III

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—¡Chanyeol, hola! —saludó Kyungsoo con emoción cuando llegó al jardín trasero y lo vio sentado en el mismo árbol del día anterior—. No has leído sin mí, ¿cierto?

Sí, lo hice sin . Le habrá gustado contestar. Sin embargo, no lo había hecho y desconocía la razón.

—No —contestó cortantemente.

—Estoy conmovido —fingió llorar y abrazó al mayor, provocando que éste se tensara al no estar acostumbrado al contacto físico, ni a ningún tipo de muestra de afecto—. Por cierto, no te pregunté qué edad tienes.

—Dieciocho.

—Oh, ¿debería llamarte hyung?

—Como sea.

—Hyung, ¿puedes leer para mí? —preguntó fingiendo una voz aniñada y Chanyeol hizo una mueca de asco—. ¿Por favor?

Chanyeol volteó los ojos con fastidió y suspiró, pero cerró el libro que estaba leyendo y sacó el que había comenzado a leerle a Kyungsoo; "Soledad", por Carlos Bassas del Rey.

—Romero se relata la historia una y otra vez; encaja y después despieza cada detalle para volver a empezar —comienza a leer—. Romero está atrapado en un puzle sin final. «Si ha sido un accidente, ¿por qué no decir nada?», se detiene. Romero lo sabe: por miedo, también por vergüenza, por angustia, por el estigma, «Está muerta, no querías pero ya no puedes hacer nada, te culparán, todos te señalarán, serás la chica que mató a su mejor amiga, la envidiabas porque era más guapa que tú, la odiabas porque era mejor, y por eso la mataste, no se trastabilló, la hiciste caer y le golpeaste la cabeza contra la piedra». La gente es cruel. La gente es una hija de puta —se detuvo, suspiró y prosiguió—. «¿Y qué pasa con la llamada? ¿Quién llamó a Abigail a esa hora?», se pregunta después. Quizás la llamada no signifique nada, quizás lo signifique todo, pero Romero no podrá saberlo hasta que obtenga el registro telefónico. No han encontrado el móvil de la niña, tampoco da señal, su asesino se lo llevó, lo escondió, lo rompió, lo arrojó lejos.

—¿Te gusta mucho leer este tipo de libros? La historia.... es un poco deprimente —interrumpió haciendo una mueca.

—¿Te importa? —preguntó fastidiado.

—Sí. Quiero decir, ¿tú te sientes identificado con este tipo de situaciones?

—Haces muchas preguntas sobre temas que no te incumben —dijo molesto—. Si quieres que te siga leyendo, entonces calla y deja de preguntar. Ni siquiera sé por qué viniste a corromper mi tranquilidad en primer lugar.

Kyungsoo estaba sin palabras por lo que escuchaba. Era cierto que a veces era muy entrometido, olvidaba que también tenía un límite y de vez en cuando lo sobrepasaba sin darse cuenta; esa era una de esas veces. Sin embargo, él nunca lo hacía con mala intención, siempre trataba de escuchar a la gente para conocerla y saber cómo podía ayudarle en caso de que necesitaran consuelo de alguna u otra forma.

—Lo s-siento, yo... —murmuró avergonzado—. Sólo quería conocerte un poco.

—¿Y qué te hace pensar que yo quiero que me conozcas? ¿no crees que si estoy aquí sin compañía es porque quiero estar solo?

—A ve-veces todos necesitamos tener un poco de compañía —susurró cabizbajo.

—Pues yo no —dijo fríamente.

—L-lo siento. Te dejaré solo si así lo deseas, y no te molestaré más —dijo poniéndose de pie, y salió del lugar en silencio, con la cabeza baja.

Comprendía que posiblemente Chanyeol tuviera una vida complicada, que pudiera vivir en una situación que él desconocía o que sólo hubiese tenido un mal día y terminó desquitándose con él, pero, por más que trataba, no podía evitar que sus palabras se repitieran una y otra vez en su cabeza, e hicieran doler su corazón. De cualquier forma, pretendió que nada había sucedido y se acercó a Jongin tan alegre como siempre, ocultando su verdadero sentir.

—Hola, hyung —saludó el menor—. Sehunie acaba de preguntarme si queremos ir al cine con él. Baekhyunie hyung no quiso, ¿tú querrás ir?

—Claro, ¿por qué no? —dijo sonriendo y Jongin abultó los labios, decepcionado—. Estoy bromeando —dijo riendo—, vayan ustedes solos. Y si desaprovechas esta oportunidad para decirle tus sentimientos, ¡juro que voy a matarte!

—No prometo nada, pero lo intentaré —dijo avergonzado.

Kyungsoo no estuvo del todo satisfecho con la respuesta, pero decidió que confiaría en su amigo por esa ocasión y esperaría a ver qué sucedía con los menores.

Un par de horas después, cuando era momento para tomar el segundo receso de quince minutos, Kyungsoo salió de su aula para ir por un poco de agua a la cafetería, pero se encontró con que Jongin y Chanyeol charlaban animadamente, por lo que se detuvo y se escondió detrás de la máquina expendedora para ver si lograba escuchar algo.

—¿Siempre te ha gustado leer? —preguntó Jongin con curiosidad.

—S-sí, aunque fue unos años atrás que empecé a leer con más frecuencia y no me pude detener —dijo sonrojado.

—Comprendo —dijo el menor con una sonrisa en los labios—. ¿Fue por una razón en específico o simplemente te volviste un adicto a ellos son poder dejarlo nunca más?

Chanyeol se frotó la nuca y su sonrisa se tornó en una mueca de incomodidad que no supo disimular. Jongin, al darse cuenta de ello, aclaró su garganta y no pudo evitar soltar una pequeña risa avergonzada.

—No tienes que responder a eso si no te sientes cómodo. Lo siento —dijo sonriendo levemente.

—De-descuida —dijo avergonzado.

—Debo irme, hyung, necesito encontrar al compañero que me fue asignado para un proyecto de historia —dijo sonriendo—. Fue un gusto hablarte de nuevo.

—Fu-fue un gusto para mí también —dijo sonrojado. Se despidieron con la mano, y Jongin salió corriendo.

Kyungsoo, que seguía observando la escena desde las sombras, se sintió celoso de su mejor amigo, pues sabía que si él hubiera preguntado tal cosa, seguramente Chanyeol le habría respondido algo como que no le incumbe y le habría dicho, con discreción, que se largara.

Sintiéndose más triste de lo que se había sentido ya por las hirientes palabras del alto, caminó en dirección opuesta a donde había caminado Jongin, pero se detuvo abruptamente cuando escuchó la gruesa y ronca voz de Chanyeol llamándole.

—Kyungsoo.

En lugar de contestar, sólo dio media vuelta y miró al alto por unos segundos, esperando escuchar la razón por la cual había sido llamado. Sin embargo, se sintió pequeño ante la mirada del mayor y sus ojos terminaron por prestarle más atención a los rayones de sus zapatos por el tiempo que llevaba usándolos.
Chanyeol se acercó a él y suspiró.

—Te he estado buscando —murmuró y el corazón de Kyungsoo dio un vuelco—. Lo siento por lo de hace rato —dijo con el mismo tono seco de siempre—. No es contra tí, sólo tuve un mal día.

Lo sé. Quiso decir Kyungsoo.

—No tienes que dejar de venir en los recesos, puedo seguir leyendo para tí si así lo deseas.

El rostro de Kyungsoo se iluminó cuando lo escuchó decir aquello, por lo que levantó su vista para encontrarse con los ojos de Chanyeol.

—¿Lo dices en serio? —preguntó emocionado y el mayor asintió sin expresión—. ¡Gracias, gracias! —exclamó entusiasmado y rodeó la cintura de Chanyeol con los brazos.

Y por primera vez en años, Chanyeol correspondió a un abrazo.

Reading [ CS ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora