[Hey, he vuelto! Gracias por ser pacientes y esperar este capítulo. Este puede que sea el último capítulo con lemon (a no ser que cambie de opinión o haga un especial, por supuesto. Me gustaría añadir que cualquier cosa que querais decir (sugerencias para un cap extra, preguntas, opiniones...) podeis usar este cap para dejar vuestros comentarios. A mi me encanta leer los comentarios, asi q ue nunca tengais miedo de dejarlos! También, si veo que tengo muchas preguntas (que no creo que pase porque es una trama muy simple) puedo hacer un especial de preguntas y respuestas, ya sea a mí (la fantabulosa autora) o a los personajes (si quereis preguntarle a Seungbae cual es su vine favorito pues aprovechad ahora).
Solo eso, disfrutad del cap]
Yoongi se retorció. El dildo estaba casi hasta al fondo, golpeando donde tenía que golpear. Él gimió, arqueando la espalda.
–¿Sabes cuantos consoladores tienes, Yoongi? –le estaba preguntando Seungbae, metiendo mas profundo el dildo. Los pensamientos de Yoongi eran confusos.
–N-no.. –consiguió murmurar, esperando al menos un descanso por su respuesta sincera.
–Bueno, pues han estado todos dentro de ti. ¿No te acuerdas de verdad? Haz memoria, Yoongi. Hazme una lista. No voy a parar hasta que lo hagas.
Yoongi se retorció más, arqueando la espalda. Tenía que ordenar sus pensamientos en una linea lógica. Empecemos por la mesilla. Había cuatro en el cajón de la mesilla, y ¿en la cajas? Llenaban una caja y media.
–El morado s-suav¡Ah! Suave, e-este, el q-que tiene las ve-ven¡Ah! as... –balbuceó, intentando controlar sus gemidos. Seungbae empujó el vibrador más profundo. Yoongi no podía verle, pero probablemente tenía una sonrisa maligna en la cara.
–Oh, Yoongi, vas tan despacio... Si sigues así no voy a parar nunca. Date un poco de prisa. ¿O es acaso que no te acuerdas? Aw, un pequeño ninfómano, tan obsesionado con el sexo que ni siquiera recuerda sus propios juguetes... Los he probado todos contigo, uno a uno, para ver que te parecían. Nunca uso ningún juguete sin tener una sesión de prueba primero. ¿Y tú tiras todo mi esfuerzo a la basura? – Seungbae la agarró una pierna, sujetándole y forzándole a doblarla. Haciendo esto, tenía una visión más clara del maltratado agujero de Yoongi, que estaba goteando lubricante – ¿De que sirve que yo esté enseñándote uno a uno los juguetes si tú ni siquiera recuerdas cuáles son tus dildos? ¿No te da vergüenza? –Yoongi gimió más fuerte, notando las vibraciones revolverle por dentro, el pistón golpeando su punto dulce, y los relieves eran lo peor de todo. Intentó continuar la lista.
–¡A-ah! El-el de ten-tent¡ah..! tentáculos.. ¡Agh! E-el que gi-gira ¡ah! –Seungbae le interrumpió.
–El que gira. Qué descripción tan inexacta, Yoongi. ¿Sabes el número exacto de cosas que tienes? Tienes treinta y dos consoladores, de los cuales veinte vibran. Tienes ocho juegos diferentes de esposas. Tienes dieciseis mordazas. Tienes tres arneses inmovilizadores que nunca usas. Puedo seguir y seguir, y la lista seguiría un rato más hasta acabarse. Parece como que no quieres que pare... Si eso es lo que quieres, yo no tengo ningún problema –dijo, con un tono diavólico. Yoongi no podía aguantar mucho más. Seungbae le había quitado la sonda, pero le había prohibido correrse. Yoongi odiaba eso. No solo se le daba fatal, si no que además Seungbae siempre infravaloraba el placer que le provocaba. Parecía estar diciendo "venga, no es para tanto" en cada momento, pero SI era para tanto.
–A-Amo, dejame correrme... –suplicó Yoongi. No podía aguantar más. Su Amo rió, sacando el juguete de golpe. Sentirse vacío, durante unos segundos, incomodó a Yoongi.
–Córrete –le ordenó Seungbae, y esa fue la ordén que Yoongi cumplió con más gusto en toda su vida. Mientras él disfrutaba de los segundos post-orgasmo, Seungbae le quitaba las esposas. Le cogió en volandas, cosa que pilló desprevenido a Yoongi, y momentos después le dejaba caer sobre el frío suelo de La Habitación.
–A cuatro – le ordenó de nuevo. Y Yoongi obedeció de nuevo. Notó como Seungbae separaba sus nalgas e introducía un pequeño objeto en él. Yoongi lo reconoció al instante. Era un pequeño vibrador, de apenas el tamaño de un dedo pulgar, con un pequeño cable de unos quince centímetros que sobresalia para poder sacarlo. En la punta de ese cable había un receptor que se conectaba por bluetooth a un mando que tenía Seungbae.
–Mh, ¿dónde está ese punto? –canturreó este para sí mismo, mientras movía el vibrador con sus dedos dentro del trasero de Yoongi, buscando su punto g. Yoongi soltó un leve gemido cuando tocó un punto en concreto, revelando su posición –. Bueno, cariño –dijo su Amo, sacando sus dedos de dentro de Yoongi pero dejando el vibrador en su sitio –, hay algo nuevo en esta habitación. Algo que antes no estaba. Ese es el nuevo juguete que usaremos hoy. Encuéntralo.
–¿Cómo? –preguntó Yoongi, de una manera bastante insolente. Seungbae ignoró la arrogancia en su voz.
–Jugando a frio-caliente. Llevo un tiempo queriendo hacer eso contigo. No te creas tampoco que está muy escondido. Cuanto más te acerques al juguete, más intensa será la vibración del juguetito que tienes dentro –contestó él, con un tono ilusionado y condescendiente en su voz. Yoongi tragó saliva. Si Seungbae llevaba tiempo maquinando eso, significaba que no iba a admitir que se desviase ni lo más mínimo de sus fantasías. Probablemente tenía toda la sesión de juegos planeada. Eso significaba que Yoongi ni pinchaba ni cortaba, y ya estaba decidido qué hacer con su cuerpo –. Empezaremos con la velocidad mínima –le indicó, encendiendo el vibrador –. Ah, por cierto, puedes correrte, pero si te corres antes de encontrarlo daré esta sesión por acabada. Y nada más de sexo por hoy –añadió, como si no fuera muy importante –. Puedes empezar.
Yoongi se levantó, empezando a caminar en una dirección aleatoria. Cada paso que daba era un infierno que le hacía doblarse sobre sí mismo. Aunque fuera la vibración mínima, le masajeaba por dentro al caminar. La vibración no se hacía más intensa. Cambió de dirección. Ahora sí sintió un incremento. Caminó un poco más rápido, y subió de intensidad tanto que tuvo que agacharse y empezar a gatear. Siguiendo recto, tocó una pared. Apoyándose en ella, gateó hacia la izquierda, y la vibración disminuyó. Se dio la vuelta. La vibración era cada vez más fuerte, y casi no podía seguir gateando. Finalmente, tocó algo que no le resultaba familiar. Parecía estar hecho de madera.
–Lo-lo he encontra-trado –consigió balbucear, aferrándose al objeto.
–¿Sabes qué es? –le preguntó Seungbae.
–N-no –contestó él, encogiéndose. La vibración se hizo todavía más fuerte. Se corrió, pero Seungbae no paró.
–¿Qué es, Yoongi?
–¡N-no lo s-sé! –casi gritó este, desesperado. Su cabeza estaba a punto de dar vueltas, pero la vibración seguía incrementando. Era un objeto grande, probablemente de un metro de alto.
–¿Cómo se usa?
Yoongi lo palpó más, sacando fuerzas de donde no las había para desdoblarse. Era de madera. Tenía también una zona acolchada, y parecía como una especie de podio. ¿Para qué podía usarse algo como eso? Las imágenes de las sillas inmovilizadoras de Namjoon pasaron por su mente. Sin pensarlo demasiado, e intentando detener su intensisimo placer, se subió. Apoyó su torso en la parte más alta, y dejó sus pienas y brazos a los lados, quedando basicamente a cuatro pero elevado. La vibración se detuvo.
–Buen chico –dijo Seungbae, acercándose a él –. Esto es un potro. Como ya habrás supuesto, se usa para inmovilizar, manteniendo tu bonito culito perfecto para follarlo. –Su mano le acarició la espalda, con cuidado, hasta llegar a su cabeza, donde le agarró del pelo –. Has estado una temporda bastante arrogante, y ahora que estabas volviendo a tu sitio, lo estropeas. Me parece que es momento de recordarte como de malo puedo ser si te pasas de listo –dijo, con tono amenazante, levantándole un poco la cabeza, tirándole del pelo. Yoongi se estremeció. Su Amo procedió a esposarle las manos con el juego de esposas que estaba acoplado al potro de manera que, aunque quisiera, no podría separar su muñecas del aparato.
–Ah, amor mio, estás tan sugerente... Voy a atarte un poquito más. – Yoongi notó cuerda deslizándose por su pierna. Sabía que Seungbae era un maestro de los nudos, y si nunca le había atado enterito había sido porque no le apetecía. Ahora estaba juntando sus muslos con sus pantorrillas, doblándole al máximo la rodilla e inmovilizandole gran parte de la pierna. Repitió la misma operación en el otro lado. Yoongi se sentía completamente indefenso ante un Amo que no parecía estar de muy buen humor. Estaba, por así decirlo, incómodo. No por la postura, por supuesto, si no por la situación en la que estaba. No iba a negar que, solo con pensar en que estaba completamente a merced de su Amo, se empalmaba de una manera bestial. Pero sabía que Seungbae podía destruirle físicamente sin ningún problema. Evidentemente, también sabía que Seungbae no quería y no iba a hacerle daño, pero estaba intentando calcular que grado de placer iba a tener que soportar, y que grado de agotamiento iba a sobrevenirle después. Yoongi notó como el vibrador volvía a encenderse a baja velocidad, cosa que le soprendió. Pensaba que Seungbae iba a penetrarle. Pero, cosa que le sorprendió de nuevo, Seungbae de hecho le penetró. Oyó a su Amo jadear levemente, empezando a embestirle. Yoongi se retorció. El vibrador estaba justo sobre su punto g, y Seungbae lo estaba golpeando una y otra vez. Le encantaba que Seungbae supiera tan bien donde estaba. Le encantaba no poder moverse. Le encantaba que Seungbae tuviera todo el control. Le encantaba sentirse tan impotente y pequeño y agh, el orgasmo se acercaba a una velocidad... Sabía que Seungbae también estaba cerca, podía sentirlo. De todas maneras, no debía ser muy fácil mantenerse alejado del orgasmo con un vibrador frotándose contra tu pene continuamente. Por supuesto, se corrieron juntos. Pero, para sorpresa de Yoongi (estaba siendo una tarde de sorpresas, al parecer), Seungbae salió de él y empezó a desatarle, adquiriendo una personalidad de aftercare.
–Esta noche vienen Nam y Jimin a cenar. Tenemos que acabar y recoger rápido –le comentó mientras desesposaba sus muñecas. Yoongi asintió, sin contestar.
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Sugar master [Min Yoongi BDSM]
FanfictionMin Yoongi no resaltaba mucho. La gente que no era cercana a él solo sabía que era un chico pálido y callado, un poco cascarrabias y apenas entrando en los veinticuatro. Sus amigos sabían, además, que le gustaban los gatos, que era pansexual y que t...