Las 4 estaciones.

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Cuatro facciones de Gea.
Cuatro climas en un mismo cuerpo mortal, visitados sin cortar hojas al calendario.
Esas eran tus sensaciones, magia en tejidos de Dios.
Tú eras mi pasaje al cielo estacional.

...

Me conducías por palacios de los equinoccios y solsticios.
Coexistiendo en el mismo espacio de tiempo, sin que el calendario se detuviera.
No podía percibir mis sentidos.
Era imposible, pero tu perfección también lo era, y existía.

...

Por momentos, tus actitudes frías hacían de aquel Invierno una eternidad.
Mi cadáver de poeta enamorado acompañaba a los árboles cubiertos de escarcha, residencia de animales que hibernaban en su sueño natural.
Los caminos y puentes de mis pensamientos, se congelaban al rastro de insensibilidad de tus acciones,
bloqueando mi juicio,
nublando mis ideas.
Provocabas que un simple segundo de nevada, conquistara una ventisca inmortal de decepción y tristeza.

...

Tus impulsos pasionales al contrario me trasladaban hasta un intenso Verano.
¡Qué cambio!
Calor agonizante que me asfixiaba, e irónicamente me hacía querer más tu cuerpo en contacto.
Bañados en sudor, bajo el desenfreno de esas tardes de puro clímax.

...

Rompíamos la cama, el tiempo y los tabúes.
No quedaban partes de ambas siluetas insatisfechas de caricias y sexo.
Envueltos en aquel humo adictivo, fumados en el cosmo erótico, razonando con los unicornios.
El sol nos pertenecía en plena oscuridad de la alcoba.
No había otra melodía, mas que la intimidad tocada por gemidos prolongados.

...

Rostro de ángel me raptaba hasta la fábrica originaria del perfume.
Fuente de la hermosura, reposo de la tranquilidad.
¡La comparaban con usted! ¡Qué idiotas!
¡¿Acaso Afrodita se medía con una rosa?!

...

Eras la Primavera.
Estación incomparable en belleza.
No importaba la flora naciente, o qué ave trinara, o cuál amanecer despertara, eras tú la vida en naturaleza.
Curabas la marchitez de robles y abetos, la tristeza de los animales,
demorando la muerte de aquel intervalo en el almanaque donde todo lucía perfecto.
Poco a poco, mi alma se iba hundiendo en el oscuro follaje otoñal de tu ausencia.

...

El Otoño había iniciado, y con él, sus paisajes secos.
Las voces de violines contaban con melancolía mi historia con acento italiano.
Cada nota recitaba tu nombre al unísono de mis latidos cada vez más cargados.
Un paraje creado en mí y para mí, donde la felicidad marcada por tu presencia, se esfumaba con los restos de hojas color ocres del hastío,
rotas en el suelo,
rogando un toque de usted,
para revivir,
para volver a nacer.

...

Mi existencia con usted era una odisea.
No había órdenes o mapas, reglas o días monótonos.
Quizás esa locura fue mi atracción.
Me hacía darme cuenta de que contigo estaba mal,
pero sin usted estaba peor.

...

Y sincerándome con mis demonios:
Intentar sacarte de mi mente tan solo sería el suicidio de mi cordura.
No quería después de probar tus ínfimas heladas ni tus ardientes extremos.
No después de perderme por eternidades en galaxias de tu mirada.
No después de pasar las 4 Estaciones en tu almohada.


Comentarios del autor:

Muy buenas a todos mis lectores.
Quería hacerle un pequeño comentario sobre este poema en especial; pues después de escribirlo y editarlo me di cuenta que es el más extenso que he escrito a lo largo de todo el recorrido de mi libro, pero en mi sinceridad, vale cada palabra.
No es por ser su autor pero lo siento especial, único,ya que es de los que más empeño e interés le he puesto.
Espero que les guste y lo disfruten como yo, cualquier duda o consejo que me quieran expresar, póngalo en los comentarios.
Muchas gracias su siempre Suyo @f3myers

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