Capítulo 5.

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Daniel me besó...

Él me besó...

Desde esa noche no lo veo. Estaba en mi casa mirando por la ventana de mi habitación tomando un poco de café. Ya habían pasado 3 semanas desde la última vez que vi a Daniel, desde ese beso...

Después de unos segundos se separa y se levanta. Mi rostro lo dijo todo, no sabía cómo reaccionar, él me había besado...

Me quedé viéndolo como tonta, hasta que se levanta y camina a la pequeña puerta de la casa...

¡¿Qué demonios está pasando?!, ¡¿Nos besó?!, ¡¿Y ahora no dice nada?!, ¡¿POR QUÉ DEMONIOS NO TENGO UN ZAPATO?!

Él bajo del árbol y cuando salí del shock asomé mi mirada sobre la puerta de la pequeña casa. Él se había ido ... me besó y se fue ...

Las lágrimas querían salir de mis ojos de alguna forma.

Que estúpida ...

Después de unos minutos salí de la pequeña casita y antes de bajar el árbol, vi unos zapatos color negro frente a la pequeña casa. Eran de él... los había dejado para mi...

Maldito idiota, deja sus zapatos ahora. Me los hubiera prestado cuando lo vi fuera de mi casa para darle un golpe con ellos y no quedar como idiota, como ahora. Bien hecho, Melissa.

Giré mi rostro para ver los zapatos color negro que estaban sobre un pequeño estante del otro lado de mi habitación. Suspirando me acerqué a ellos y los guardé en el armario cerrando la puerta de este lentamente.
    ¿Por qué estás así? Se supone que deberíamos estar festejando que al menos tenemos sus zapatos, quizás podamos tener su ADN o algo así para enviar una brujería o algo así.

Maldita conciencia.

Me recosté en mi cama mirando al techo. Quería dejar de pensar en él, en sus ojos, sus labios... lo suave que eran... Su cabello desordenado, sus ojos tan azules como el océano, ese beso…

Maldita sea.

Suspiré y enterré mi rostro en la almohada soltando un pequeño gruñido de fastidio.

A ver, Melissita, no desesperemos. Hace unos años vimos a la señora de la casa frente al bosque, segura ella es bruja. Vamos a verla, le llevamos los zapatos, le decimos que necesitamos que le hagamos una maldición al dueño de los zapatos y ¡Boom! Listo, fin del juego.

A veces creo que me estoy volviendo loca lentamente.
  Sólo reza para que no tengamos que pagarle con algo como un dedo, no espera, ¿y si nos pide un ojo? O peor, ¿Y SI NOS SACA EL ALMA? ¡AY NO! ¡ESO NO! mejor la bruja no. Pensemos otra cosa.

Efectivamente me estoy volviendo loca lenta y dolorosamente.

Al menos no nos drogamos, Melissita.

Okey, tengo que dejar de escuchar mi conciencia por un tiempo.

Mientras daba un largo suspiro veo la puerta de mi habitación abrirse lentamente. Era mi madre, ¿por qué no me sorprende?

—Melissa —dice algo... ¿seria?

—¿Sí? —la miro.

—Prepárate, mañana tienes que ir a la escuela.

Me levanté de la cama casi de un salto
— ¿Qué? Pero dijiste que en unas semanas más.

—Lo sé, pero los directores quieren que vayas mañana para poder observar las instalaciones y acostumbrarte para no tener problemas —dice algo cansada. Creo que tuvo mucho trabajo estas últimas semanas.

Aquí hay gato encerrado.

—¿A qué hora? —pregunto casi sin ánimos.

—A las 7:00.

—¿Qué? —la miro frunciendo el ceño— Es muy temprano.

Me acostumbré a levantarme tarde ya, como a las 13:00 hs o hasta las 14:00 hs.

Aquí más que gato hay Melissa encerrada.

Maldita conciencia por 2da vez.

—Melissa —mi madre se para recta mirándome seriamente—, mañana a las 7:00 de la mañana quiero que estés lista para ir a la escuela, si no, te castigare y te quitaré el móvil.

¡ESO ES UNA ABERRACIÓN! ¡CON MI MÓVIL NO, SRA. JANE!

—Está bien —dije conteniendo el enfado.

Mi querida madre sin más, salió por la puerta sin decir nada.

Oh genial. Mañana tendremos que despertar temprano, y para colmo ir a un lugar lleno de profesores que te harán un cuestionario de arriba abajo sobre cosas que no quieres hablar.

Maldita sea.

Bien, ya ni modo, ¿Qué ropa nos pondremos mañana? ¿La blusa negra está limpia?

¿Ya dije que estoy volviendo loca lenta y dolorosamente?

Bien, mañana será otro día, y espero mejor que este, y que todos los anteriores.

4:57 de la madrugada.

—No... ¡No! ¡Basta! ¡Por favor déjame!

—Corre, Melissa… ¡Corre!

Unos brazos fuertes y ensangrentados me toman de la cintura impidiéndome seguir corriendo.

Me despierto casi gritando. Mi rostro estaba sudado, mi respiración subía y bajaba rápidamente, mi de mi rostro rápidamente comenzaron a salir lágrimas.

Hace ya unas semanas no tuve pesadillas, pero esta... nunca la había tenido.

—Carajo… —susurre por lo bajo pasándome una mano por el cabello.

Después de un rato baje a beber un poco de agua. Me sorprendió ver que nadie se dio cuenta del grito que pegué, posiblemente estaban todos cansados de tanto trabajo. Subí a mi habitación y yo recosté sobre la cama, hasta que… ¿Por qué mi ventana está abierta?, la ventana estaba levemente abierta y de esta salía oleadas de la brisa de otoño arrepentida golpeando suavemente las cortinas blancas que prendían de la ventana.

Me acerqué hasta esta para cerrarla.
Supongo que la debí olvidar cerrada.

De pronto...

No puedo moverme...

No puede ser...

Otra vez... esa persona estaba ahí... mirándome como si nada... Él estaba ahí otra vez... pero esta vez... Su ropa estaba completamente llena de sangre...

No...

Melissa, corre...

Vi como claramente él me sonrió... esa sonrisa, era la sonrisa más tenebrosa que había visto en mi vida entera...

La luz de la calle se cortó... no puede ser... quedó todo oscuro, ya no podría ver nada.

Pasó casi 1 minuto y la luz volvió, pero él... ya no estaba... ya no había nadie ahí.

¿Qué carajos está pasando?...

Huyendo De Las Sombras. © ✓ [Sin corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora