20. No me conoces

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Esa tarde tuve que ir a casa de los Edwards, no estaba de ánimos pero tampoco es cómo que tenía muchas opciones de todas formas. La realidad es que si bien había renunciado a ser capitana de las porristas, el viernes eran las elecciones y todavía estaba preocupada por mi campaña electoral, deseaba ser presidenta de la clase con todas mis fuerzas. Aunque siendo honesta ya no le veía posibilidad alguna, puesto que Jed podría chantajearme también con eso.

No quería renunciar a todo, pero tampoco estaba segura de ganar la elección si es que mi secreto se exponía. Seamos honestos, me aman por lo que creen que soy. Si un día aparezco con una niña de tres años mi popularidad estará acabada.

No tuve fuerzas cómo para cambiarme de ropa, aún con el paseo que Perrie me había dado por la mañana. Lo único que quería era encerrarme en mi cuarto y llorar, reí para mi misma al darme cuenta de que ni eso podría hacer ya que Isabella estaría mirándome y haciendo preguntas todo el tiempo.

Quería hablar con alguien sobre todo lo que estaba sucediendo en mi vida, Leigh era la única persona que venía a mi mente. El problema es que no la había visto en todo el día y no tenía un celular cómo para contarle todo por ese medio. Tampoco podía simplemente aparecer en su casa porque sus padres me odiaban. Para sintetizar estaba sola, y no tenía idea de cómo resolvería todo.

La persona que menos quería ver en estos momentos me abrió la puerta, cómo si se tratase de algún tipo de karma que debía estar pagando por mis vidas pasadas. Este individuo se hizo a un lado, invitándome a pasar. La puerta fue cerrada detrás de mí, Perrie estaba justo en frente de mi al parecer esperándome.

ya que tú —la rubia me señaló —no me dijiste lo que te estaba pasando, lo traje a él —esta vez señaló a Jed— para que arreglen esta situación —sentenció. Al parecer no había creído ni una palabra de lo que le dije esta mañana, aún cuando todo era totalmente real.

Debbie me esta esperando—me excusé, tratando de huir lo más rápido que mis tacones me lo permitían.

ella está durmiendo su siesta—la de los ojos azules explicó , tomando mi brazo y prácticamente obligándome a permanecer en el lugar.

—te debo unas disculpas Jadey—habló Jed— no debí haber roto tus zapatos de tacón—se burló.

—¿ese viejo par?—usé todo el sarcasmo posible en mi voz—se los voy a dar a Jesy, seguro los quiere— escupí.

bueno, problema solucionado— se metió Perrie

si eso es todo, me voy—Jed avisó a la que es su amiga. Pensé que eso sería todo, pero no. Aprovechó que la rubia se encontraba abriendo la puerta para acercarse dando zancadas—pensé que podías defenderte sola—me susurró lo suficientemente bajo cómo para que sólo yo pudiera oírlo.

—¡claro que puedo!—le reclamé, estaba furiosa y comenzaba a notarse.

no, no puedes—contrarrestó —de hacerlo no hubieras corrido a contarle a ella—señaló a la ojiazul que se encontraba inocente atrás de nosotros —y sólo por delatarme voy a disfrutar acabando con tu vida—amenazó.

que te jodan—no pensaba demostrarle lo mucho que me estaban afectando sus intimidaciones.

suerte con las elecciones—se despidió mientras cruzaba la puerta. Ahora si que estos dos me habían hecho enojar.

Perrie cerró la puerta una vez que despidió a su amigo y se quedó apoyada en el marco de la misma. Me aproximé con rapidez hacía ella y coloqué ambos brazos en los extremos del pasillo. De esta forma le bloqueaba la salida para asegurarme de que oyera cada palabra que tenía para decirle.

—¿En serio, Perrie?—pregunté, una risa seca salió de mi garganta.

—¿qué?—la rubia enarcó una ceja

—¿tan bruta me crees?—no quería oír su respuesta, aunque en el fondo ya la conocía—esto no era por un tonto par de zapatos—.

pensé que esas eran tus únicas prioridades—se encogió de hombros

—¡te lo dije cientos de veces!—traté de no gritar ya que Debbie se encontraba durmiendo—¡tú no me conoces! y sin embargo lo único que haces es juzgar y juzgar—para este punto la rabia ya se había apoderado de mi.

Sinceramente me avergonzaba de mi misma por si quiera pensar el confiar en ella, todavía no descifraba cuáles eran sus intenciones trayendo a Jed aquí. Tampoco tenía claro cómo es que el moreno pensaba vengarse de mi, lo que si sabía es que sería dentro de las próximas treinta y seis horas.

Jed tenía tres días para arruinar mi vida y estaba segura de que usaría las mil formas posibles existentes para hacerlo. En especial desde que lo hice enojar contándole todo a la rubia, pero que conste que yo no sabía que ella reaccionaría de esa forma. Yo no necesitaba la protección de nadie, menos la de ella.

te conozco Jade—se burló—lo único que te preocupa es cuál de tus zapatos llevarás mañana, crees que por ser una cara bonita puedes hacer lo que te dé la gana y que todos te deben de obedecer—su mirada estaba clavada fijamente en la mía.

no me conoces—repeti, mi cara ya estaba roja por todo el coraje acumulado y si algo me caracterizaba es que jamás daba el brazo a torcer—no sabes absolutamente nada de mi o mi vida y no tienes derecho a hacer suposiciones —le dije, al finalizar vi su cara igual o más exaltada de lo que yo había estado.

pero puedo saber mucho de una persona con sólo verla—afirmó como siempre, con el tono frío y amargado que la caracterizaba.

entonces quédate con la Jade que crees que conoces y déjame en paz—la liberé de la prision que mis brazos habían formado y me di la vuelta, corriendo a refugiarme en la habitación de Debbie. Al menos ella no asumía cosas sobre mi.

Resultó que estuvo despierta durante todo este tiempo, me disculpé cientos de veces con ella por no revisar la habitación pero la señora mayor me tranquilizó diciendo que todo había sido idea de su hija. Clásico de Perrie, hacerme quedar mal frente a todo el mundo.

Ignoré mis pensamientos y concentré toda mi atención en la mujer tendida sobre la cama, desde que comencé a trabajar aquí lo único que hice fue tratar de ser amable con Perrie y ella me las paga acusándome de enojarme por unos estupidos zapatos. Era una chiquilla malcriada, no le interesaba nada más que lucir ruda y humillarme en cada ocasión que podía.

Inevitable. | JerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora