Lo haría todo por ti.

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- ¿Cómo se te ocurre? - Oigo a mi padre decirle a mi hermano tras intentar calmar un poco a Pol.

- He sido yo. - Le confieso. - Yo no quería que cogiese el coche, solo que no encontraseis las llaves.

Mi padre deja la escobilla del váter y me mira, mi madre se acerca y mi hermano se pone detrás de mi.

- ¿Por qué? Tú no eres así. - Me dice mi madre con cara de decepción.

- No quería quedarme en casa y me pareció una buena distracción. - Le confieso. - No pensé que Ulises fuese tan idiota como para coger el coche sin carné.

- ¿Y por qué no nos lo dijiste? - Me pregunta mi padre enfadado.

- Lo dije pero mamá no me dejaba salir. - Me quejo cruzándome de brazos como una niña pequeña.

- Qué bonito. - Oigo mientras estoy con los ojos cerrados por miedo a una reprimenda.

- ¿No estáis enfadados? - Pregunta Ulises saliendo de detrás de mí a paso lento.

- Claro que sí. - Dice mi padre enfadado. - Pero solo contigo.

- La tenéis mimada. - Se queja mi hermano dirigiéndose al salón, sentándose en el sofá y poniendo los pies encima de la mesita de centro.

- Esos pies en el suelo. - Dice mi madre y Ulises hace caso rápidamente. - Estarás castigado sin salir hasta que yo lo diga y hoy harás la cena.

Mi hermano se queja y yo me siento a su lado riéndome y poniendo mis pies sobre sus piernas.

- No te rías tanto jovencita. - Dice mi padre y mi risa cesa de golpe. - Estás a prueba, a la mínima que hagas estarás castigada. La próxima vez dímelo a mi, sabes que yo te dejaría.

- Para no tener que aguantarla. - Ahora es Ulises quien se ríe y mi padre le chista para que se calle.

- ¿Es verdad? - Pregunto al ver la última acción y los tres centran su mirada en el suelo.

- Es que eres un poco pesada, no me importa lo que combina con la carcasa del móvil. - Me dice mi padre. - A mi me basta con saber que el negro y el blanco combina con todo.

- ¿Sabes? - Le pregunto poniendo mi mano entre su cara y la mía. - No diré nada porque como me enerve no me aguantáis. ¿Por qué no os quejáis de Ulises?

- Porque yo soy perfecto. - Dice él pegándome una colleja y yo le pego una patada.

- Perfecto tampoco, que me tienes la cabezo como un bombo, que si la luz perfecta, el ángulo perfecto... En serio hijo, llegas a ser cansino.

- Mejor no digo nada. - Dice mi hermano y me mira.- ¿Te han llamado? ¿Quién?

- ¿Cómo sabes que me han llamado? - Le pregunto y miro a mis padres para que nos den "privacidad".

- Me voy a hacer la cena. - Dice mi madre captando mi indirecta. - ¿Me ayudas cariño?

- No, yo también quiero saberlo. - Dice mi padre apoyando su cabeza en el hombro de mi hermano y mi madre lo lleva hacia la cocina estirando su oreja.

- ¡Ay, ay, ay, ay! - Se oye la voz de mi padre.

Cuando se pierde la voz hablo con mi hermano.

- Era Pol. - Digo recordando la conversación. - Su abuela a muerto.

- No jodas. - Dice mi hermano acercándose más a mí y demostrando interés.

- Sí, al parecer los dos se quedaron dormidos viendo una peli, él se durmió en su regazo y al despertar... pues eso. - Le digo jugando con mis manos y mirando el suelo.

Gabieleven (Pol, Joan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora