II

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Antes de conocer a Seungbae, Yoongi había tenido sexo exactamente cinco veces a la edad de veinte años. En conflicto con su sexualidad, habían sido todas con mujeres, y muy forzadas. Nunca había sabido verdaderamente lo que le gustaba. Las chicas eran muy monas y muy sexis, pero los chicos le atraían de una manera misteriosa. Pero no los chicos muy gays, los que se acercaban a coquetearte y te tocaban la manita mientras intentabas darle un sorbo a tu bebida. Su tipo de hombre era... Quería un hombre que le tratase como las chicas esperaban que él las tratase. Por eso, esa noche de otoño, mientras volvía a casa, envuelto en bufandas, vio su destino. A través de los rosados cristales del pub gay, un hombre de unos treinta años. Notó sus ojos recorriéndole de arriba a abajo, para luego clavarse en su pupila. Él correspondió la mirada. El hombre sonrió levemente y, casi sin darse cuenta, Yoongi se acercó a él, entrando el pub. La música estaba muy alta, y sentía miradas muy indiscretas a pesar de estar forrado en ropa de abrigo. Solo con aproximarse a ese hombre empezó a notar un bulto en sus vaqueros. Intentó conversar, pero era imposible oír algo con la música, y solo hizo falta que el otro le agarrase el culo y le pegase a él para decidir lo que quedaba de noche. Durante un largo tiempo, Yoongi se sintió pequeño. Muy pequeño. Sintió que ese hombre (que declaró llamarse Kim Seungbae) era lo que siempre había esperado. Y que llegaran a una habitación de hotel no fue inesperado.

–Gimes como una chica–, recordaba que había dicho Seungbae. Él le miró, algo confuso–. Gimes como una chica –repitió Seungbae –. Me daba la sensación de que me estaba follando a una.

–¿No te ha gustado..?–murmuró Yoongi. Todavía sentía un pequeño cosquilleo al pensar en el orgasmo que acababa de tener.

–Ha sido tu primera vez, ¿verdad? –preguntó Seungbae, sin siquiera mirarle. Yoongi casi se sonrojó.

–Con un chico si...

–Se nota –le interrumpió Seungbae.



Tal vez Yoongi debía dirigir su ensayo creativo en otra dirección. Suspiró, pasándose una mano por la cara. No podía pensar en nada más que Seungbae.

–Yoongi, ven aquí –oyó la voz de su novio en el salón.

–Estoy haciendo un trabajo.

–No te he preguntado qué hacías. Te he dicho que vengas. –Suspirando de nuevo, Yoongi se levantó del suelo. En el salón, Seungbae estaba sentado enfrente de su mesa, escribiendo ágilmente en su portátil.

–¿Qué pasa?–preguntó. Seungbae giró su silla, con los brazos cruzados, para mirarle.

–¿Qué clase de actitud es esa?¿Uh? –Yoongi sintió como empezaba a hacerse más pequeño. Cuando estaba frustrado, se olvidaba de su rol. Miró al suelo, sonrojado.

–¿Qué quiere de mi, Amo? –preguntó de nuevo. Esta vez, su novio sonrió.

–Así me gusta. –Abrió los brazos e hizo sitio en su regazo para Yoongi –. Ven aquí. Estoy escribiendo y necesito inspiración.

Obediente, Yoongi se subió sobre él, mirándole. Seguía sin pantalones, puesto que no le estaban permitidos. Notó el dedo de su Amo metiéndose dentro de él. Gimió suavemente, ocultando la cara en el hombro de Seungbae y abrazándose a él.

–No, no. Déjame ver tu expresión –. Seungbae le cogió la cara, apartándole de su pecho, y le miró a los ojos. Yoongi se retorció, sintiendo como le tocaba por dentro, como si estuviera jugando con él. Seungbae estaba tecleando con una mano, mientras que con dos dedos de la otra le hacía gemir.

Sugar master  [Min Yoongi BDSM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora