Indiferencia.

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Un pantano sombrío de melancolía se expande por mi interior,
mientras una capa de nenúfares alegres,
recubren tan espeso paraje y disimulan el vacío de mi alma.

...

Conquisté su ignorancia,
la invisibilidad e inexistencia ante sus ojos,
pensando ser la llave a mi prisión.
No fue así.

...

Ignoré su sonrisa, su esencia, su voz,
sabiendo que mis 5 sentidos seguían su rastro.
Ignoré su mirada y mis ojos la buscaban.
Ignoré su silueta y mi sombra perseguía la suya.
Ignoré su imagen y el espejo de mi mente reflejaba solo su rostro.

...

Desde lejos la admiré.
tan pura,
tan serena,
tan hermosa.
El abismo de sus ojos absorbían mi atención.
Dos grilletes que esclavizaron a mis pensamientos.
Su cabello, bailando con el viento, hacía que cada brisa robara su aroma hasta mí,
haciéndome disfrutar cada suspiro... profundamente, como si fuese el último... aunque lo quisiera.

...

Su sonrisa deslumbraba el escenario, arrastrando miradas,
deseando pecados ocultos sin arrepentimientos.
Preguntándome:

¿Cómo algo tan hermoso, puede ser tan dañino?
¿Cómo algo tan pasional, puede sentirse tan gélido?
¿Cómo algo tan inofensivo, resulta ser tan cruel?

...

Mi cerebro ejecutó el escape,
sabiendo que el corazón quería quedarse,
salvándolo de caer en una cárcel sin rejas,
en un acantilado sin fondo.

...

El hipócrita gozo por su indiferencia duró poco.
Como castillo de arena cerca del mar,
tarde o temprano los vendavales y las olas juegan su papel.
No podía esconderlo, no pude evitarlo.
Mi rostro de insensibilidad sucumbió ante el deseo,
revelando el óxido de mi oro,
la grieta de mi diamante.

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