Estiré mi falda una vez más, tratando de planchar arrugas inexistentes. Estaba nerviosa, mucho. Suspiré fuertemente y me encaminé hacía la puerta de entrada. La casa era enorme, lujosa. Me recordaba mucho a mi hogar original.Me mentalicé. Mi atuendo era perfecto, llevaba puesto lo mismo que esta mañana en la escuela. Me hacía lucir joven pero no cómo una mocosa irresponsable. No era la primera vez que iba a una entrevista de trabajo y estaba segura de que tampoco sería la última.
En realidad no tenía motivos para encontrarme en el estado en el que estaba. Isabella estaba teniendo una divertida tarde con su tía Leigh-Anne y yo pronto obtendría el dichoso empleo.
Estaba lista para dejar mis dudas atrás, forcé una pequeña sonrisa y toqué el timbre. Era simpática, por supuesto que iba a agradarles. Eran idiotas si no lo veían.
La puerta se abrió revelando a una cabellera morena que conocía más que bien, se trataba de Jed. De repente todo el aire que mis pulmones estaban conteniendo, se salió en un suspiro de alivio. La situación parecía ser mucho más fácil en estos momentos.
—¿Jade? ¿qué haces aquí?—el de los ojos más claros me preguntó.
—vine por el empleo—hablé una reciente seguridad que acababa de adquirir.
—entonces pasa—mi ex novio se hizo a un lado, abriéndome el camino a esa especie de mansión.
Se trataba de una casa con al menos dos pisos, los cuáles estaban decorados de un lindo color marfil. Tenía enormes ventanales blancos, a través de ellos se podía ver un verdoso jardín. Sonaba como el verdadero paraiso de una chiquilla consentida.
—Pezza—Jed gritó—vino alguien por el empleo—ambos nos encontrabamos de pie en lo que supongo era una sala de estar.
Una figura que también reconocía pero preferiría no hacerlo, se apareció. Vestía un top negro que le cubría el ombligo y unos pantalones de cuero también negros que se pegaban a su cuerpo gracias a un cinto. No dejaba su disfraz de payaso ni siquiera cuando entraba a la comodidad de su hogar.
—no—fue lo único que se limitó a decir cuando me vió—vete de aquí arpía venenosa—tenía ambos brazos cruzados, parece que ella todavía no entendía que Jade Thirlwall jamás acepta un no como respuesta—nunca dejaría que tú cerebro de plástico se acerque a mi familia—terminó.
—por favor Perrie—traté de hacerlo por las buenas, no quería que me eche a la calle sin al menos haberlo intentado— no puedes negarte sin ver al menos mi currículum—mi tono de voz era suave, de vez en cuando agitaba las pestañas.
—yo lo lei—intervino Jed—ella es muy buena Pezz, y tiene experiencia—era cierto, anteriormente había sido niñera y cuidado a un par de ancianos que vivían en mi edificio—además, es la única que se presentó—a la rubia no le quedaban muchos argumentos.
—tiene que haber alguien más, ella no—lo que tenía de linda, también lo tenía de terca.
—lo siento Pezza pero no veo una enorme cola aspirando a este puesto—era Jed de nuevo.
—¿por qué una florecilla cómo tú querría trabajar aquí? ¿papi no te dará dinero para tus zapatos nuevos?—la odiaba, pero de verdad necesitaba el dinero. Estaba dispuesta a tragarme mi orgullo por él. Si Bella no existiera entonces hace rato que le hubiera aclarado un par de cosas al intento de vampira gótica que tenía en frente, tal como lo ven la situación era otra y tenía que permanecer en silencio. De todas formas estaba segura de que se las haría pagar, tarde o temprano.
—algo así—supuse que eso era lo que ella quería escuchar. No me importaba interpretar el papel de niña tonta por unos minutos.
—bien, pero tú la entrenarás Jed—finalmente cedió, yo abracé a mi amigo cómo muestra de agradecimiento.—y si escucho algún comentario tonto de moda te me vas directo por dónde viniste—mi nueva jefa no se ganaría un premio a la persona más simpática del mundo.
El empleo me venía de maravilla, no quedaba tan lejos de mi edificio y aún tenía tiempo de ver a Isabella en las noches. Además, con el ingreso extra que estaría recibiendo podría llevarla a clases de ballet tal y cómo mis padres lo habían hecho conmigo.
Supuse que el único defecto era que tenía que pasar tiempo con Perrie, esperaba que ella no estuviera mucho tiempo en la casa durante el día. Sino, quién sabe que tipo de enfrentamiento podría suceder y repetirse nuevamente cada día.
Salí de mis pensamientos cuando la rubia me indicó que empezaba ahora mismo, Leigh cuidaba de mi hija y no tenía problema. Ahora los tres nos dirigíamos a la cocina, la cuál prácticamente tenía las mismas dimensiones que todo mi apartamento.
Perrie me explicó, a su manera más fría que el hielo, que su madre tuvo una cirugía de cadera y necesitaba alguien que la atendiera, que es donde entraba yo. Tan sólo debía pasar tiempo con ella y darle de comer o un baño si es que eso quería.
Jed por otra parte era más humano, me comentó que el se había estado haciendo cargo de la señora Edwards desde hace una semana pero que ahora que empezaba a ensayar con su banda ya no podría hacerlo. También me informó que los padres de Perrie eran divorciados, por eso no había ningún señor Edwards rondando por la casa.
Fue el castaño el que de igual forma me señaló todas las habitaciones de la casa, dándome un pequeño recorrido por los lugares que se supone debía conocer, cómo la despensa o el cuarto de baño.
Finalmente llegó la hora en la que tuve que presentarme con la señora Edwards, el miedo me carcomía. Seguramente me trataría de la misma manera en la que lo hizo su hija.
—buenas tardes, señora Edwards—entré a la habitación con una pequeña sonrisa. Allí se encontraba una mujer de por lo menos cincuenta años con cabellos besados por el sol, justo cómo los de Perrie.
—Jed, no me contaste que tenías una novia tan bonita—supongo que la mujer hablaba de mi.
—no es mi novia Deb, su nombre es Jade y vino para hacerte compañía—el de los ojos claros informó, para posteriormente dejarnos solas a ambas.
—y-yo...—honestamente no sabía que decir, tenía miedo de que mis palabras la hicieran despreciarme, tal y cómo su hija ya lo hacía.
—querida, no muerdo—me tranquilizó. Fingi media sonrisa y me acerqué a ella.
—si necesita algo sólo avíseme señora Edwards—traté de salir huyendo pero ella me tomó por el brazo.
—quédate un rato a platicar, de paso puedes decirme Debbie—la mujer me obligó a tomar asiento a un lado de la cama.
A pesar de mi primera impresión, la progenitora de Perrie era una mujer realmente dulce. No entendía como ella podía haber dado a luz a un ser antipático cómo lo era su hija. Rápidamente entramos en confianza, incluso le conté sobre Bella. Pensé que si alguna vez me ausentaba ella debía conocer el verdadero motivo. Debbie me pidió ver fotografías y prometerle que alguna vez traería a la niña, cosa que me sonaba imposible. Primero, nadie sabía de su existencia. Segundo preferiría que todos supieran excepto Perrie, y traerla a su casa no era precisamente una buena manera de ocultarla.
La mamá de mi empleadora me comentó que tenía otro hijo, mayor que Perrie, que trabajaba fuera del pais. No recuerdo bien su nombre, sólo que se dedicaba a ganar mucho dinero que era enviado a ambas. También mencionó que no debía dejarme intimidar por Perrie, ya que según su madre ella en el fondo si tenía sentimientos. Lo dudaba, pero no pensaba decírselo a la señora.
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Inevitable. | Jerrie
FanficInevitable era el momento en el que estos dos polos opuestos no fueran a chocar. La pregunta es si lograrían sobrevivir al desastre que juntas ocasionaran