11. Mi secreto estaba a punto de salir a la luz

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Isabella se encontraba mucho mejor, aunque no quería debía dejarla con Leigh todavía. Sin embargo de no hacerlo acabaría por perder todo el año escolar. Era miércoles, el día en el que cada candidato a la presidencia estudiantil explicaba frente a un auditorio repleto el por qué debería de ser presidente. Durante los dos días anteriores me las había arreglado para ausentarme del colegio y poner a Jed de niñero en cada oportunidad.

No estaba segura de que quería usar. Podía vestir un traje con falda y lucir cómo una mujer de negocios. También podría ser sólo yo y ponerme uno de mis clásicos vestidos. Claro, me iba a ir por esa opción. Si perdía entonces que fuera por mi y no por que mi atuendo era el culpable.

llámame si cualquier cosa sucede y vendré corriendo—le dije a Leigh, quién cargaba a Bella en su cadera. Lo único que tenía que hacer era dejarme un recado en la oficina del director y yo vendría en un segundo—te prometo que voy a buscar cómo compensarlo—prometí, no cualquiera faltaba a la escuela sólo para ayudarme.

Le debía mucho a Leigh-Anne, más que amiga esa mujer se había convertido en mi familia. La de cabello rizado era una de las pocas cosas buenas que me habían pasado en la vida.

no tienes que hacer nada Jadey, sabes que amo pasar tiempo con mi sobrina—aprovechó la oportunidad para besar la frente de mi niña.

—cena y cita en mi apartamento para tí y Jesy este viernes—ignoré por completo sus palabras—yo cocino—me despedí de ambas agitando una mano, Bella me devolvió el saludo e hizo estremecer mi corazón. Tal vez en estos momentos no era una habladora pero sabía bien cómo comprarme.

Llegué un poco tarde, no tenía tiempo para pavonearme por los pasillos ya que el timbre había sonado hace varios minutos. Prácticamente corrí hasta el gimnasio. O al menos lo intenté, porque con el tamaño de mis tacones tampoco podía correr un maratón.

Decir que estaba nerviosa era poco, André dijo que yo sería la primera en hablar. No era caballerosidad, más bien sonaba como que me estaba echando hacía los buitres. No me quejaba ya que de haber llegado primero yo también le habría hecho lo mismo.

El director nos hizo una señal y ambos nos presentamos en el escenario. Todo el alumnado nos obsevaba desde las gradas. Me puse un poco nerviosa al no encontrar ningún rostro familiar entre el público, realmente deseaba que Leigh estuviera aquí para apoyarme.

Finalmente localicé un rostro rubio, ella no tenía por qué hacerlo. Sin embargo me regaló una reconfortante sonrisa, siendo esta la suficiente motivación que necesitaba para empezar mi discurso.

Decidí presentarme, luego agradecerles a todos por su presencia en el lugar. Los chicos me miraban, babeando sobre ellos mismos. Las chicas se controlaban un poco, sin embargo también las tenía en mi poder. El único grupo al que podria costarme conquistar eran los futbolistas, que claro formaban parte del grupo de amigos de André.

los diamantes son para siempre, y los recuerdos en los bailes escolares también—dije, atenta a las miradas de todo el alumnado—por eso cuento con su voto, para hacer el baile de graduación más inolvidable de todos—terminé y recibí cientos de aplausos.

No escuché mucho del discurso de mi rival, simplemente me dediqué a regalarle sonrisas a los alumnos, que me eran devueltas reciprocramente. Tenía la campaña ganada, de eso estaba más que segura. Asimismo me hallaba convencida de que ser presidenta de la clase se vería muy bien en mi solicitud para la universidad. No estaba en mis planes perder esta campaña, menos a causa de André.

Una vez que el evento terminó decidí caminar un poco más , extrañaba a Isabella y me preocupaba mucho su estado. No veía la hora de volver a estar con ella, sin embargo ignoré todos mis pensamientos y me encaminé hacía la sala de arte, que era dónde me tocaba la próxima clase.

Tomé asiento en uno de los primeros lugares, la maestra no tardó en llegar y explicar que quería trabajos en parejas porque llevaba un tiempo sin hacerlos. Moría por trabajar con Leigh, ya que la tarea era componer una canción. Por otro lado, la anciana mujer tuvo otra idea, decidiendo ella armar las parejas. Intenté protestar pero no sirvió de nada.

Cuando oí mi nombre salir de su boca, jamás pensé que sería seguido por el de mi peor enemiga. Lo más gracioso era el tema que nos había tocado, dos personas que se odiaban debían crear una canción sobre lo mucho que se amaban. Irónico a decir verdad.

De inmediato me acerqué a la rubia, casualmente el asiento a su lado se encontraba disponible. Ella sólo rodó los ojos al notar mi presencia, cómo si pudiera encontrar una compañera mejor. Yo era bastante buena en la escritura y la elaboración de una canción no me resultaría para nada difícil.

entonces...—intenté iniciar la conversación —supongo que seremos compañeras—hablé.

La chica mala ignoró por completo mis palabras y se levantó de su lugar. Rápidamente se acercó a la profesora, supuse que le estaba pidiendo un cambio de parejas. Cuando vi a Perrie fruncir el ceño y regresar de golpe hacia mi lado es que entendí que la mujer se había negado.

—¿qué te parece el sábado?—en realidad no me importaba su opinión, lo haríamos ese día y ya—¿en tu casa?—la vi asentir.

Me odiaba, lo tenía claro. Sin embargo la sonrisa que me había regalado hacía un par de horas me tenía confundida, no era capaz de entender por qué hacía algunas cosas y luego parecía lucir arrepentida. Sin embargo tendría un día repleto para preguntárselo.

Después de aquel vago intento de conversación decidí dejar de intentar acercarme a ella. Tampoco estaba en mi obligación de hacerlo, pero la cercanía y los juegos de provocaciones a los que estabamos acostumbradas a jugar ya eran algo que necesitaba en mi día a día.

Las siguientes clases transcurrieron de manera normal, le di su espacio a la vampiresa gótica y yo me quedé por mi cuenta. Era algo aburrido el no tener otra amiga además de Leigh, sin embargo tampco confiaba en nadie cómo para dejarlo entrar a mi círculo personal.

De camino a casa recordé que debía retribuir a Jed por cuidar a mi pequeña, todavía no tenía idea de que hacer. Tal vez podría sacarle alguna idea a la rubia y de paso molestarla un poco. Seguramente escondía un lado celoso que pronto sacaría a la luz.

Una vez en mi hogar procedí a agradecerle cientos de veces a mi amiga por el favor que me había hecho. La invité a almorzar y no se negó, cosa que me alegraba. Llevabamos cómo una semana sin hablar, ella estaba ocupada con Jesy y yo tenía a Bella.

Luego de una divertida charla tuve que despedirme de ella, regresando toda mi atención a la pequeña versión mía que se encontraba profundamente dormida en mi regazo. Ayer había acordado con Debbie que hoy se la presentaría, estaba dispuesta a exponerme un poco con tal de hacer feliz a la mujer.

La niña ya se veía mejor, su cara no era pálida como lo había sido anteriormente. Mañana ya podía volver a la guardería, me aliviaba que alguien más se hiciera cargo de ella por unas horas. En especial si se trataba de profesionales.

Después de su pequeña siesta la vestí apropiada para la ocasión, no quería que Debbie pensara que yo descuidaba a mi hija. Acomodé su cabello en dos coletas y la sujeté de la mano antes de cruzar la puerta. Isabella no guardó silencio ni por medio segundo, lo que significaba que los medicamentos estaban funcionando.

Nos encontrabamos frente a la casa Edwards, la hora había llegado. Mi secreto estaba a punto de salir a la luz.

Inevitable. | JerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora