¿Cuanto tiempo llevaban?¿Una hora? ¿Dos? ¿Una semana, tal vez? No podría decirlo. Mordió la pelota de su boca, ahogando un gemido. La persona, o el dildo, o el vibrador... ya ni siquiera se acordaba de lo que era, pero estaba tan metido dentro de él... Volvió a morder la pelota. Quería correrse, pero no podía. ¿Una sonda uretral?¿Cuando se la habían puesto? Ni siquiera se acordaba. Una mano le arrancó la mordaza de su boca, dejando que la pelota que antes estaba en su boca reposase sobre su clavícula. Pero no le di tiempo a soltar ni medio gemido, porque otra cosa sustituyó a la pelota. No sabía de quién era esa polla, pero, casi instintivamente, la chupó cómo si le fuese la vida en ello. Como siempre, con cuidado con los dientes y usando su lengua. Ahogó un gemido, notando un líquido tibio y espeso caer sobre su cuello y hombro. Acababan de corrersele encima. Sintió el mismo líquido dentro de su culo. Parecía que lo que tenía por detrás era una persona. Sobre el bullicio general de la habitación, una voz familiar impuso silencio. Casi con desprecio,el dueño del pene que estaba mamando se corrió en su boca y se apartó, dejándole caer al suelo. Oyó cremalleras subirse, unos pasos alejándose y una puerta cerrándose, mientras yacía tumbado en el suelo, jadeando.
–Mira cómo te han dejado... –dijo la voz familiar, mientras le desataba la venda de los ojos. Le agarró del pelo, levantándole y obligándole a mirarle. Él, de rodillas en el suelo, sonrió y frotó sus muñecas, con la piel de al rededor de la cuerda en carne viva. Un pequeño hilo de sangre salía de su nariz. El dueño de la voz familiar chasqueó la lengua.
–¿Han vuelto a pegarte? Menudos cabrones... ¿Cuándo ha sido? –preguntó. El chico no contestó. Solo siguió sonriendo, intentando mantener los ojos abiertos ante la deslumbradora luz de la habitación. Debía de andar los veintipocos años, con el pelo rubio y la piel pálida. El otro hombre chasqueó la lengua de nuevo. Se sacó un pañuelo del bolsillo y le limpió la sangre de la nariz. Pasó el pañuelo también por su cuello y hombros, llevándose el semen y el sudor, y tiró de la cadena de las pinzas de los pezones del chico, casi arrancándoselos. Le desató las muñecas, ayudándole a levantarse.El chico gimió, sintiendo como el flujo sanguíneo volvía a sus entumecidas piernas y pezones.
–Pero mira que eres guapo... –dijo, mientras una mano por su mejilla. Él cerró los ojos y pegó más su mejilla a la mano. Estaba templada –. No me extraña que haya tanta gente queriendo follarte – añadió el hombre. Le besó suavemente sobre los labios, y acercó su mano con el pañuelo al culo del chico, metiendo un dedo y causando que este gimiese y se abrazase a él con fuerza. Finalmente, cortó el beso y se separó.
–Te espero en la cama.¿No necesitas mi ayuda para ducharte, verdad?
–Amo –el chico le miró con ojos de cachorro mientras intentaba mantenerse en pie con sus agarrotadas piernas. Miró abajo, a su erección con la sonda uretral, y de nuevo a su amo.
–Ah. Claro – se volvió a sacar el pañuelo de bolsillo, acercándolo al pene del chico. Nada más quitar la sonda, una buena cantidad de semen cayó sobre el pañuelo –. Llevabas un buen rato con esto, ¿eh?
–¿Cuanto ha durado esta sesión? –preguntó el otro, tembloroso.
–Dos horas y media. Como todas. Te espero en la cama –dijo de nuevo, dándose la vuelta y caminando hacía la puerta. Con pasos vacilantes y apoyándose en las cosas, el chico llegó hasta la ducha. Tenía frio. Quería vestirse. Quería quitarse la pelota llena de babas del cuello. Pero, por ahora, al menos se había corrido.
<수싀>
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Sugar master [Min Yoongi BDSM]
FanfictionMin Yoongi no resaltaba mucho. La gente que no era cercana a él solo sabía que era un chico pálido y callado, un poco cascarrabias y apenas entrando en los veinticuatro. Sus amigos sabían, además, que le gustaban los gatos, que era pansexual y que t...