III

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La noche en la que se conocieron, Seungbae intentó levantarse de la cama.

–No te vayas...–susurró Yoongi, abrazándole por detrás, con fuerza. Seungbae se dio la vuelta y le miró, cogiéndole las manos.

–Eres guapísimo. No deberías estar con alguien como yo –dijo. Yoongi apartó la mirada. Vio una mano aproximarse, y se encogió sobre si mismo, asustado. Una caricia pasó por su mejilla. Volvió a mirar a Seungbae, pero se encontró con una expresión extraña.

–Eres tan sexy cuando haces eso... Me pones tan cachondo... –murmuró Seungbae. Antes de darse cuenta, Yoongi estaba gimiendo y siendo follado de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo Si hubiese que poner una linea de donde empezó todo, Yoongi diría que fue ahí. Cuando perdió pertenencia de su propio cuerpo, regalándoselo a Seungbae. Unas semanas después, él le diría que que le llamasen Amo le ponía muchísimo. Y unos meses después sería cuando le propondría las sesiones.


–Yoongi, hora de levantarse, dormilón... –canturreó Seungbae mientras le sacudía levemente. Yoongi abrió un poco un ojo y suspiró, cansado.

–Amo... ¿Qué hora es?

–Casi las doce. ¿Quieres hacer un brunch o prefieres no desayunar? –Sentado en el borde de la cama, Seungbae le acariciaba la espalda. A diferencia de la idea general que tiene la gente sobre las relaciones D/s, Seungbae no era brusco con él ni le pegaba en ningún momento. Yoongi tenía unas pequeñas reglas que seguir y, si no las rompía, Seungbae se deshacía en atenciones. Esas reglas eran nada de pantalones en casa, llámame Amo, ven cuando te llamo, no invites a nadie y no me levantes la voz. También incluía obedecerle en cualquier momento, asumiendo que su consentimiento para tener sexo ya estaba dado en caso de que no dijese lo contrario. En cuatro años de relación, Yoongi solo se había negado a tener sexo cinco veces, y las cinco habían sido respetadas, sin ningún castigo ni nada parecido. Además, nunca le pegaba porque ellos no hacían SM, principalmente porque Yoongi se asustó cuando lo probaron. Suspiró de nuevo y miró a los ojos a su Amo.

–¿Podemos darnos un baño? –Seungbae rió.

–Deberíamos esperar hasta la tarde, Yoongi. Así estarás más relajado para tu sesión, ¿no crees? –. Se inclinó sobre él y le besó suavemente en el cuello. Yoongi le abrazó, pegándolo a él.

–Mhhh, estás tan calentito... Se está bien en la camita, ¿verdad? –Seungbae le abrazó de vuelta, hundiendo la cabeza en su cuello –. Siento el pulso de tu aorta... Es tan agradable... –le besó de nuevo y se separó –. ¿Quieres que te haga unos mimitos en el salón? –Pasó un brazo por sus hombros, otro por sus piernas y, casi sin esfuerzo, le levantó, llevándole en volandas. Sonrió al ver la erección que Yoongi intentaba cubrir, con vergüenza.

–¿Y esto, Yoongi? Tenia pensado unos mimitos, no un polvo mañanero. –Yoongi miró al suelo, sonrojado. Quería hacerlo. Eso le dejaría agotado para la sesión de la tarde, pero quería hacerlo. Abrazándose a Seugbae, dejó que lo hiciera. Afortunadamente para él, solo lo hizo una vez. Luego le cubrió de besos. A Yoongi siempre le había parecidocurioso el Aftercare de su Amo. Tenía entendido que Seungbae había probado todas las disciplinas del BDSM. Yoongi también estuvo cercade hacerlo, pero no era tan curioso como él, y era mucho más asustadizo. Cuando algo no le gustaba, en lugar de decir su palabrade seguridad (que solía ser Yaong, el nombre de la gata de sus padres), se echaba a llorar y a gimotear que no quería hacerlo. Entonces, Seungbae le cogía la carita, obligándole a mirarle, y decía "shhh, Yoongi, mírame, Yoongi. Está bien, no tienes que hacerlo. Estoy aquí, Yoongi. Está bien. Estás bien", y Yoongi se calmaba, asentía y terminaban lo que fuese que estaban haciendo. Cuando probabron el SM, por ejemplo, pasó justamente eso. El bondage estaba bien, pero si lo exageraban mucho se asustaba. Yoongi solía pensar que era una molestia para Seungbae, que quería hacer cosas más fuertes. Seungbae solía encargarse de la casa, además de su trabajo como director de una empresa. Yoongi tenía todo el dinero que quisiera, podía dejar la universidad, no tenía que trabaja, estaba con la persona a la que quería. Pero Seungbae... ¿Que obtenía él? Lo único que podía obtener era un protagonista para sus novelas eróticas. El chico que las protagonizaba era un veinteañero gay llamado Nim Yoonbin, demasiado parecido a Yoongi para pasarlo por alto, que tenía un libido enorme y se veía involucrado accidentalmente en toda clase de situaciones. Literalmente, Seungbae usaba a Yoongi para captar sus expresiones y lo que le gustaba. Eso era lo único en lo que podía baneficiarle a su Amo tener a Yoongi. Pero, aún así, Seungbae le miraba con cariño y le decía que le quería constantemente. Comieron fuera, en el restaurante favorito de Yoongi. Luego vieron una película mientras Seungbae toqueteaba a Yoongi, que gemía sobre el sofá, retorciéndose. Y finalmente, el baño. Cuando la bañera estaba hasta arriba, con agua caliente y espuma, y Yoongi había ido al baño, se metían en ella. Seungbae le lavaba el pelo, le acariciaba suavemente la espalda con la esponja untada en jabón. Y le ayudaba a limpiarse por ahí detrás, como también hacía después de las sesiones. Esa era la parte que más vergüenza le daba a Yoongi. Su Amo le solía besarle con cariño en el cuello, mientras que con una mano le abrazaba y con la otra le iba frotando, poco a poco, metiéndose un poco. Le secó el pelo, le ayudó a ponerse una camiseta simple y le llevó a La Habitación. La Habitación era un sitio de suelo de piedra y frio, completamente blanco, equipado unicamente con tres cajas de un metro cúbico cada una y dos sofás para tres personas en una esquina. Como siempre, Seungbae le hizo la introducción a los tres hombres y la mujer que se encontraban dentro. Dos de los hombres y la mujer debían rondar los cuarenta, mientras que el otro a lo mejor tenía dos años más que Yoongi. Yoongi sabía que esa gente había pagado por estar allí.

–Buenas tardes, dama y caballeros. Os presento a Suga. Su nombre real no será usado. Hay una serie de directrices que debéis seguir si queréis jugar con él. Primero, no es ni sadista ni masoquista, osea que ni se os ocurra pegarle. No suele gustarle que le aten demasiado, aunque podéis hacerlo. También está terminantemente prohibido besarle o morderle, en absolutamente ninguna parte. En caso de que incumpláis alguna de estas normas, él tiene una pulsera con un botón –dijo Seungbae, levantándole el brazo a Yoongi para que se le viera la pulsera –. Si lo pulsa rápidamente dos veces, suena una alarma y todo se para. Reglas aparte, podéis usar cualquiera de las cosas de estas cajas,–Empujó una caja con el pie, volcando su contenido en el suelo. Estaba llena de dildos, vibradores, sondas, anillos, mordazas, esposas... – pero ni se os ocurra usar nada que vaya a meterse dentro de él sin lavarlo y lubricarlo primero. Podéis hacerle daño, y con ello una infección. No queremos eso, ¿verdad? ¿alguna pregunta? –concluyó, metiendo las manos en sus bolsillos. Nadie dijo nada, así que simplemente le quitó la camiseta a Yoongi y se sentó en uno de los sofás, viendo como empezaba el juego.




<수싀>

Sugar master  [Min Yoongi BDSM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora