Juicio en la alcoba.

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Mi cama te añora,
pero me hace preguntarme:
¿Como se puede extrañar algo que no se ha tenido?

...

La almohada, testigo evidente de cada ilusión, deseo y sueño marchito,
revela pasajes desconocidos sin contención.
Narra horas de insomnio con nombres completos e imágenes pintadas,
violando la confidencialidad de la noche y los secretos de las madrugadas, delatando a la culpable de mis poemas.

...

Las sábanas demandan un cuerpo adictivo.
Un pasto psicodélico, compuesto de carne y huesos.
Alguien que robe su calor y les regale su esencia con egoísmo y sensualidad.
Un alma donde la pasión y el desenfreno corran a través de ella como oasis en el desierto.

...

El espejo, fiel espectador de la toda la historia, tan solo desea reflejar una silueta sensual de luz lunar en la oscuridad del deseo y el éxtasis.
Todos piden en gritos silenciosos e indirectos.
Suplican una diosa... una droga... un vicio.
Te ruegan a ti.
Solo a ti y a nadie más.
Y yo, siendo juzgado,
queriendo cumplir sus deseos.

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