21. Expuestos

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Capítulo 21.
Expuestos

"Entre más agradecido seas, más cosas que agradecer te llegarán".

.

Abrió sus ojos con pesadez. La oscuridad de la noche más las sombras de los árboles apenas visibles por la escasez de la luz de la luna. Todo impedía que pudiera poner atención a su alrededor. ¿Qué había pasado?

Sintió un pequeño peso entre sus pechos por lo que decidió encender su celular. Al menos tenía 100% de batería para poder usar la lámpara. Pero no tenía cobertura como para comunicarse.

— ¿Hiccup?— Musitó sorprendida.

Ahora lo recordaba.

El avión estaba en llamas y a casi nada de explotar. Habían subido a un paracaídas que tenían de repuesto siendo sujetada firmemente por los brazos fuertes del castaño. Y a pocos segundos de haber saltado, una explosión en todo el avión resonó cerca de ellos. El paracaídas logró quemarse un poco perjudicando la caída.

Y... Todo negro. No logró ver nada más.

— Hiccup.— Llamó nuevamente ahora agitándolo un poco. El castaño poco a poco comenzó a abrir los ojos aún atareado por lo sucedido.

— ¿Astrid?, Ups, lo siento.— Lamentó mientras se alejaba de sus pechos. No era su intención.— ¿Estás bien?

— Sí.— Respondió extrañada.— ¿Cómo estás tú?, ¿Qué sucedió después? Perdí el conocimiento.

— Perdí el conocimiento poco después de ti. Pero parece que hemos caído en la vegetación de Australia.— Señaló inspeccionando el lugar.— Hay que levantarnos. Tenemos que encontrar un lugar alto. O bueno...

— Ni en un lugar alto nos vamos a salvar.— Replicó.— Estudié la vegetación de Australia. Es muy peligrosa. Hay serpientes, cocodrilos, abejas venenosas y no se hable del peligro marino. Ni de las.... Ay por Dios. No. Las tarántulas no.

— Tranquila, vamos a estar bien. Se escucha que a unos pocos metros hay un río. Podemos ir, limpiarnos un poco y preparar una fogata para sobrevivir. ¿Qué fue lo que rescataste de las maletas?— Preguntó, necesitaba saber el almacén que tenían.

— Bueno... Carga mi cel.— Autorizó para comenzar a abrir la maleta.— Tengo comida para 4 días. Atún, papas fritas, pan, mucha agua. Aunque... También tengo mi cambio de ropa. Solo agarre para un día. Emm... Mira, cepillo de dientes, pasta, un cepillo para el cabello, desodorante, una revista, un cargador, dos toallas, rollo higiénico, una barra de chocolate, mi bolso colgante, una lupa, unas tijeras, y un botiquín de primeros auxilios.— Comentó mientras volvía a guardar todo.— Ah y jabón y shampoo.

— ¿¡Todo eso lograste salvar?!— Cuestionó sorprendido.

— No, esto ya venía en mi maleta al venir aquí.— Respondió sin mucha importancia.— Bien, vamos al río.

Caminaron en silencio, y en efecto. A pocos metros el río se encontraba frente de ellos. Hiccup no dudó en agacharse un poco para refrescar su rostro, si no fuera por cierto dolor detrás de su espalda. Había olvidado sus heridas. 

— ¿¡Estás bien?!— Preguntó Astrid preocupada. Había olvidado también sus heridas.

— S-sí. Solo que...

— Yo te ayudo.— Con un pequeño bote que tenía dentro en la maleta, lo hundió un poco en el río para recolectar un poco del agua. Con cuidado mojó un poco el rollo para ir acariciando cada centímetro de su rostro, remojandolo a la vez.— Listo. ¿Te sientes mejor?

Perfecta(1° Temp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora