Añoranza.

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Te extraño.
Me odio al admitirlo, pero me miento si lo niego.
Extraño verte reír, las escenas vividas de tristeza,
felicidad,
curiosidad,secretismo.

...

A todas horas, extraño tus besos, calmantes de mi sed, aunque fueran desérticos.
Extraño tu mirada, la que mentía diciéndome que me quería, y aún sabiendo la verdad, le creía.

...

Extraño el ocultismo de nuestro romance tan callado,
tan enigmático.
Extraño las baladas que juntos escuchábamos, sintiendo la letra de cada canción, repitiendo una y otra vez nuestra favorita.
Extraño aquellos abrazos que duraban horas, eternidades; por momentos la tierra era el cielo, y hasta juraría que Dios me saludaba desde lejos.

...

Descansaban tus problemas en mi pecho,
tus penas en mis oídos, tus lágrimas en mi hombro.
Mis labios solo pensaban divertirse en tu cuello.
Recuerdas, te erizabas sin control.

...

Tus impulsos despiadados de placer salían de su escondite.
Mordías.
Besabas.
Jugabas con mi mente,
mis manos,
mi anillo,
mi alma.
Me apretabas fuertemente como si me fuera a escapar,
pero con esos labios prefería quedarme en la cárcel lujuriosa de tu presencia.

...

Extraño el perfume corsario que naufragaba por tu pelo,
aquel que me robaba la atención,
el tiempo,
la vida.
¡Me dejaba en ruinas!
Era un acertijo la sensación de estar junto a ti.
...

Ahora, en cada segundo libre que tengo,
deslozo cada pieza del rompecabezas del recuerdo  buscando respuestas a mi nostalgia.
Analizo fragmentos,
precavidamente.
Parte por parte.
Beso por beso.
Todo entre nada.
Tratando de encontrar algo que te suplante,
o al menos,
me quite esta añoranza.

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