Capítulo 30 ''Me-me estas po-poniendo ne-nervioso''

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Narra Sam

Abrí lentamente mis ojos, sintiendo la pesadez sobre mis párpados. La cabeza me retumbaba y me dolían todos los músculos de mi cuerpo. Me sentía más cansada de lo normal. Cuando por fin aclaré mi vista después de parpadear varias veces pude ver donde estaba, pero al instante volví a cerrarlos debido al daño que me producían los rayos del Sol. Me llevé una mano a la cabeza y recordé que ayer fuí a la fiesta de Navidad y probablemente habría bebido hasta el punto de subirme a la barra a bailar.

Intenté respirar hondo pero no podía, tenía la nariz e taponada. Seguía tan constipada como ayer a pesar de que tenía la esperanza de levantarme como nueva. Me pasé las manos por la cara para quitar las legañas que tenía en los ojos y poder así despejarme. Abrí mis ojos de nuevo y miré el techo, la luz ya no me hacía tanto daño en los ojos.

Observé durante unos minutos el cielo raso, lo miré fijamente mientras intentaba recordar a que día estábamos hoy. Empecé a relajarme de nuevo, estaba casi a punto de volver a cerrar los ojos y caer en un sueño profundo, pero entonces...

Levanté el edredón lentamente no estando preparada para lo que venía.

—¡Mierda! —medio susurré medio chillé al ver que estaba completamente desnuda —No, no, no, no —hablé desesperada una vez ya sentada en la cama. 

Cada instante de la noche anterior llegó a mi mente haciéndome recordar y reproduciendo en mi cabeza una y otra vez todos los momentos que me hicieron acabar en esta cama como si de una película se tratase. 

La fiesta, la pelea de Chad y James, yo intentando separarlos, cuando llegué a casa de James para pedirle explicaciones, su declaración, yo besándole y luego...

—¡Mierda! —me dí una bofetada en la cara —¿Que has hecho Sam? —me pregunté tontamente.

Tenía que salir de aquí cuanto antes, no podría arriesgarme a que James se despertara. Lo peor de todo era que aún no me había atrevido a mirarlo. No me cabía ninguna duda de que él seguía dormido, pero tenía miedo, no quería mirarle.

Me levanté con cuidado de la cama, sin hacer ningún movimiento brusco que le despertara. Al instante mi piel se erizó y estornudé en el peor momento. Corrí por toda la habitación en busca de mi ropa y cuando tuve todas las prendas las coloqué sobre el escritorio. Me vestí lo más rápido posible que mis nervios me lo permitieron y haté mi pelo en una coleta.

Estaba a punto de salir de la habitación pero entonces recordé todo lo que James me había dicho, todo lo que él sentía por mi.

He sido un imbécil que no podía hacer otra cosa que pensar en ti, en tus tonterías, en lo que dices, en como sonríes...

No podía hacerle esto, no podía salir corriendo a pesar de estar aterrada, pero tampoco podía quedarme, no podía esperar a que se despertara y ver su cara al decirle que todo esto había sido un error.

Yo era la peor persona del mundo. Ahora mismo quería agarrarme de los pelos y arrancármelos uno a uno, quería rebozarme sobre el barro y darme unas cuantas patadas en la cabeza por ser tan imbécil.

Caminé sin hacer ruido hasta la cama y me agaché una vez enfrente suya. Observé su rostro, tan perfecto y delicado como siempre, observé su frente totalmente estirada sin ninguna arruga. Había noches que dormía con el ceño fruncido y la frente se le llenaba de arrugas, solía pasar cuando soñaba o algo le preocupaba. Sus cejas, las tenía tan gruesas pero tan bien definidas a la vez, sus pestañas eran largas y su nariz no era ni grande ni pequeña, aunque cuando se enfadaba se le hinchaba de una manera muy graciosa. Observé sus labios, sus labios gruesos y rellenos que estaban tan bien definidos y que tan bien besaban. A pesar de que tenían un corte debido a la pelea de ayer seguían siendo perfectos. Pasé la punta de mis dedos por ellos y cerré los ojos debido al tacto. Sentí una lágrima deslizarse por mi mejilla para acabar su trayectoria en mi barbilla. Acaricié su mejilla cuando abrí los ojos y después pasé mi mano entre su pelo. Me acerqué a él y besé lentamente su frente.

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