¿Qué nos pasó?

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"¿Qué nos pasó?"
Rememoro esa frase que bailaba al compás de la brisa,
en un viaje de ida sin retorno,
desde tu boca hasta mi oído.
No lo niego, la duda también me inundó.

...

Éramos nosotros.
Nosotros...que presumíamos de lo sempiterno,
mofándonos de miles de kilómetros de sueños,
gustos y opiniones que nos alejaban.

...

Nosotros, que pintábamos el futuro en un lienzo desprovistos de manecillas en el esquema del sol,
ni limítes de tiempo
ni caminos sin encuentros.

...

Nosotros, que transitábamos entre multitudes buscando nuestros ojos,
esa confluencia de universos paralelos,
el mío y el vuestro... o mejor dicho... tus universos,
con besos unilaterales y un corazón esclavo del otro.

...

Nosotros, que nos ignorábamos con melancolía cada mañana y nos soñábamos nostálgicos cada noche, hacíamos del orgullo algo tan hermoso que no merecía llamarse pecado.
Recuerdas... trazando nuestros destinos en un plano definido por más de tres puntos.
Yo, payaso al fin, quejándome de seguir junto a ti durante dos o tres eternidades, disfrazando en mi cínico humor, mi platónico afán.
Eras tan insoportable,
tan hermosamente risueña,
tan tú.

...

Cuánta perfección se desbordaba en los paseos que describía el minutero,
eran irreemplazables, ineludibles...y siendo sincero, no los repetiría.
No le doy el crédito al arrepentimiento, pero sí al miedo.
El miedo de recaer en tu música,
en tu tacto,
en tu aroma,
llamo al temor de caer en ti.

...

Aún evoco en la soledad, nuestro silencio...tan callado,
tan taciturno.
Aclimatado con esa fragancia de confianza,
de fe que emanaba en cada cruze, roce o pensamiento.

...

"Amistad" era demasiado pequeña para definirlo, era algo diferente al amor,
era algo,
simplemente algo,
sin nombre ni definiciones enclavadas en un libro dictador empírico de puros ideales,
y eso, era lo que lo hacía especial.
Quizás fue un narcisismo de mi parte al creerlo, egoísta al pensarlo, y sobre todo, demasiado cobarde para preguntar.

...

Y así acabamos,
en esa tarde fría y lastimada, inundada de tonos grisáceos, amantes del viento helado que besaba tu cabello.
Eran matices sombríos, casi fúnebres.
Yo, rogando impíamente por primera vez que rompieras tu silencio,
esperando respirar para poder latir.
Anhelaba a gritos sigilosos un café caliente, implorando a mis oídos la omisión de aquel:

- ¿Qué nos pasó?

Y con un corazón afásico, ahogado en su propia ilusión, lograr responder:

- Nos pasaste tú.

Comentarios del autor:

Muy buenas tengas todo, como pueden observar, estoy volviendo a la poesía. Sé que no es mi mejor escrito, y lo sé, pero llevaba casi 6 meses sin escribir absolutamente algo, así que perdonen mis imprecisiones, poco a poco volveré a mi mejor momento, gracias por leerme, su sinceramente suyo, @f3myers.

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