Capítulo 3

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Al entrar en el avión vi que estaban dos azafatas y un chico. Todo estaba muy limpio y ordenado.

-Siéntate ahí. -él se sentó enfrente de mí. No sé qué quiere de mi pero no le pienso hacer caso en nada.

Después de un largo viaje me desperté ya que noté como el avión aterrizaba. Seguí a este chico y nos subimos a un coche. Seguíamos sin hablar, ni siquiera sé cómo se llama...

Me da miedo no obedecer, aquel hombre me dejó claro que obedezco u ocurrirá lo peor, pero estoy cansada no entiendo cómo se ha podido arruinar mi vida de esta manera...

Me duele la mejilla izquierda del bofetón que me dio y las costillas también... Mis padres nunca me habían pegado.

-Ya hemos llegado, esta va a ser tu casa a partir de ahora. -No podía creérmelo... Es una casa enorme. Tiene un jardín muy cuidado con una piscina, zona de juegos, zona de barbacoa, una amplia terraza y un gran garaje.

-John lleva mis maletas a la habitación. -Yo le miraba sin decir nada.

Al entrar, hay un recibidor con tres perchas, un banco y dos muebles. Seguidamente a mano izquierda esta un gran salón, todo muy bien decorado la verdad.

-Vamos a la cocina, tenemos que hablar. -Fui detrás de él. La cocina es enorme, con todos los útiles necesarios. Me indicó que me siente y así hice.

-Bueno bienvenida, yo soy Matías. ¿Cómo te llamas? -Rodeé los ojos... a buenas horas me lo pregunta.

-Que te importa a ti. -Seré borde, no es nadie para mí, además me da asco, ¿Quién se cree?

-A ver nena, esta es mi casa y tendrás que cumplir las normas. -Antes de que siga le interrumpí.

-¿O sino qué? -Me miro con frialdad.

- Asumirás las consecuencias que ahora mismo no te voy a explicar. Cumplirás las siguientes normas que después lo pegaré en la nevera:

· Obedecerás todas mis órdenes, sin preguntar, también las de los chicos de seguridad.

· Me vas a hablar bien y sin tonterías

· Siempre vas a estar con mis guardias, sobre todo con Luis, tu guardaespaldas

· No darás nunca información sobre mi

· Te portaras bien con toda mi gente

-No sé si me falta alguna, pero es igual, cuando se me ocurran la añadiré a esta lista. Ahora ven. -Este que se ha creído que soy, ¿Su sirvienta? Muy enfadada le seguí, llegamos a la habitación...

Tiene una cama bastante grande, esto me encanta. Hay un enorme vestidor y por lo que veo ya hay prendas. También tiene un baño, un tocador y un gran espejo.

-Toma este pijama, pero desvístete ya. – Creo que se le ha ido la cabeza, no pienso desvestirme delante de él.

-No pienso desvestirme delante de ti. -El me miro fríamente y se dio un golpe en la cabeza.

-Acabas con mi paciencia, haz lo que te pido.

Todas iban con un top puesto menos tú y quiero ver porque, ¿A caso te crees que soy tonto? -Veo que es observador... esto no me lo esperaba.

No me voy a quitar todo. Cogí mi camiseta y la levante hasta que se mostraba ese horrible moratón que de echo duele bastante.

-¿Que te han hecho estos idiotas? -Me miró con rabia, su mirada da mucho miedo, estoy asustada. Medio cortante le conté la historia y se fue dando un portazo.

Cogí mi pijama y me fui a duchar. No sé cómo me tiñeron el pelo, pero gran parte del color despareció dejando mi cabello horrible. Empecé a llorar bajo el agua, odio mi vida ahora mismo, me gustaría volver con mis padres, mis amigas...

Después de un largo rato salí ya vestida con mi pijama. Matías estaba sentado en mi cama.

-Siéntate y levántate la camiseta para ver tu moratón. -Obedecí, ya no tengo ganas ni de discutir.

Levante mi camiseta y él se quedó boquiabierto mirándome, la verdad está muy morado. Se sentó a mi lado, en las manos tenía un bote de crema.

-Con esta crema en dos días desaparecerá del todo, si te hago daño dímelo. -Yo asentí con la cabeza. Cogió un poco de crema y se acercó para echármela. Ante su primer toque sobresalte, tiene las manos heladas.

-Perdón, perdón lo siento.

-No no es eso, es que tienes las manos heladas. -El rió y siguió echándome la crema. Lo hacía suavemente, aunque me dolía. La verdad no pensé que me iba a cuidar.

-Ya está, ahora vamos a cenar. -asentí y fui detrás de él ya que tenía mucha hambre. En la entrada había un guardia y en el patio otros tres, creo que estoy muy bien vigilada. Me senté en la isleta.

-¿Te apetece una hamburguesa? -Asentí y me levanté a ayudarle, después de todo el de momento me ha tratado bien. Él se encargó de hacer la carne. Yo en cambio, corte cebolla, lechuga y tomate. Le pasé el bacon para que también lo haga en la plancha.

Mientras el hacía la carne yo puse dos platos con el pan y dejé puesto todo lo que había cortado.

-Ya está listo, siéntate. -Él se sentó enfrente de mí. Me olvidé del queso y el ketchup así que me levanté a por ello. La verdad es que me sorprende que tenga la nevera llena para que este viviendo solo o eso creo. Preparé mi hamburguesa y luego él la suya. Estábamos cenando tranquilamente, ninguno estaba dispuesto a hablar.

-¿Bueno vas a decirme como te llamas o estaré toda la vida con la intriga?. -Me miró con curiosidad a lo que yo reí, la verdad es que es muy muy guapo... Es muy alto y se le ve musculoso. Sus ojos son color miel y su cabello es negro. Creo que es bastante amable hasta que le tocas las narices, como cualquier persona; pero aun así estoy enfadada.

-Soy Camila. -Acabamos de cenar y los dos recogimos la mesa. Iba a fregar los platos, pero el me lo impidió.

-Mañana lo friega Ruth, vamos a dormir que es tarde. -Dejé los platos en el fregadero y subí detrás de él.

-Buenas noches Camila. -Me dejo en mi habitación y él se fue a la suya.

Este chico es muy raro, no sé si me quiere matar, tenerme como esclava... No entiendo nada de verdad, ojalá estuviese aquí mi madre acariciando mi pelo para poder dormir sin preocupaciones... Poco a poco me fui quedando dormida aun teniendo mil pensamientos en mi cabeza.

Raptada y vendida al mayor mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora