XX

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–Que valiente eres, ¿eh, maricón? ¿Te gusta esconderte? –Se acercó a él, agarrándole del pelo y tirándole de encima del váter. Uno de sus tres amigos, detrás de él, se rió. Yoongi intentó levantarse, o escabullirse, pero Kobam no lo permitió –. ¿Qué nota sacaste en el último examen? ¿Mh?
–Un nueve con siete –murmuró Yoongi.
–Te lo tienes muy creido, ¿no? ¿Qué ranking tienes en la clasificación de la facultad? ¿En base a tu media?
–Tengo una media de nueve con uno. Soy el tercer mejor estudiante... –Yoongi intentó levantarse mientras pronunciaba debilmente estas palabras. Pero Kobam le pegó una patada en el estómago.
–Era retórico, pedazo de estúpido.
–¿Qué más esperar de un marica? –se rió otro del grupo de Kobam por el fondo. Kobam se rió.
–Tienes razón. Puto homo. –Otro del grupo le pegó otra patada a Yoongi, que ni había intentado moverse del suelo.
–No soy homosexual... –balbuceó Yoongi. Kobam le miró.
–¿Qué dices?
–No soy homosexual. –repitió Yoongi –. Soy pansexual. Es diferente... – Kobam se acucliilló a su lado, con unos ojos llenos de odio.
–¿Tengo pinta de que me importe una mierda que seas homosexual, pansexual o lo que seas? Eres repugnante. Eso eres. Un repulsivo marica arrogante con delirios de grandeza. –Yoongi sonrió, sin siquiera dignarse a mirarle.
–Deberías replantearte quién es el arrogante con delirios de grandeza. –Kobam se levantó, despacio, y le pegó otra patada en el estómago. Yoongi notó un dolor que se extendió por todo su abdomen, pero no abrió la boca para quejarse.
–Tú tal vez deberías replantearte cuando mantener tu asquerosa boca cerrada. ¿Cuantas pollas han entrado ahi? Todos los maricas sois unas putas baratas. –Yoongi no contestó –. Pero, en el fondo, todos no sois mas que unos cobardes afeminados. Solo con veros besaros me dan ganas de vomitar. O de pegaros una paliza. Seguro que ese asqueroso novio tuyo se merece una paliza. –Yoongi giró la cabeza hacia él, levantándose un poco. No podía tocar a Seungbae. Pero no podía físicamente llegar a tocarle; Seungbae era cinturón negro en Taekwondo y Karate. Pero, ¿y si iban entre varios? ¿Y si hacían daño de verdad a Seungbae? Kobam rió viendo el miedo en sus ojos. Le pegó otra patada, haciendo que cayera al suelo de nuevo.
–Sujetadle –ordenó a sus esbirros. Estos obedecieron, poniéndole de rodillas y sujetando cada uno un brazo. Kobam empezó a desabrocharse los pantalones –. Abre la boca, y ni se te ocurra morder. Si lo haces bien, no te haremos daño –ordenó de nuevo. Yoongi tragó saliva, pero obedeció. Podrían pegarle una paliza de verdad y romperle una costilla o algo. Cerró los ojos, moviéndose lentamente, guiado por la mano de Kobam, que le agarraba del pelo. En el fondo, eso no era muy diferente que las sesiones. Excepto porque Kobam era un gilipollas que le estaba forzando. Quería llorar, pero su orgullo no se lo permitió. Kobam era un hijo de puta. Él no quería hacerlo. Lo odiaba. Por eso, mientras se pegaba a él para que su semen se deslizase por su esófago, sin siquiera tocar su lengua, no le iba a dar el gusto de dejarle ver que le había hecho daño. Se apartó, y se soltó de los agarres de sus amigos.
–¿Me puedo ir ya? –pregunto, calmado. Su calma, lejos de humillar a Kobam, solo le alentó.
–Oh, la putita quiere irse a casa... – comentó uno de los amigos. Parecía que eso les divertía más que asquearles.
–Con su novio querido, para hacerle lo mismo – rió otro. Yoongi se levantó, lentamente.
–Si eso es todo, me voy... –Antes de que pudiera acabar la frase, Kobam le había tirado al suelo de nuevo y estaba separando sus piernas.
–¿A dónde te crees que vas? Todavía no hemos acabado. –Yoongi, horririzado, pataleo y se dió la vuelta, intentando escapar, pero Kobam seguía sujetándole.
–¡Enseñale una lección, Kobam! –le animó uno de sus amigos.
–¡No!¡No quiero!¡Dijisteis que no ibais a hacerme daño! –gritó Yoongi, literalmente arañando el suelo mientras intetaba escapar. Kobam empezó a bajarle los pantalones, pegándole a él, y Yoongi gritó de nuevo.
–¡Cállate de una puta vez! –exigió Kobam. Yoongi estaba a punto de llorar. No quería hacerlo con Kobam en un baño. No quería hacerlo.
–Muy interesante –comentó una voz extremadamente familiar para Yoongi. Subió la mirada y se encontró con Seungbae, su Amo, su salvación, su novio, su amor, en la puerta. Este tenía la cara más seria que Yoongi había visto nunca.
–¿Y tú quién coño eres? –preguntó, casi escupiendo la pregunta, Kobam.
–¿Y tú qué coño crees que estás haciendo con mi novio? –preguntó a su vez Seungbae, con la rabia aflorando en su voz. Aprovechando el aturdimiento de Kobam, Yoongi se soltó del agarre y fue corriendo a brazos de su novio. Este le abrazó brevemente, y le escondió detrás de él, sin quitar la mirada de Kobam ni un segundo.
–Estoy aquí, Yoongi. No te preocupes, cariño, todo va a salir bien. –murmuró suavemente, contrastando con su frio y agresivo tono de antes. Kobam se levantó del suelo mientras se abrochaba los pantalones.
–Asi que tu eres el dueño de esta perra. Enseñale a ser un poco menos arrogante.
–Yo solo veo una perra arrogante aquí, y no es Yoongi –contestó Seungbae. Kobam palideció de rabia, e hizo amago de cargar un puñetazo, pero la seria mirada de Seungbae fue suficiente para que no moviera un músculo. Seungbae era el hombre más intimidante sobre la faz de la tierra, y todos a su alrededor lo notaban. Continuó –. El otro dia le pegasteis una paliza cuando, según tengo entendido, iba a una de sus clases. Menudos cabrones, cuatro contra uno... –Levantó su teléfono, con una sonrisa condescendiente –. Una pena que os haya hecho una foto con las manos en la masa. Decidí no tomar acciones legales la primera vez porque Yoongi así me lo pidió, pero ahora no os vais a librar.
–Si tan valiente y chulito eres, ¿por qué no lo resuelves de otra manera? –preguntó uno de los amigos de Kobam, poniéndose en guardia. Seungbae sonrió de nuevo, y dijo con un tono de falsa y fría afabilidad.
–Oh, me encantaría. Pero no me gustaría que los cargos me cayeran a mi por dejar incoscientes a cuatro universitarios. Nos vemos. –Con Yoongi todavía escondido detrás de él, Seungbae salió del baño. Caminaron unos segundos en absoluto silencio, hasta estar carca del coche. Ahí, Seungbae se destensó y abrazó a Yoongi con fuerza, casi desmoronándose.
–Mi amor, Yoongi, ¿te han hecho daño? ¿Estás bien? Cuéntamelo todo, cariño... –Yoongi dejó que las lágrimas escapaban de sus ojos.
–Amo, me obligaron a... Me obligaron a... –Seungbae le cortó, besándole y abrazándole con más fuerza.
–No te preocupes, amor mio. Sube al coche. Vamos a denunciar esto, cariño. Venga, ya verás que bien va a salir todo...

Sugar master  [Min Yoongi BDSM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora