10. ¿Qué podría querer Jed de mi?

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Era el inicio de la semana en la que se realizaban las campañas para presidente de la escuela, sin embargo Isabella estaba enferma y no creía asistir. Me encontraba furiosa conmigo misma, yo sola me lo había buscado. Si hubiera tenido un poco más de cuidado, si no saliera tan desabrigada a todos lados hoy no tendría la fiebre que presentaba.

Además, la señora que cuidaba de ella no podría hacerlo al menos por dos días. Se había ido en un corto viaje con su esposo y regresaban el miércoles. Que oportuno a decir verdad.

La realidad es que después de las tres faltas se nos prohibía presentar los exámenes finales, ese era el motivo por el que mi asistencia era perfecta, o lo había sido hasta este momento. Generalmente Isabella no se enfermaba, y cuando lo hacía no duraba mucho. Esperaba que esta vez fuese del mismo modo, ya que si faltaba durante más tiempo entonces tendría que repetir el año, de nuevo.

Me ocurrió lo mismo cuando Bella era una recién nacida, sumado a que apenas tenía una vaga idea sobre cómo cuidar de ella. Por eso perdí el año que había adelantado cuando niña. Realmente no quería pasar por esa situación de nuevo.

Un poco menos tensa es que me metí a la ducha, no había pegado un ojo durante la noche anterior, la mini Jade tampoco. La pequeña se la había pasando quejándose por la suba en su temperatura y yo vigilándola, a veces esto era difícil. Aún así no lo cambiaría por nada en el mundo.

Poco a poco sentí cómo mis muslos se relajaban al entrar en contacto con el agua caliente. Me encontraba mirando un punto fijo en la habitación. No tenía idea de como me presentaría al trabajo ese día. Tampoco podía faltar, hace una semana había iniciado y la mujer mayor también dependía de mí.

Debbie siempre decía que quería conocer a Isabella, a ella no le molestaría si llevaba conmigo a mi hija. Sin embargo no era la única que habitaba esa casa, también se encontraba una rubia que podría reaccionar de cualquier manera al encontrarse con la criatura. Bella hablaba lo suficiente cómo para contestar quién era su madre, lo que me ponía en peligro. Perrie me odiaba y la creía más que capaz de contarles a todos en la escuela quién era yo en realidad.

No muchas personas conocían la existencia de mi hija, tal vez mi tía Chloe...no, ella me odia. Leigh estaba ocupada y tampoco era una opción. Finalmente recordé que había una persona a la que le había contado más o menos cómo iba la historia de mi diminuta versión, se trataba de mi ex-novio Jed. Y antes de que lo piensen, ya sé. Es una pésima idea, tristemente no tengo a nadie más a quién acudir.

Oí un fuerte llanto que indicaba que cierta niña se había despertado. Rápidamente salí de la bañera y cogí una toalla para envolverme. No tenía tiempo de conseguir un cambio de ropa, simplemente acudía a los llamados de Bella. Siempre sería mi prioridad.

Se calmó en cuánto estuvo en mis brazos, más que enferma era una consentida. Esperaba que siguiera necesitando mi afecto de igual manera a los veinte años. Sus pequeñas manos se aferraron a mi cuerpo, lo que prácticamente me hizo derretirme. Esta chiquita era mi vida entera y no podía permitirme el perderla.

—¿Te duele algo Bella?—le pregunté al instante. Mis manos se dirigieron a su frente, hervía.

No recibi respuesta de su parte, hace un tiempo aprendí que ella no decía nada cuando no sabía cómo expresarse, a diferencia de algunos niños que se expresaban mediante el llanto o los caprichos. Por lo general la cría era una habladora, preocupándome de verdad cuando la vi tan callada.

—¿podrías esperar un segundo mientras me cambio?—ella asintió—muy bien—besé su frente—ya regreso—la deposité en la cama que ambas compartíamos y finalmente me alejé hacía el armario.

Antes había contraído pequeños resfriados, ninguno era tan significante cómo para afectar su estado de ánimo. Decidí entonces que las lecciones de baile podían esperar un mes más, la prioridad ahora era la salud de Bella.

No tenía tiempo de arreglarme, gran parte de la mañana me la había pasado dormida. Tomé unos jeans desgastados y una remera que ni recordaba haber adquirido. El maquillaje tampoco era una opción, simplemente acomodé mi cabello en un moño y regresé con mi hija. No me interesaba el tamaño de mis ojeras o que tan coloridas eran, quería aliviar el dolor de mi descendiente a toda costa.

La abrigué en cuestión de segundos y ambas nos dirigimos al hospital más cercano, llámenme exagerada pero de niña nunca había recibido ningún tipo de cuidado al no estar mis padres y no quería que a Isabella le sucediera lo mismo. Ella si tenía una madre que lo daría todo con tal de verla bien.

Esperamos hasta la hora del almuerzo, cuando fue que se dignaron a atendernos. No los culpaba pues había decenas de personas antes que nosotras. Podía haber esperado y darme cuenta de que era otro simple resfriado, sin embargo mamá oso tuvo que gastar todos los ahorros que tenía en un médico que se lo confirmara. Lo bueno es que nos dió antibióticos y un certificado que yo podía presentar en el colegio.

De pronto se había hecho la hora a la que salíamos del instituto, no dudé en llamar a Jed desde un teléfono público y contarle a medias la situación. El accedió a cuidar a Isabella, cosa que luego buscaría cómo compensarle.
No estaba segura de que opinaba sobre él, durante la semana en la que salimos y por el resto de sus acciones pretendía ser un buen sujeto. Nunca había sido buena para encariñarme, la mayoría de las personas querían algo de mi y se iban una vez que lo obtenían. ¿Que podría querer Jed de mi? no tenía ni idea.

Además él era íntimo amigo de la rubia, si abría la boca todo se terminaba. Era mucho lo que estaba en juego. Nuevamente ignoré todas mis dudas y le abrí la puerta, dándole indicaciones básicas que ya había escrito previamente en una hoja. Se trataba de cosas básicas como a que hora le tocaban sus medicinas a Isabella o que es lo que debía darle de comer.

Una vez que todo estuvo acordado abandoné el apartamento, Bella parecía llevarse bien con Jed y eso me alivió un poco. En la casa Edwards Debbie me recibió con mucho cariño, la mujer se encontraba sentada en la mesa de la cocina. Por lo que me comentó, los medicos le indicaron que tenía que empezar a dar pequeños pasos, llegando ella hasta ahí.

No la dejé hacer más esfuerzos por el día, la mujer mayor estuvo de acuerdo conmigo en que ya tenía demasiadas aventuras por un día. Aquella tarde nos limitamos a conversar, le conté que Bella se encontraba enferma y a cargo de Jed. Por lo que ella me suplicó que la trajera conmigo mañana al trabajo, accedí pensando que de todos modos no creía tener otra opción. No quería molestar de nuevo a Jed y Leigh, con quién me había comunicado gracias a jed,la cuidaría por la mañana, tampoco iba a abusar y pedirle hacer un turno doble.

Durante toda mi jornada no vi rastros de la rubia por el lugar, cosa que debía admitir me entristeció un poco. Sentía la necesidad de verla todos los días, no creía que hubiera un motivo en particular para ello, simplemente deseaba ver cómo las venas en su frente saltaban cuando la hacía enojar.

Inevitable. | JerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora