Sugar master [Min Yoongi BDSM]

VI

Yoongi tembló. Algo estaba dentro de él. No vibraba. No era muy largo. ¿Un tapón anal? Intentó moverse. Tenía las manos atadas a la espalda. También tenía los ojos tapados y estaba amordazado. Y completamente desnudo. Dentro de sus posibilidades, gimió. Un pequeño murmullo ahogado traspasó la pelota. Nada. Volvió a gemir. Nada. Unos segundos después, oyó unas pisadas familiares.

–Buenos días, Yoongi. Veo que estás despierto. –Giró la cabeza hacia la voz de Seungbae. Oyó una pequeña risa, y su Amo le quitó la mordaza.

–Ayer dijiste que te parecía bien. Asumí que podía hacer esto. ¿Me equivoqué?

–¿Dónde estoy?– Yoongi ignoró la pregunta. Eso significaba que le parecía bien.

–En La Habitación. Tengo una cosa que me gustaría probars. Te voy a quitar la venda.

El objeto le pareció muy curioso a Yoongi. Creía haberlo visto antes. Una barra de metal, deaproximadamente un metro de largo, con esposas acopladas en cada extremo. Cómo siempre que probaban algo nuevo, Seungbae se lo fueponiendo poco a poco, preguntandole si estaba bien a cada rato. Ese extraño... no sabía ni como llamarlo, pero apresaba sus tobillos, obligándole a tener las piernas separadas en todo momento, y pegaba sus muñecas a sus pies, haciendo que su cara estuviera pegada al suelo y su culo entregado. Seungbae suspiró, acariciándole las caderas.

–Ah, Yoongi... No eres consciente de tu poder. ¿Está esto bien? Si me dices que sí, empezaré. Puedes pulsar tu pulsera o decir tu palabra de seguridad cuando quieras. –Yoongi asintió. Lentamente, su Amo fue poniéndole la venda y quitándole el tapón. Llevaban ciertamente mucho tiempo sin jugar solos. Sus relaciones normales no podían considerarse jugar. Nada más notar su cuerpo presionando contra el frío suelo mientras Seungbae le penetraba, se dio cuenta de cuanto lo había echado de menos. A Seungbae no le gustaba mucho ponerle mordaza normalmente. Solía decir que prefería oír sus gemidos, pero Yoongi sabía que lo hacía para que se sintiera seguro. Aunque eso no pudo pensarlo mientras se perdía entre orgasmos. No podía recordar cuando pasó de estar atado a la barra a estar esposado, ni cuantos orgasmos secos o húmedos había tenido. Pero no podía parar. Su Amo le dirigía, le susurraba, se corría, le hacía sentirse bien.

–No te cansas, ¿eh?– Seungbae jugaba perezosamente con la uretra de Yoongi y una sonda, haciendo que se retorciera a medida que subía y bajaba la mano. Yoongi gimió de nuevo, arqueando la espalda –. Llevamos un buen rato, y tu erección ni se ha movido. ¿Otro revolcón o prefieres que siga con jugetitos?

–D-dentro. De m-m...Ah. Mi. Amo... Dentro d-de... –murmuró, mientras intentaba controlar sus gemidos y espasmos. Pudo sentir como Seungbae retirabala sonda y volvía a meterse dentro de él.

–La última ronda, ¿vale? –Yoongi asintió, tragando saliva mientras Seungbae le penetraba poco a poco. Ese ritmo tan lento le torturaba. Por suerte, no tuvo que pasar mucho tiempo para que su Amo volviera a las estocadas fuertes, que le hacían sentir que se le salía el alma por la boca. Si hubiese tenido los ojos destapados, no habría podido centrar la mirada. Alternaba gemidos y jadeos, intentado escapar al orgasmo, que marcaría el final de la sesión de juegos. Podía huir, pero no esconderse. El orgasmo le arrasó, dejándole sobre-estimulado unos segundos hasta que Seungbae se corrió. Finalmente, Yoongi no pudo empalmarse. Seungbae le besó suavemente los labios mientras le acariciaba la espalda, levantándole del suelo.

–Menuda resistencia tienes... Eres con diferencia el chico con más aguante que he tenido nunca. ¿Contento, o quieres más? –Yoongi jadeó, sin contestar. La venda, que Seungbae acababa de desatar, se escurrió de sus ojos y cayó al suelo–. ¿Te apetece un bañito? –Rápidamente, Yoongi levantó la cabeza y le miró.