CM Punk

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"Nadie duele para siempre"

Estaba allí, en la orilla de la cama, sintiendo como mis lágrimas bajaban sin cesar sobre mis mejillas, una sensación en el pecho se me propaga a por todas partes, la cabeza me dolía y daba vueltas. Solo podía pensar en todos los momentos vividos, esos que parecían aún frescos en mi memoria, como si hubieran sucedido en escasos minutos.

Me sone la nariz, con fuerza, estaba enojada conmigo misma, sabía que en algún momento se hiba a cansar de mí, sabía con certeza que nadie estaría conmigo durante toda la eternidad. Porque algo que se hacer bien, es lograr que las personas huyan de mi con mucha facilidad, más de la que me gustaría.

Apoyé mi cabeza en la almohada, dejándome caer a un lado, para sentir como más lágrimas trazaban un nuevo curso, está vez dirigido a la funda de la almohada. Podía sentir como de apoco el sueño me invadía, como el cansancio de estar casi toda la noche en vela, tratando de convencerme de algo que no era, se proyectaba en mis ya grandes ojeras, como lograba que me durmiera.

Fue más fácil de lo que creí, el caer en los brazos de Morfeo.

No sabía con exactitud cuántas horas o minutos habían transcurrido, pero de algo estaba segura. No sanaria hoy, el sueño no fue suficiente. De ninguna manera. Me había levantado a causa de la alarma, que apage después del segundo pitido. Hoy había trabajo y debía de ir.

Me levanté de la cama, buscando con la mirada algun indicio de que hubiera vuelto, de que había por lo menos llegado en la mitad de mi sueño, buscará sus cosas y me diera un último beso. Pero nada, todas sus cosas aún estaban allí, esperando ser juntadas y llevadas con su dueño.

La ducha fue larga, la merecía, quería limpiarme un poco el cuerpo y si era posible el alma. Me maquillaje como habitualmente lo haría, me coloqué la ropa que usaría en este nuevo día y las zapatillas que eran infaltables en mi vestuario, me puse un poco de perfume, un labial pálido y un poco máscara de pestañas. Me veía normal. O eso era lo que aparentaba.

Baje las escaleras, agarré una manzana y salí por la puerta. Caminé durante quince cuadras. Las más largas quince cuadras de mi vida, algo en mi me obligaba a pensar lo que había ocurrido dentro de la casa que había dejado atrás, pero me negaba a hacerlo. Llegaría a la empresa con una sonrisa pegada en la cara cueste lo que me cueste.

Tenía una ventaja y es que esta vez, el lugar en donde Raw tendría un lugar para ser filmado, estaba cerca de mi casa. La próxima semana estaría en otra ciudad, pero hasta entonces, podía curarme un poco.

Al entrar algunos me saludaron, como siempre lo hacían. Con mi sonrisa los salude con la mano y me dirigí hasta los baños, en donde me cambiaría por algo más deportivo.

En definitiva me había maquillado porque sí, solo para ocultar todos esos demonios que no quería que nadie, más que yo, viera. Pero me lo tuve que sacar de alguna manera, ya que no podía entrenar con la pintura en mi cara.

Tiré el corazón de la manzana en un tacho de basura, al igual que las toallitas con las que había limpiado mi cara. Y con la misma sonrisa de plástico que había pegado con plasticola en mi cara, salí del baño y me dirigí a entrenar. Entre trabajo de brazos y de piernas, me sente a descansar unos segundos, segundos que habían logrado que mi cara normal, se transformara en una de tristeza enorme.

Entró por la puerta, siendo él, con la sonrisa que lo caracterizaba, su cuerpo corpulento y sus ojos de ensueño. No sabía que hacer, por lo que seguí haciendo mi trabajo. Cuando me hiba a levantar para hacer algunos abdominales, Hunter me llamó. Lo miré con extrañesa. Me hizo una seña de que me acercara y obedeciendo así lo hice.

𝐎𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭 / 𝐖𝐖𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora