17. ¿Tía Leigh y tú se pelean por mi?

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—¿cómo te atreves a traicionarme de esa manera?—le grité a Leigh-Anne, llevaba al rededor de media hora haciendo lo mismo—pensé que podía confiar en ti—sinceramente no podía creer lo que mi supuesta amiga había hecho.

—¡cómo diablos iba a saber que ella vendría de visita si era una sorpresa!—comenzó a gritar, callándose en el mismo instante en que una somnolienta Isabella ingresó en la habitación

podías simplemente echarla—comenté en voz baja, no deseando que Bella se adentrara en la conversación.

—¿mami y tía Leigh pelean?—la pequeña se las arregló para preguntar mientras frotaba sus pequeños ojos con sus diminutas manos.

—esto no se queda así—le hablé a la chica del afro, con el tono más amenazante que pude. Ignorando por completo la pregunta que mi descendencia acababa de hacerme—y más te vale que a ella no se le ocurra abrir la boca o tendrás que olvidarte de que existo—tomé a mi hija en mis brazos, dispuesta a llevarla de regreso a la cama.—de que ambas existimos—corregi antes de sumergirme en mi habitación.

No me gustaba ser así de cruel con Leigh, ella era mi mundo. Sin embargo también era la persona que metió a Jesy en mi casa con Isabella presente. Aún cuando sabía que si Jesy descubría la identidad de la pequeña todo mi futuro escolar estaría arruinado, que es más que claro que lo hizo porque Lee-Lee nunca fue una buena mentirosa. Además de que como todos ya sabemos Jesy engañaba a Leigh con Jed pero la del afro no lo quería ver.

Al ver a la pequeña y encontrarla tan parecida a mi seguro que su novia le hizo un interrogatorio. Estaba dispuesta a preguntarle a la chica del afro sobre ello cuando oí la puerta cerrarse, indicando que ya se había ido. Tendría millones de oportunidades para continuar mi charla con la morena, después de todo asistíamos al mismo instituto y no iba a poder esquivarme por siempre.

mami—Isabella comenzó a repartir torpes besos por todo mi rostro, rápidamente hizo que todo el enojo que tenía dentro se disipara.

—¿qué sucede, cariño?—apreté su pequeño cuerpecito al mío, no queriendo hacer nada más que quedarme en ese momento para siempre.

—¿tía leigh y tú pelean por mi?—preguntó, un puchero resaltando en su rostro. Esta niña era mi perdición.

—por supuesto que no—la tranquilice—son cosas de adultos—deposité un tierno beso en su frente, esperando que fuese suficiente cómo para calmar todo el interrogatorio. La niña era muy lista y sabía que tarde o temprano terminaría por hacerme hablar.

—¿entonces es por tía Jesy?—¿habían pasado una tarde juntas y ya la llamaba de ese modo? definitivamente Leigh se encontraba en grandes problemas. Hacía apenas un día tuvimos una gran pelea, luego nos reconciliamos a medias y al parecer hoy nos tocaba otra enorme pelea.

no—menti—pero tú sabes cómo hacer que mami se sienta mejor—desvíe el tema.

Bella asintió y rápidamente se encaminó en su tarea de esparcir sus babosos y descuidados besos en toda mi cara. Esa niña parecía haber estudiado cada táctica de persuasión porque estaba segura de que se las conocía a todas.

Me metí a la cama con ella, esperando conseguir así que se durmiera. Acariciaba su pequeña cabeza buscando que se tranquilizara, pude ver que la pelea que había presenciado la tenía bastante asustada. Y es que yo jamás levantaba la voz cuando Bella estaba cerca.
Un rato después me di cuenta de que su respiración se había tranquilizado, lo que indicaba que al menos una de nosotras sería capaz de conciliar el sueño esta noche.

Decidí abrazar a mi hija mientras analizaba los cientos de cosas que ocurrieron en estas cuarenta y ocho horas.
Primero, tenía una cita con una atractiva mujer en la que no estaba ni un poco interesada. Pero parecía ser amistosa, asi que con un poco de suerte conseguiría su amistad.

Segundo, cuando al fin terminé el tormento en la casa Edwards decidí regresar y lo que me encuentro es a la misma Jessica Nelson saliendo por la puerta de en frente.

Si, Leigh me había dicho que su novia había caído aquí de sorpresa, sin embargo esa historia no terminaba de cerrarme. Más que nada porque ahora demasiadas personas sabían sobre Isabella y estaba segura de que este secreto no iba a durar por mucho más.
También estaba el asunto de Jed, que conocía toda la historia de mi niña y recientemente me había amenazado con hacer algo, sólo que yo no sabía qué.

Besé la cabecita de mi niña una última vez y me dediqué a pensar en mis opciones. El año recién estaba comenzando, pero ya había pasado un mes desde el inicio de clases y ningun otro instituto me recibiría a estas alturas. Huir cómo una cobarde no estaba entre mis posibilidades, tampoco es que lo hubiera hecho de todos modos porque esa no era yo.

Está bien, existía una mínima posibilidad de que el secreto se supiera. Pero no podía dejar que ese pensamiento controlara toda mi vida, lo más seguro era que Leigh le haría prometer a Jesy no decir nada después de la amenaza que yo le había dado y entonces daríamos por finalizado el asunto.

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Desperté sintiendo unas diminutas manos jugar con mi rostro, no tenía intención de moverme. Sin embargo terminé por hacerlo cuando oí un par de voces. Lentamente abrí los ojos y me encontré con una sonriente Isabella sentada encima mío.

A los segundos, Leigh-Anne apareció por la puerta, recargándose en el marco. No me asusté por la situación, ella tenía una copia de la llave de las épocas en las que solía vivir aquí. Supuse que tampoco pudo conciliar bien el sueño anoche, eramos amigas desde hacía ya quince años y no era algo que tomabamos a la ligera.

Bella y yo te hicimos el desayuno—comentó, aún conservando la distancia entre ambas, Leigh había metido la pata de una forma enorme, dos veces para ser exacta, y esta era su manera de compensarlo—hicimos pancakes—terminó, una sonrisa se asomaba en su rostro.

si esa es tu forma de decir que lo sientes deberías meterte en problemas más seguido—le regalé una pequeña sonrisa, ya no valía la pena seguir enojada.

La realidad es que si bien el enojo había cesado aun me encontraba dólida, y mucho. A lo mejor ella no lo entendía porque su vida era perfecta. Pero cuando no tienes a nadie, las pequeñas cosas que te rodean cómo la popularidad, para mi lo eran todo.

Podía perdonarla en cuestión de segundos, sin embargo no creía poder volver a confiar en ella. Pudo haber dejado a Isabella con la señora del piso superior que tranquilamente accedió a cuidarla pero no, ella eligió pasar todo el día haciendo de niñera para impresionar a su novia la que salía con un chico a la vez. ¿Qué clase de amiga hacía eso? Ella sabe lo delicado que es este asunto para mi.

El desayuno transcurrió en incómodos silencio que de vez en cuando eran interrumpidos por las bobas preguntas de Bella. Una vez que terminamos dejé a la niña viendo televisión mientras lavaba los trastes, que en realidad se traducía cómo una oportunidad para hacer las pases con Leigh-Anne.

Jesy es una idiota—habló la morena, apenas con un hilo de voz—pero yo lo fui más, por confiar en ella—no entendía a que venían las repentinas confesiones —ayer en la noche intenté hablar con ella luego de que salí de aquí, todo para que no comentara nada en la escuela y terminó confesando que nunca le gusté—su rostro decayó —todo era un plan de ella y Jed, tenías razón Jade. El beso fue real, sólo que hace unos días entró en pánico y lo negó. Me siento una idiota—esa si que no me la veía venir.

Decidí abrir mis brazos y recibirla, antes que nada eramos amigas. Y ella estaba muy ilusionada con Jessica cómo para que ella le saliera con ese cuento. Me sentía verdaderamente mal por la chica del afro, sin embargo no pude dejar de pensar que quizás eso era de lo que Jed me estaba advirtiendo el otro día.

Las cosas estaban a punto de dar un giro de ciento ochenta grados y no estaba lista para ello, me negaba a perder todo lo que me habían tomado años construir todo por causa de un par de idiotas despechados.

Inevitable. | JerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora