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Seungmin se puso de puntitas estirando su brazo lo más que pudo hasta que finalmente logró alcanzar a tomar aquella llave que se hallaba resguardada sobre el marco de una de las ventanas de la casa de los Yang.

Hace un par de minutos había recibido una llamada de la señora Yang pidiéndole que de favor fuera a visitar al pequeño Jeongin ya que lo veía decaído desde hace varios días, Seungmin sabía a la perfección que su mejor amigo no estaba bien ya que días atrás durante aquél día lunes algo malo le había pasado al pelirojo, ¿Qué era? Kim no lo sabía pero no podía ser nada bueno para que el menor estuviera así; aunque le había preguntado una y otra vez, éste siempre le terminaba diciendo que no era nada y que estaba imaginando cosas raras pero Seungmin conocía al menor como la palma de su mano y obviamente algo tenía.

Abrió suavemente la puerta principal entrando por fin a la recidencia, los padres del pelirojo habían salido durante aquél día así que tendrían la casa sola para ellos dos; subió los escalones un poco inseguro de hacer aquello ya que Yang solía ponerse un tanto de malas cuando le presionaban sobre un asunto una y otra vez pero Seungmin pensó que si lograba hacer que Jeongin se sintiera mejor entonces cualquier rabieta del menor pasaría a segundo plano para ambos.

Llegó finalmente a aquella puerta café rojiso de madera la cual daba al interior de la habitación de Jeongin, tomó el pomo de ésta y sin siquiera pedir permiso entró invadiendo la privacidad del menor.

Yang se hallaba sentado en la cama recargado en la blanca pared, tenía un par de auriculares puestos los cuales dejaban salir la música hasta oídos de Kim por lo fuerte del volumen y, con los ojos cerrados tarareaba débilmente aquella melodía que sonaba desde su celular. Seungmin pensó al verlo que quizá estaba mejor de lo que había pensado ya que se encontraba “de buen ánimo” o al menos eso parecía; se armó un poco más de valor y acercándose a él tocó ligeramente de su pie ya que era la parte más cercana del menor a él haciendo que éste abriera los ojos de golpe viéndole sorprendido.

-¿Q-qué haces aquí? ¿Cómo entraste, Seungminnie?

-¿Ya olvidaste que tus padres siempre guardan una llave de repuesto? -sonrió lanzándole aquella copia-

-Ya... ¿Y a qué veniste? -preguntó apartando la mirada un poco incómodo, el mayor suspiró-

-¿Acaso ya no puedo venir a verte? En el colegio ya ni siquiera te la quieres pasar conmigo como si yo te hubiese hecho algo malo -se quejó cabizbajo- ¿Ya piensas decirme qué es lo que tienes? -insistió-

-Te digo que no tengo nada, a veces solo quiero cambiar de aires un poco, tú también deberías hacer lo mismo.

-Cambiar de aires... ¿Para tí eso significa pasártela sólo y alejado de todo el mundo, Innie?

-... quizá -se encogió de hombros fastidiado-

-Déjame adivinar, ¿Esto tiene que ver con aquella carta que te mandaron? No era ninguna carta de amor, ¿Cierto?... ¿Acaso solo te citaron ahí arriba para decirte cosas desagradables? ¡No hagas caso a ese tipo de comentarios tontos Jeongin! Te he dicho que...

-Estás muy lejos de la realidad -le cortó- nada de eso pasó.

Seungmin miró durante un par de segundos a aquél par de ojos del menor, sabía que estaba más dolido de lo que pudiera imaginar cualquiera, algo o alguien debió de haberle hecho algo para dañarlo de aquella forma, pero entonces, ¿Qué o quién fue? Seungmin le dió vueltas hasta que como por arte de magia o quizá telepatía el rostro del pelinegro le llegó a la mente como un flachazo, ¿Acaso Hyunjin tenía algo que ver con la gran tristeza de Jeongin?

-¿Fue Hyunjin hyung? -habló finalmente Kim-

Jeongin solo se quedó en silencio sin responder a aquella pregunta pero desgraciadamente para él sus sentimientos le traicionaron y cuando menos lo pensó ya se encontraba con las lágrimas corriendo por sus mejillas; Seungmin no sabía qué hacer ya que Jeongin siempre era de guardarse sus sentires y no contarle a nadie cuando estaba mal y por eso el tenerlo ahora ahí frente a él tan roto y tan herido le consternó demasiado, lo único que pudo hacer fue servir como paño de lágrimas para su amigo dejando que éste llorara y se desahogara todo lo necesario apoyado en su pecho.
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Pasaron los minutos hasta que Jeongin logró tranquilizarse, tomando un profundo suspiro comenzó a contarle al castañito todo acerca de lo que había pasado durante aquél día.

Tu mirada ♣ HyunIn ♣ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora