AJ Styles

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Su sonrisa era la más dulce que jamás había visto, su ojos de encanto y sus labios, lograban que mi corazón latiera más rápido. Su tacto en mi piel quemaba, cada vez que me besaba sentía la necesidad de más, jamás podría saciar la sed que tenía de este hombre que se había ganado mi corazón desde el primer momento en el que me habló.

Sus palabras torpes cuando se acercó, su pequeño sonrojo y la gran sonrisa que permanecía cuando hablaba me daba una sensación de comodidad mezclada con ternura, él estaba igual o más nervioso que yo y la verdad que no me arrepentí de aquello.

Mi timidez en esos momentos no me dejaba poder expresar lo que sentía por él, hasta que una tarde, en el gimnasio, me pare enfrente de él, estaba haciendo pesas y me miró, con esa sonrisa que me volvía loca. Sonreí y estaba lista para soltar todo.

— te amo — dije, no había nadie allí, solo Rollins y Charlotte junto a Andrade, que estaban en la suya, pero ellos ya sabían lo que sucedía conmigo por lo que miraban discretamente y sonreían en mi dirección.

AJ se colocó delante mío, con un seño fruncido, y dentro el medio de su cabello sacó un auricular. No había escuchado nada, y eso no sabía sinme aliviaba o solo me maldecía a mi.

— ¿que has dicho (t/n)? — preguntó y está vez los nervios atacaron a mi y no dejaban que las palabras salieran de mi garganta.

— nada...— dije algo bajo y miré al suelo.

— ¡Dijo que te ama! — Andrade gritó desde la esquina en la que miraban y mi sonrojo se intensificó. Charlotte le pegó a Andrade y él rió — alguien debía darle el empujón — se encogió de hombros y volvió a reír.

— ¿es encerio? — preguntó nuevamente y sólo asentí mientras sólo pensaba lo bueno que sería que la tierra me hiciera un favor y me tragara. — también te amo — dijo y me sorprendí. Alzó mi barbilla e hizo que lo mirara, al hacerlo me besó.

Ese había sido el inicio de una gran relación, que hasta el momento, en que tu vimos a nuestra hija, perduraba, las cosas se complicarom un poco después. Pero la verdad que no todo era cuentos de hadas, hubo muchos momentos en lo que la ira me superaba, me consumía, tal vez el enojo y los celos no era muy buena dupla cuando se quería hablar con la persona que amabas.

Pero si él sabía por todo lo que había pasado en esos años en los que el vacío reinaba en mi alma, él tenía el conocimiento necesario para saber que era muy desconfiada, más de mí. Las cosas se arreglaron con tiempo, sabía que él no sería capaz de hacer tan terrible cosa, como lo era el engaño, el juró amarme para siempre.

Ahora, después de mucho tiempo sabía que sí, todas las acusaciones de Charlotte hacia él en el los camerinos eran ciertas, él estaba con alguien más, pero no me quedé el tiempo suficiente para saber de quién se trataba, sólo me di media vuelta y haciendo caso omiso a todos los gritos que oía salí corriendo hasta el estacionamiento, en donde arriba del auto me esperaba con una sonrisa tranquila.

— ¿papá? — me preguntó al no verlo detrás de mí o de mi mano. Sólo negué para mí y me subí al auto lo más rápido posible para arrancar, y volver a casa.

— papá se quedó porque tenía que hacer una presentación — asintió — te verá en unos días — sonrió con algo de tristeza. — sabes que pase lo que pase él te amará, eres su pequeña y hará lo imposible para verte feliz.

— ¿lo que sea? — preguntó y asentí — ¿hasta compararme un helado? — asentí nuevamente y su sonrisa se agrandó, sus ojitos se iluminaron y ver su felicidad reglejada en esos cachetes que amaba apretarlos.

— ¿porque no haces una lista de que tu papá quisiera que te de? — sugerí y ella sintió sacando una lapicera y un cuaderno de su mochila de unicornio.

— si, y le diré también que lo quiero mucho — asentí, sabía que si hablaba de más podría empezar delante de ella y lo menos que quería es que empezara a tener malos pensamientos sobre su padre.

Bajé del auto y ella bajó detrás mía, mientras abría la puerta de casa ella hiba diciendo lo que le gustaría que su padre regalase, yo asentía con una sonrisa en mi rostro mientras le preparaba algo para comer. Miraba la hora a cada minuto, sabiendo que su llegada podría ser en cualquier momento, ya no tenía idea de a qué hora podría venir, últimamente llegaba a cualquier hora. Miraba como mi hija comía delante mío, mientras ella enumeraba las cosas, le sugería algunas cosas y ella las anotaba.

La puerta se abrió con rapidez, y vi la humanidad de Allen cruzar la puerta algo angustiado, su mirada denotaba tristeza y se podía ver que algunas lágrimas habían bajo por su mejilla, lo que no era mi caso, y eso no lo entendía.

— amor — habló y se acercó a nuestra hija — ¿cómo está la niña más hermosa del mundo? — disimulaba muy bien su tristeza, pero después de tanto tiempo juntos, sabía que la ocultaba para que ella no sospechara. Yo me quedé sentada en mi lugar, mirando como mi hija era feliz.

— papi — dijo ella mientras lo rodeaba con sus brasitos — mira — le entregó la lista y sonrió con los ojos iluminados. — mamá dijo que cuando llegaras podías darme lo que quisiera — su sonrisa está vez era más grande y Allen rio.

— lo que sea para mi pequeña — besó su coroñilla y ella rió

— haré un dibujo — asentí, mientras ella me miraba, aunque también sentía otra mirada en mí pero a esa no le haría caso.

Miré la hora y no me había dado cuenta de lo tarde que ya era y ella debía de ir a la escuela en la mañana.

— corazón — la llamé y ella levantó la cabeza de su hoja. Allen también lo hizo, pero él estaba mirando el suelo mientras estaba sentado al lado de nuestra hija — mañana tienes que levantarte temprano, así que mejor vayamos arriba y nos acostamos a dormir ¿queres? — asintió y dejó todo en la mesa mientras subía corriendo las escaleras.

— ¿podemos hablar? — preguntó Allen una vez que nuestra hija no estaba presente. No le hice caso y ordené lo que había dejado arriba de la mesa y limpié el plato en el que había comido. — yo...

— no quiero hablar Allen. Sólo déjame ¿sí? — suspiré mientras pasaba una de mis manos por mi cabello y él se acercaba a mí con intención de abrazarme — quiero que te concentres en amar a Franchie, ella no merece que su padre la deje de lado. — hice una mueca y el asintió no muy contento con mi respuesta — quiero el divorcio Allen — dije por fin,  me miró con asombro y entre abrió la boca — es algo que hace ya mucho tiempo vengo pensando y creo que es lo mejor para los dos. — me abrió los brazos y dudé por unos segundos en responder, no sabía si debía de hacerlo. Al ver su cara de de tristeza me había roto el corazón, pero él lo había hecho primero. Sentiría su brazos por última vez.

— no... —  se rompió entre mis brazos, me apretó fuerte y yo solo estaba allí dentro sabien que ya ese no sería mi hogar nunca más.









𝐎𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭 / 𝐖𝐖𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora