Faltaban un par de semanas para el campeonato regional de las porristas, no me preocupaba por ello. Mis rutinas nos habían colocado en la cima el año anterior y estaba segura de que podíamos repetirlo este año.Un poco animada me bajé de la cama, por suerte Isabella ya estaba despierta. Ambas nos arreglamos en cuestión de minutos y una vez que estuvimos listas continué mi rutina diaria, que consistía en llevar a la niña a la guardería y finalmente asistir a la escuela.
Hoy tenía práctica con las animadoras, sin embargo no era excusa para perder el glamour. Tomé un par de zapatillas y un conjunto deportivo para ponerlos en mi bolso. Lo que llevé puesto en realidad era un vestido anaranjado con tacones del mismo color.
Hacía un buen rato que las clases habían iniciado, me tocaba contabilidad. Siempre fui buena en los números, sin embargo mi preferencia eran las letras. Por eso mismo no ponía atención a la clase, tan sólo leería un par de cosas antes del examen y entonces el maestro me pondría una calificación perfecta. Era típico en mí.
Mi cabeza sólo podía concentrarse en una cosa, faltaban dos días para las elecciones estudiantiles. Y estaba segura de que si Jed y Jesy querían perjudicarme aprovecharían este momento para atacar. Me odiaba, yo era la culpable de que ellos ahora estuvieran al tanto de la situación. Si tan sólo hubiera manejado las cosas de otra forma ellos ahora no me pondrían en esta situación.
El timbre indicó que era hora del almuerzo, sinceramente no tenía ánimos cómo para comer. Que bueno que Isabella no estaba aquí para presenciar esto porque siempre era yo la que la regañaba por no terminar sus platillos.
Decidí entonces que quería un poco más de tranquilidad, la mayoría de los alumnos ya se encontraban en el comedor. Eso me daba total libertad para vagar por los pasillos de la escuela, claro hasta que lo ví a él.
—¿me extrañaste preciosa?—no perdió tiempo en arrinconarme contra los casilleros, su mano derecha rodeaba mi cadera para evitar que saliera huyendo. La otra mano la pasaba lentamente por mi cabello, las muecas de asco de mi parte no tardaron en hacerse notar—te estaba buscando—finalmente dice y muerde el lóbulo de mi oreja, haciéndome desear jamás haber salido con alguien de su tipo.
—¿qué diablos quieres?—traté de safarme de su agarre, sin embargo el tiempo me hizo darme cuenta de que era algo inutil pues tenía más fuerza que yo.
—yo no—aclaró—es Jesy la que quiere ser capitana de las porristas—no pude hacer más que reir ante aquel comentario, ella apenas había entrado al equipo hace un par de semanas. Lo máximo que sabía hacer era un split y con eso ya se creía capaz de conquistar a todo el mundo.
—todas quieren ser capitanas—razoné.
—pero sólo Jessica va a serlo—aprovechó un descuido mío para morder mi cuello, debía apartarlo antes de dejar una marca.
—¿te olvidas de que YO soy la capitana?—remarqué
—¿y tú te olvidas de que conocemos tu secreto?— por fin abandonó mi cuello, sólo para darme una mirada de asco. Qué sujeto tan bipolar—Le presentarás tú renuncia a la entrenadora antes de que termine el almuerzo o tú secreto saldrá a la luz—amenazó.
—eso es lo que tú crees—lo confronté, después de todo era Jade Amelia Thirlwall y jamás daba el brazo a torcer.
—aceptalo Jade, perdiste—me miró con el ceño fruncido— despídete de las animadoras, ahora le pertenecen a Jesy— finalmente se retiró, dejándome completamente paralizada.
Si bien no me importaba tanto el hecho de ser parte de las porristas, mi orgullo no me permitía que alguien tan incapaz como Jessica quedara a cargo de mi puesto. Porque era mío, me lo había ganado con esfuerzo y sudor, no a base de amenazas y chantaje cómo otra.
Esto era un desastre, no estaba segura de cómo debía reaccionar. Miré el enorme reloj del pasillo y me di cuenta de que tenía diez minutos antes de que toque el timbre. No tenía tiempo para buscar a Leigh-Anne y preguntarle que debía hacer. También sabía que la entrenadora no aceptaría simplemente un 'me largo' y ya. Tenía que presentarle mi renuncia por escrito.
Ahora sentía que la duración del almuerzo era realmente poca, quería analizar bien mis opciones antes de tomar una decisión. Sabía que una vez tomada no habría vuelta atrás.
Corrí hacía el patio del instituto, por suerte estaba desierto. No quería darle explicaciones a nadie sobre porque la chica más popular del instituto parecía aterrada, casi cómo si hubiera visto un fantasma.
Me dejé caer sobre el césped, ni siquiera me importó que mis prendas pudieran ensuciarse. Deseaba mucho tener a alguien para pedirle un consejo. Extrañaba demasiado a mis padres en situaciones cómo esta, ellos realmente eran muy comprensivos conmigo y siempre tenían algún consejo para darme.
Decidí que este era el final, tal vez no podía tenerlo todo. Abrí mi bolso lentamente, sentía que el pecho me quemaba. Tomé mi cuaderno y comencé a buscar una hoja limpia, la usé para redactar mi renuncia. Escribía lento, porque ni yo misma alcanzaba a creer las cosas que estaba plasmando sobre aquel papel.
Sin querer las lágrimas comenzaron a brotar de mi rostro. No recordaba la última vez que lloré, jamás lo hacía. La ocasión tenía que ser verdaderamente terrible ahora cómo para que yo me encuentre en este estado. Y es que mi llanto no era de rabia, mucho menos enojo. Era el coraje que tenía acumulado por perder todo y no hacer nada al respecto.
Fui interrumpida de mi deber cuando unas pálidas manos tomaron mi hoja, no quise levantar la vista y averiguar de quién se trataba, mi maquillaje probablemente estaba arruinado y me veía horrible.
—¿por qué la señorita perfecta querría renunciar?—me preguntó, sabía que tenía que mirarla. Sin embargo no lo hice, no quería que me viera tan vulnerable.
—sólo déjame en paz—supliqué a la entidad rubia, aún si no podía ver su rostro me di cuenta de que era ella porque Perrie era la única persona que se pasearía con esas botas de combate por todo el instituto.
—¿y qué hay de todas las veces en las que te pedí que dejaras de molestar?—se sentó justo a mi lado.
—por favor Perrie, ahora no es el momento— intenté razonar. Con ella las cosas siempre acababan en besos o una pelea y sinceramente no tenía ánimos de ninguna.
—¿qué te pasa? jamás te había visto triste—ignoró por completo mi súplica. Lo dejé pasar por la sorpresa que me causó lo que dijo. ¿Ella me prestaba atención? lo suficiente al parecer cómo para notar esto.
—¿para que quieres saber? creí que me odiabas—pregunté.
—no me agradas—concordó —pero por alguna razón mi madre te tiene cierto aprecio y me mataría si supiera que te dejé en estas condiciones —me miró de pies a cabeza. Ni por un momento me creí aquella excusa.
Luego se levantó del húmedo césped y me tendió la mano. Dudé durante un momento pero terminé por aceptar. El timbre que indicaba el fin del receso había sonado hacía ya varios minutos, no iba a intentar entrar a clases porque sabía que no me dejarían hacerlo de todos modos.
—¿nos vamos?—Perrie me preguntó, no estaba segura de adónde pensaba llevarme.
—tengo que hacer algo primero—la arrastré por los pasillos, sin soltar su mano ni por un segundo. Tenía miedo de que si la dejaba ir ella volvería a su actitud de chica mala y se arrepentiría de nuestra charla anterior.
Llegamos a la sala de maestros, que era el lugar en el que la entrenadora siempre tomaba sus batidos de proteínas. Al verla, no tuve el valor para hablar asi qué simplemente le entregué el papel y salí huyendo del lugar. A pesar de que ella gritó mi nombre reiteradas veces para hacerme voltear. Era oficial, las porristas ahora eran parte de mi pasado.
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Inevitable. | Jerrie
FanfictionInevitable era el momento en el que estos dos polos opuestos no fueran a chocar. La pregunta es si lograrían sobrevivir al desastre que juntas ocasionaran