- Si sigues así morirás virgen, Mochi.
Éso y el consolador rosa que acababa de regalarle su amigo TaeHyung fue la gota que rebalsó su inexistente paciencia.
No podía creer que realmente estuviera considerando aquella tarjeta que venía en el paquete...
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Era tarde cuando se encontró con aquel mensaje.
No había notado que ya había anochecido por estar tan metido en sus pinturas.
El joven dejó el pincel de lado para luego limpiarse las manos con una tela, miró pensativo su obra.
Era un sombrío paisaje, una cabaña en medio de un bosque, todo en la gama de colores grises y fríos, salvo por una pequeña luz que se encontraba dentro de aquel lugar.
Efímera.
Como su existencia,
como su escasa libertad.
El joven volvió su atención a su teléfono.
No logró sorprenderse del todo. Había pasado un buen tiempo desde que alguien se había interesado en él, y no era porque no fuera un gran material de admiración de muchos, si no que pertenecía a la élite, y pocos calificaban para pedirle.
En pocas palabras, era caro. Asquerosamente caro.
No estaba orgulloso de ello, tampoco era estúpido.
Sabía que seguía siendo solo un prostituto.
Podían ponerle el nombre que quisieran, podrían darle todo el oro del mundo pero él que tuviera que vender su cuerpo al mejor postor, seguía significando lo mismo.
De todas formas al menos, gracias a su "status" podía gozar de algunos privilegios, como lo era el tener una vida, o al menos un intento de ella.
Sabía que su cuerpo estaba comprado al mejor postor, sabía que su tiempo estaba condicionado a demandas de otros, pero¡Maldito fuera él si dejaba que se quedaran con su mente, sus deseos, su arte!
No les dejaría arrebatarles eso también.
Suga sabía lo que estaba en riesgo en este juego, y desde luego, la guerra era un plato que se comía frío...y en familia.
Él haría lo que fuera que tuviera que hacer. Ya no era un niño que esperaba que su salvador llegara y todo lo que tenía se lo había ganado con sangre, sudor y lágrimas.
Todo ese esfuerzo debería de tener su recompensa, o al menos eso se repetía cada vez que le tocaba hacer este tipo de trabajos, cada vez que sentía como asquerosas manos le tocaban por todo su cuerpo, cada vez que sentía como numerosas bocas le prometían placeres de otros mundos, cada vez que tenía que obligarse a estar excitado para complacer a todo tipo de personas.
