19. Indecisiones y una rubia fanatica del rosa

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—¿a dónde vamos?—le pregunté a Perrie.

Inicialmente nos encontrabamos en el estacionamiento del recinto escolar, la rubia me entregó un casco y luego hizo una seña para que me subiera a su motocicleta.

ya lo verás —dijo una vez que estuve arriba de aquella monstruosidad, me sujeté con fuerza de su cintura. Era la primera vez que viajaba en una de estas cosas y para ser honesta estaba muerta del miedo.

El camino no fue largo, en menos de cinco minutos nos encontrabamos en el destino. Yo fui la primera en descender, viajar de esa forma no fue tan malo si se considera el hecho de que tuve una excusa para pegarme a la rubia. Perrie fue la última en bajar, supuse que era porque verificaba que todo estuviera en orden con su motocicleta.

Llegamos a lo que supuse en algún momento fue un parque, ahora parecía muerto. No me dejé intimidar por el lugar desierto, ni siquiera cuando sentí cómo mis tacones de louis vuitton se enterraron en el césped con cada paso que daba.

Ambas caminabamos en silencio, hasta que finalmente llegamos a lo que creo era nuestro destino. Se trataba de un enorme árbol con flores rosadas que daba justo a una amplia laguna. Era precioso, y decir que amaba el color rosado era de sobra.

es muy bonito aquí—empecé a charlar porque no veía que la rubia fuese a hacerlo. No me malinterpreten, el silencio en el ambiente no era incómodo ni mucho menos desagradable. Es sólo que yo estaba acostumbrada a los ruidos constantes y se sentía extraño el sentimiento de paz y tranquilidad.

elegi este lugar por el cerezo—confesó, la mano izquierda la tenía pegada en el bonito árbol mientras que la extremidad derecha vagaba por su cabello.—estaba segura de que te gustaría por el color—explicó y si, me encantaba. Perrie le había dado en el palo, pero algo que me encantaba más era ella. Tal vez los juegos y provocaciones habían ido muy lejos, lo suficiente cómo para lograr meterse en mi cabeza.

es precioso—le di la razón —pero sospecho que también eres una fan del rosa—traté de hacerla reír. Era imposible de imaginar esa situación y de todas formas lo intenté.

quisieras—una sonrisa se asomó por su rostro, era la primera vez que la veía hacer eso desde que la conozco y eso ya era decir mucho.

Decidí sentarme a la sombra de lo que según la ojiazul era un cerezo japonés, la punta de mis tacones era demasiado fina y no quería que se enterraran en la tierra por algún descuido. En cuestión de segundos mi compañera de clase imitó mi acción. Todavía no podía creer lo atenta que se estaba comportando conmigo.

Me mantuve callada durante un buen tiempo, necesitaba procesar todos los acontecimientos de la mañana. Primero había renunciado al equipo de porristas, no sin antes nombrar a Jesy cómo mi segunda al mando. Lo que la convertía en capitana ahora que yo ya no era parte del equipo. Al menos esperaba que fracasara enormemente en el campeonato nacional, de esa forma el universo equilibraría un poco las cosas.

Todavía no era capaz de creer lo que Jessica y Jed fueron capaces de hacer. Estaba dolida con él, se suponía que eramos amigos. Le conté todo sobre mí, confié en él y así es cómo me paga. Recordé porque Leigh-Anne era mi única amiga, y hasta ahí porque bien que tampoco dudó en traicionarme y exponer mi secreto ante Jesy. La realidad es que yo estaba por mi cuenta, no era nada nuevo de todos modos. Había estado sola la mayor parte de mi vida y eso no cambiaría justo ahora.

También estaba el reciente interés de la rubia por mi, no me quejaba de él. Era nuevo y quería aprovecharlo al máximo mientras durase. Porque con Perrie no podía dar nada por sentado. Hacer que ella me trajera a ver un árbol de mi color favorito era más significatorio a que me dijera que le agradaba. Siendo honesta, no creo escuchar esa palabra de todos modos. Tan sólo tienen que mirarnos, somos completamente opuestas la una a la otra. Podría divertirme un poco con ella pero al final del día no estabamos destinadas a estar juntas.

Una voz familiar me sacó de mi pequeño trance, noté que apenas habían unos escasos centímetros de distancia que nos separaban. Cualquiera que nos viera podría jurar que eramos amigas de toda la vida, una pareja incluso. Aún cuando la verdad es que ella decía detestarme.

—¿vas a decirme por qué llorabas o no?—preguntó, por primera vez el tono en su voz era realmente tranquilo.

no estaba llorando—mentí, intentando no ser tan obvia.

—cómo digas—se levantó, dispuesta a irse.

Quien iba a creer que yo, Jade Amelia Thirlwall le iba a estar rogando para que se quedara a aquel intento de chica mala. Porque eso es lo que hice, me levanté al igual que ella y la tomé del brazo, obligándola a permanecer en el lugar. Ella estaba acabando con la Jade orgullosa por completo y no me importaba mientras nadie nos viera.

jed me amenazó con contar una cosa mía—le dije, no tan segura de mi elección de palabras. Levanté la vista y me di cuenta de que me observaba fijamente, queriendo ponerle atención a mis palabras—el me hizo renunciar al equipo a cambio de su silencio—Tenía miedo de lo que la rubie fuese a hacer a continuación, después de todo ella y Jed eran amigos desde siempre. Perrie podía reaccionar de cualquier forma posible ante mis palabras. Lo único que esperaba es que no me atropellara con su motocicleta por decir la verdad sobre su amiguito.

pero si el no puede ser porristo—Perrie se burló, ya que el equipo de animadoras era exclusivamente integrado por estudiantes femeninas.

quiere que Jesy, su novia—aclaré con asco—esté al mando—le expliqué.

—¿qué pasa? ¿estas celosa?—se burló de mi mueca

nunca—de verdad estaba siendo honesta, ese tipo resultó ser una basura. No saldría con él ni porque me ofrecieran todo el dinero del mundo. Y con Jessica el caso tampoco era muy distinto, tenía que ser una persona horrible para jugar con Leigh-Anne de la forma en la que lo habia hecho. Ambos me desagradaban.

entonces no te importará si lo muelo a palos—dijo, el tono divertido en su voz me indicaba que solo estaba bromeando.

sólo si yo puedo acompañarte —le dije, pasando mi mano por su cuello. De esta forma estábamos pegadas la una a la otra.

Después de eso no dijimos una palabra, yo me recosté en su pecho. Cómo pude ya que continuaba aferrada a su abrazo. Perrie deslizó un brazo y lo posicionó en mi cadera, pegando nuestros cuerpos aún más. Podría decirse que ella también disfrutaba lo que estaba sucediendo.

El tiempo se nos pasó volando y aunque no quería, llegó la hora de volver a la realidad. Tuve que pedirle que me llevara a mi departamento, o eso es lo que ella creía. En cuánto accedió le di una dirección que quedaba a un par de calles de la guardería de Isabella. No podía volver a recogerla tarde o los directivos no volverían a recibirla.

Por suerte la rubia no se demoró demasiado, y apenas terminó el trayecto es que pensé en besarla para darle las gracias, sin embargo jamás besaba en las primeras citas. Se lo hice saber, ganando una pequena risa de su parte ya que según ella esto no era una primera cita.

Luego la vi partir y me dolió un poco. Finalmente volvi a la realidad y me dirigí a buscar a mi pequeña, hoy no fue un día tan malo después de todo.

Inevitable. | JerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora