XVI

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¿Qué cara pondría Yoongi si le follaba otra vez? Eso se preguntaba Seungbae mientras le miraba estar tendido boca abajo sobre la cama. Su semen manchaba las sábanas, y ambas manos seguían agarradas al cabecero de la cama. Los moratones de su espalda habian dejado de tener un tono rojizo-moráceo y habían evolucionado un poco hacia el amarillo, señal de que se estaban curando. El hielo había hecho maravillas con ellos, y en dos o tres días ya serían casi invisibles. Las marcas de los dientes de Seungbae seguían en los trapecios de Yoongi, llamándole a hacer más. Seungbae se resistió. Yoongi ni se había esforzado por moverse, y probablemente fuera cuestión de tiempo que se quedara dormido. Seungbae dirigió su vista a sus nalgas, a el tatuaje. La caligrafía de máquina de escribir había sido un acierto, pues las negras letras parecían muy oficiales. Suspiró. Había sido demasiado rudo. Mañana, entre sus heridas y ese polvo, Yoongi no podría ni moverse. Fue a por una manta. Cuando estaba a punto de tirársela por encima a Yoongi, dedicó unos segundos más para estudiar su cuerpo desnudo. Desde luego, nadie podría resistirse. Su cerebro empezó a maquinar maneras de tenerle en ese estado, tan sugerente y sensual, para siempre. ¿Qué cara pondía si le pusiera un collar de perro y le obligara ir desnudo? ¿Si solo pudiera caminar a cuatro patas, si tuviera que hacerle una mamada de bienvenida? ¿Y si nunca saliera de casa, y estuviera todo el día listo para recibirle, para darse la vuelta y dejarle follarle? ¿Y si tuviera que pasar tiempo en una jaula si desobedecía? ¿Y si siempre llevara un juguete dentro? ¿Qué cara pondría si se convirtiera en un esclavo, con moretones constantes en su escuálido cuerpo y heridas permanentes, de las que dejan cicatriz, en su pálida piel? ¿Seguiría siendo tan arrogante si fuera poco más que un perro doméstico, cuya existencia se basa en satisfacer a su Amo? Pero, ¿seguiría siendo Yoongi? Seungbae sacudió la cabeza, saliendo de sus ensoñaciones. Eso no estaba bien. Yoongi no lo disfrutaría. A él le gustaba tener sus amigos, y salir de casa, y hacer cosas. Odiaría ser convertido en un esclavo. Seungbae conocía un par de personas que, por el contrario, darían su vida para poder estar en esa situación. Finalmente, tapó a Yoongi con la manta. Ya había cumplido muchas de sus sádicas fantasias con otros chicos, y la experiencia había sido disfrutada por ambos lados. No podía permitirse dañar al amor de su vida con jueguecitos fetichistas.

Yoongi se despertó en exactamente la misma postura en la que se había dormido. Una sensación cálida le envolvió. Seungbae le había arropado mientras dormía, en un edredón calentito y blandito.
–Oh, ya te has despertado –comentó este, entrando con una bandeja de desayuno en las manos. Yoongi le miró y se dió la vuelta, rodando por la cama. Su delicioso desayuno, a base de café y cruasanes rellenos de chocolate, fue acompañado de Seungbae sentado al borde de la cama, hablándole con dulzura.
–Me gustaría disculparme por mi comportamiento de ayer. Me parece que fui un poco brusco de más. –Con la boca llena, Yoongi asintió, dándole un sorbo a su café. Seungbae rió al verle comer con tanta ansia. Él sólo tenía una taza de té verde, que era lo que siempre desayunaba, añadiendo ocasionalmente alguna galleta o algún bollo. Pero continuó –: La verdad, ayer estaba un poco fuera de mis sentidos, y perdí el control durante un tiempo. Lo siento mucho si te hice daño.
–No me hiciste daño –contestó alegremente Yoongi, metiéndose medio cruasán en la boca e intentando masticarlo –. Juisfe muy bfufco, fefo famfoco me hifisfe faño.
–¿Qué? – preguntó Seungbae, entre risas. Yoongi masticó un poco y tragó.
–Que fuiste muy brusco, pero tampoco me hiciste daño. –Seungbae rió de nuevo, y le dió un sorbo a su té. Finalmente, se levantó del borde de la cama.
–¿Has acabado? –preguntó, señalando la bandeja. Yoongi cogió su taza de café y se acabó lo poco que quedaba de un trago, dejándola de nuevo en la bandeja. Seungbae la recogió. Todavía llevaba su pijama de seda azul, horroroso, sí, pero también muy suave. –Me voy a la ducha. Dejo la puerta abierta, por si quieres unirte. Está bien si quieres quedarte en la camita.
Yoongi asintió, y le miró mientras salía del cuarto. Esperó unos minutos, y oyó el sonido del agua rebotando contra el cuerpo de su Amo, amortiguado por las paredes. Suspiró, con una sonrisa en los labios, y rodó de nuevo en la cama, hasta estar en el lado de Seungbae. Su lado de la cama estaba todavía un poco caliente, y su reloj de mesilla marcaba las once y media AM. Yoongi suspiró otra vez y se envolvió un poco más en su edredón. El reloj marcaba las once y media. Espera. ¡El reloj marcaba las once y media! ¡Llegaba dos horas tarde! Se vistió en tiempo record, teniendo en cuenta su agotamiento físico y su agarratomiento. Justo cuando recogía su mochila a toda prisa, Seungbae salía de la ducha, con una toalla alrededor de su cintura y secándose el pelo con una toalla.
–¿Qué pasa? ¿Por qué tanta prisa?
–¡Llego tarde a mi –Contó con los dedos, intentando recordar en que clase estaba a esas horas –clase de historia de la literatura nacional! ¿Por qué no me has despertado?
–Porque es sábado –contestó Seungbae. Yoongi le miró con los ojos como platos.
–¿Es sábado? –murmuró, dejando caer su mochila. Seungbae asintió. Yoongi se quitó el abrigo y lo dejó en el perchero, suspirando. Tanta prisa para nada. Seungbae le abrazó por detrás, con cariño.
–¿Por qué no vas a darte tú también una duchita? ¿Mh? Y te doy unos mimitos en el sofá.

Al rededor de Seungbae, a Yoongi le gustaba sentirse vulnerable. Le gustaba sentirse desprotegido, porque sabía que Seungbae le protegería de cualqueir cosa. Cuando estaban solos, Seungbae también era más vulnerable. Tal vez vulnerable no es la palabra para describir a Seungbae, tan masculino y profesional. Pero se mostraba mas confiado, menos serio y menos alerta. Yoongi se acurrucó más en su regazo, mirando el móvil por encima de su hombro. Seungbae le acarció el pelo con una mano mientras con la otra sujetaba el libro que estaba leyendo.
–Hace un poco de frío, ¿no? –preguntó Yoongi. Estaba llevando el jersey de Seungbae, que iba tan solo en manga corta. Este le miró, separándole un poco.
–Está la calefacción puesta. –Le puso una mano en la frente, y bajó acariciándole la mejilla, y luego el cuello –. Estás como una estufa.
–Pues tengo un poco de frío.
–A lo mejor estás malo. Vete a dar una ducha calentita y te pongo el termómetro. –Yoongi asintió. Desde el viernes, sus moretones habían casi desaparecido. El de su mejilla era apenas una mancha amarillenta en la que tenías que fijarte mucho para verla, y su labio tenía una costra pequeña que en un día o dos ya no estaría, y que afortunadamente no dificultaba sus besos con su novio. Los hematomas de sus costados y estómago también estaban sanando, y el reposo constante de ese fin de semana no había hecho más que librarle de toda su fatiga corporal. Toda su mejoría, y el hecho de que el lunes no parecería un zombi se debía unícamente a Seungbae y sus cuidados constantes. Había puesto hielo en sus moretones cada cinco o seis horas, y había estado todo el finde ignorando sus responsabilidades laborales para darle mimos y cocinarle sus comidas favoritas. Habían comido bibimbap dos dias seguidos, pero Yoongi podría comerlo otros dos. Simplemente le encantaba el bibimbap. El agua caliente acarició su piel, mientras el frotaba con al esponja hasta el más mínimo rincón de su cuerpo. Algo que también le había acompañado el fin de semana era el sexo tranquilo, con cariño y sin ni una sola benda o juguete. Y estaba harto. Evidentemente, también le gustaba hacerlo despacito de vez en cuando, y entendía perfectamente que Seungbae no quería volver a perder el control, pero eso no justificaba un sexo en el que se podría literalmente leer un libro. Llegaba al orgasmo entre mimos, si, pero a un paso de tortuga reumática que no podía soportar. Asi que se limpió muy bien por ahí detrás, y salió de la ducha intentando explotar todo su sex appeal, intentando ser completamente irresistible. Intentando que Seungbae no tuviera tiempo ni de decir "wow" antes de estar empalmado. Intentando ser tan jodidamente sexy que su Amo no pensara en si podía hacerle daño antes de penetrarle y, joder, darle un poco de acción. Y, nada más salir del baño, Seungbae le metió el termómetro en la boca y le obligó a estar quieto unos buenos diez minutos. Yoongi ya no sabía como decirle que él lo que quería tener en la boca diez minutos era otra cosa.
–Tienes treinta y siete de fiebre –declaró Seungbae, guardando el termómetro en su funda –. Son solo unas décimas, estás bien. Por ahora.



<수싀>

Sugar master  [Min Yoongi BDSM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora