XIV

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–¿Qué has hecho estas vacaciones? –preguntó Hyesook –. Intenté llamarte, pero no tenías covertura.
–Ah, lo siento. Es que estuve en Francia con Seungbae, y simplemente suspendimos mi tarifa y usabamos su teléfono. Para ahorrar. –Hyesook le miró, con los ojos como platos.
–¡¿Sigues con él?! –Yoongi asintió.
–Sí. Tuvimos una conversación sobre lo que me dijiste, y lo resolvimos bien. Estamos bien.
–De todas maneras, ¿qué pasa con Seungbae? – Jackson le dio un sorbo a su cerveza y se inclinó hacia delante, curioso –. La última vez que os vi, parecíais una pareja muy feliz. ¿Por qué deberían haber cortado? –Hyesook ahora le miró a él, con sus ojos relampageando de furia.
–¿No te has dado cuenta de cómo trata a Yoongi?
–Sí. Mira, Seungbae... –Miró unos segundos arriba, como si estuviera rebuscando en su cabeza las palabras para expresar lo que quería decir –. Seungbae es un tío muy serio y profesional.
–Y varonil –añadió Yoongi.
–Y varonil –le concedió Jackson –, pero a lo que voy es que a veces puede ser frío, aunque sea simpático. Pero con Yoongi... parece como que se olvida de toda su profesionalidad. Se relaja, por así decirlo. Yo estoy con él y no le noto tenso, pero cuando viene Yoongi parece cómo si... No sé, como si relajara todo su cuerpo de repente. Y, durante unos segundos, solo tiene ojos para él. Y sus ojos, no sé cómo decirlo, se iluminan. Y cuando Yoongi se va, él respira hondo y notas como toda su frialdad profesional regresa a su cuerpo. Desde mi punto de vista, Seungbae está enamorado. –Le dio otro sorbo a su bebida y miró a Yoongi –. Está loco por ti, chaval. –Este sonrió, y apartó la mirada, avergonzado. Pero Hyesook bufó.
–Pues desde mi punto de vista, le está manipulando. Por muy enamorado que esté.
–Ah, ¿sí?
–Sí.
–Lo que tu digas, cariño. No quiero discutir. Pero a mí me parece que Yoongi debería seguir con él porque es algo que les hace felices a los dos. ¿No te parece que está muy animado cuando habla de él? Él también está enamorado. Y, si es cierto lo que dice de que lo hablaron, si hay buena comunicación no hay problema. – Ella le miró, con el ceño fruncido, y cambió de tema, aunque no pudo evitar las mil y una anécdotas graciosas que Yoongi tenía que contar de su estancia en Disneyland.
–¿Te acercamos a casa, Yoongi? –preguntó Jackson mientras pagaba la cuenta de sus bebidas ¡, después de reusarse a dejar a Yoongi pagar. Él negó con la cabeza.
–Seungbae y yo vamos a cenar fuera, asi que me pasa a buscar.
–¿A dónde vais a come? –Yoongi rió.
–Supuestamente es una sorpresa. Pero sé que vamos al Roll&taco. –Jackson le miró con curiosidad, dejandole espacio para seguir –. Es mi restaurante favorito, asi que siempre finjo sorprenderme cuando vamos. Seungbae se decepciona mucho cuando una sorpresa no es sorpresa. Siempre sonríe mucho al ver que me encanta ese sitio. En el fondo, no me gusta tanto por la comida. Osea, la comida es genial, no me malinterpreteís, pero lo que hace que sea mi restaurante favorito son los recuerdos. Es comida muy barata, casi comida rápida. Antes de entrar en la uni, cuando estaba trabajando para pagarla, iba ahí casi seis veces por semana. Una de mis primeras citas con Seungbae fue allí, porque quería pagar yo. Al dia anterior, Seungbae me había llevado a un restaurante muy lujoso, de degustación, y me dio muchisima vergüenza invitarle a un sitio de comida rápida. Pero él estuvo tan feliz... Dijo que le encantaba verme comer a dos carrillos y con una sonrisa de oreja a oreja. La comida del Roll&taco me trae recuerdos de nuestras primeras citas, cuando estaba tan nervioso que acurrucarse conmigo era como abrazar a Pinocho, de lo rígido que estaba. Pero Seungbae siempre fue tan tierno conmigo... Siempre es tan tierno conmigo... Sabe que me relaja ir al Roll&taco, y cuando estoy estresado me lleva a comer y en casa se pone a trabajar conmigo en su regazo. Eso me relaja mucho. Cuando estoy estresado, me enfado muy facilmente, y a veces soy distante con él, que es tan cariñoso... Se pone muy triste cuando estoy enfadado. Por eso me lleva al Roll... –Los ojos de Yoongi estaban iluminados, como si estuviera soñando, mirando a la nada. Sacudió la cabeza –. Perdón, he estado hablando sólo yo.
–No, no, no te disculpes. Está bien. ¿Vas al Roll&taco porque estás estresado?
–No, no estoy estresado.
–¿Entonces? –yoongi sonrió, mostrando sus dientes.
–Es nuestro aniversario. Hacemos cuatro años. –Levantó su brazo con energía y lo flexionó, con su puño cerrado –. ¡A por el quinto! ¡Fighting!


La comida del Roll&taco le resultó acogedora a Yoongi. Tras una convincente actuación de "No, en serio, ¿a donde vamos? ¿¡Al Roll?! ¿En serio?" , Seungbae había quedado complacido y le había cubierto de comida, además de dar una vuelta por la zona de recreativos y gastar unos cuantos Wones en la máquina del gancho. Yoongi probó a lo mejor siete veces, sin ninguna oportunidad de ganar. Seungbae también puso unos wones en la máquina de baloncesto, donde consiguieron un peluche gigante entre ambos. Con una gran sonrisa, cogiendo con una mano su mullido dragón y con la otra la mano de Seungbae, Yoongi caminaba tranquilamente por la calle. Seungbae acomodó un poco su mascarilla, que había empezado a llevar por su alergia, y acarició cariñosamente el pelo de Yoongi con su mano libre.
–¿Te ha gustado la cenita? –Yoongi asintió con energía, y él sonrió –. ¿Me das un besito? –preguntó, parándose. Yoongi se pusó de puntillas para llegar a sus labios, y depositó un suave beso, siguieron andando, pero Yoongi notó varias miradas. Iban por un barrio bastante conservador, pero su coche estaba justo al lado. Solo dos minutos más de paseo. Pero los chasquidos de despreció se clavaban en Yoongi, al igual que aquella señora apratando la mirada, incómoda, y aquel chico que murmuró "maricas" por lo bajo, pero no lo suficiente para escapar del agudo oído de Yoongi. Aceleró un poco el paso para equipararlo con el de Seungbae. Él le rodeo la cintura con su brazo, pegándole a él, en un gesto protector. En cuanto llegaron al coche, le cogió la carita, forzándole a mirarle a los ojos. Y sonrió tiernamente.
–No tienes porque tener miedo, cariño. –Yoongi asintió, al borde del llanto.
–Es que... Todo el mundo nos miraba como si fueramos asquerosos. Y había un chico con una banda y... –Seungbae le cortó.
–Nadie te va a hacer nada, Yoongi. Y yo siempre voy a estar aquí para protegerte. De eso no te quepa duda. No me gusta que te asustes por nada, ¿mh? –Yoongi asintió de nuevo y se dejó besar. Seungbae siempre decía lo mismo cuando Yoongi tenía miedo. Él siempre cogía sus llamadas antes de que sonara el segundo pitido, siempre contestaba a sus mensajes en menos de tres minutos. Y, cuando había una emergencia, siempre aparecía en menos de cinco minutos, estuviera donde estuviera, con su tranquilizante tono de voz, y su tierna mirada. Parecía estar siempre ahí, por muy separados que estuvieran.

Otra patada se estrelló contra la puerta, amenazando con romper el pestillo.Yoongi se hizo un burriño sobre el váter, pegando sus rodillas a su barbilla.
–¡Abre, hijo de puta! ¡No me obligues a romper la puerta! –gritó Kobam desde el otro lado. Llevaba un rato aporreando la puerta del baño, por no decir intentando tirarla abajo. Yoongi miró su teléfono, pero Seungbae nunca podría llegar a tiempo para salvarle de la inminente paliza. Se quedó simplemente mirando su chat.
Shib Kobam, un sujeto con un nombre de lo más peculiar, era un antiguo conocido de Yoongi. Siempre había sido distante con él en el instituto, siendo las pullas su única interacción con él. Ese año era su primer año en la facultad de Yoongi, donde estaba dando un curso de diseño gráfico. Que Yoongi recordara, nunca se le había dado especialmente bien nada, escepto hacer metáforas degradantes para usar como insultos. Llevaba un tiempo muy molesto con Yoongi, aun que él no sabía porqué. Esa mañana, un poco harto del mal café de Kobam, había contestado con un poco de brusquedad a una de sus preguntas retóricas, formuladas únicamente para ponerle en evidencia. Eso parecía haber sido el unico impulso que necesitó Kobam. Le empujó ese mismo dia por los pasillos, haciendole caer al suelo. Y, ahora mismo, Yoongi se estaba perdiendo su clase de Psicología de la literatura. Yoongi no quería pegarse con Kobam. Principalmente, porque no tenía ni la más mínima oportunidad de ganar.
Finalmente, el pestillo cedió, saliendo disparado contra los azulejos, a apenas centímetros de la cara de Yoongi. La puerta de abrió de par en par, y Kobam sonrió con condescendecia. Lo siguiente que recordaba Yoongi era Kobam levantándole la cara del suelo y le pegándole un puñetazo, directamente en la boca, tirándole fuera del reservado, al suelo del baño. Yoongi notó cómo su labio sangraba, llenando su boca con un desagradable sabor a metal. Kobam y sus amigos siguieron pegándole un rato más, sobre todo patadas al ver que ni siquiera intentaba levantarse. A Yoongi le habían pegado un par de palizas, y la mejor manera de hacer que duraran poco era hacerse un ovillo y esperar perder el conocimiento pronto. Pero no llegaron a dejarle inconsciente. Dijeron que se conformarían con solo con grabarle mientras fingía gemidos, para luego pegarle un poco mas al ver que se negaba y dejarle adolorido en el suelo del baño. Uno de ellos se aseguró de mear al lado de su cara. Yoongi se dió dos minutos, en posición fetal, sin importarle la suciedad del suelo. La sensación de estar tirado en un baño despues de una paliza, el olor a pis al lado de su nariz... Esa sensación le era, desafortuandamente, bastante familiar. Se levantó, se lavó la cara con agua y jabón, recogió su mochila del suelo y comenzó su camino de vuelta a casa, tras escribirle a Seungbae que iba a ir a casa antes de hora y que no pasara a buscarle.



<수싀>

Sugar master  [Min Yoongi BDSM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora