Aleister Black

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Se sentían muy distanciados unos de otros, se podría decir que era por su trabajo, tal vez por tu falta de atención, o quizás ambos se encontraban en un punto de sus vidas en la que sólo se necesitaban en otros aspectos. Eso a tu no te importaba en lo absoluto, a decir la verdad creías que era un tipo de descargue en aquellos momentos, momentos en que los dos eran capaces de poder aliviar un poco el estrés que le producía el trabajo diariamente.

Lo miraste en el otro extremo de la mesa, era domingo, el tercer domingo del mes para ser exactos, esos días salían a pasar el tiempo juntos, mientras decían al viento lo que les gustaría hacer en un futuro próximo.

Te sentías algo mal, porque sabías que la mayoría de tu tiempo se lo llevaba el trabajo, mientras él estaba aquí, seguramente entrenando o descansando después de un día largo de trabajo. Sonreíste de lado al recordar que hoy era tu aniversario y ninguno de los dos se había acordado.

— feliz aniversario — lo miraste y con una sonrisa en el rostro — lo olvidamos una vez más — si, esto pasaba frecuentemente, casi cada año, eran cinco en lo que estaban juntos y la mayoría de ellos fueron olvidados.

— feliz aniversario, cariño — se levantó de su asiento, después d terminar de comer y te dio un beso en la frente — está noche saldremos a comer — asentiste sin muchos ánimos, ya que mañana era lunes y la rutina volvería a la normalidad.

Los dos salieron en direcciones contrarias, uno para el pequeño gimnasio de la casa y el otro a la pequeña mesa de la habitación en donde había miles de pepeles que debía de revisar y ordenar. Las horas pasaban, ninguno de los dos se habían visto en todo el día, pero sabían que estaban.

La puerta del frente sonó, Alister al estar mas lejos de ella no la escuchó y siguió entrenando, tu te levantaste de la silla y camianaste algo lento hasta ella, mientras suspirabas, tenía un pequeño dolor de cabeza y algo de sueño.

— hola, ¿esta Tom? — una chica menor a ti, o eso aparentaba, se encontraba en la puerta de tu casa, preguntando por tu esposo, quien por una entidad divina había sido llamado, ya que llegó a la puerta apenas y ella lo había mencionado. Las dudas inundaban tu cabeza, ¿por qué ella quería hablar con él? ¿Quien era? ¿De dónde se conocían? — hola amor. — él la vio y casi se le cae el mundo encima. Lo mirabas con tristeza. ¿Quién era ella para llamarlo de esa manera?.

— disculpa — trataste de tragarte el nudo que se había formado en tu garganta — ¿quién eres? — ella con una sonrisa y con apariencia de no saber quien eras, te respondió

— la novia de Tom, hace un par de semanas salimos, ¿tu quién eres? — te miró y esa pequeña sonrisa que concervaba no se salía de su cara.

Aleister había quedado plantado, sin creer lo que estaba pasando en frente de sus ojos, en una esquina esperando lo peor. Tu abriste y cerraste tu boca por unos segundos y miraste a un costado, no podías mantener la vista en alto con ella.

— Sel... — articuló Black después de unos minutos.

— Ya vuelvo — dijiste apunto de que tus ojos hicieran llover todas las lágrimas que eran provocadas por tus sentimientos heridos en un par de minutos. Caminaste a la habitación con la intención de tirar toda tu ropa en una maleta, pero lo único que llegaste hacer es encerrarte en ella mientras te hacías una bolita en una esquina y buscabas refugio en tus más oscuros demonios.

𝐎𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭 / 𝐖𝐖𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora