslizado al cuarto contiguo.
Lo que éramos para cada uno, todavía lo somos.

Así que hijo, no nos extrañes, nunca. Amamos y recuerdanos por lo que fuimos, no por lo que seremos.

Te amamos, tus padres.

Seijuuro vio como Kouki hipaba mientras dormía, aferrado a su cuerpo con fuerza, con miedo y dolor.

Sus padres, uno antes que otro, le habían dejado. Habían muerto. Kouki ya no tenía a nadie más que a si mismo.

Pero Seijuuro no permitiría tal cosa. Kouki era suyo para amar, para protegerlo y para dedicarle hasta el último aliento de su vida.


Era una promesa.

31 DIAS DE AKAFURIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora