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Promesas, promesas y más promesas. ¿Por qué estamos tan acostumbrados a ellas si al final muchas son sólo letras y más letras sin fondo?

Jimin le sonríe incómodo a su última cliente, quien está buscando a su hijo desaparecido desde los cinco meses y han pasado quince años desde entonces.

La mujer está desesperada, ¿pero existe alguna manera de romper el corazón de una madre de la forma más suave posible quien ha persistido con su esperanza drenando de sus ojos, teñida de negro por el rímel en sus pestañas cortas?

Es una beta. Su esposa murió al dar a luz a su bebé, para que más tarde alguien se lo llevase lejos, rompiendo su corazón en añicos.

Su mano consuela a la mujer, acariciando las suyas sobre la mesa. Sus sospechas recaen en algún familiar cercano. La investigación está abierta desde hace dos meses, justamente cuando su celo terminó y debió volver a laborar.

Es muy difícil rastrear a ese bebé que ahora será un adolescente. Por lo menos, espera que siga con vida.

Cuando la madre se marcha, apunta un par de cosas sobre su agenda antes de continuar navegando por los archivos en la base de datos de la policía.

Ese día es muy concurrido, apenas lunes al mediodía en la tardía llegada de la primavera. Las mañanas siguen siendo frías al abandonar la calidez de sus sábanas con aroma a café. Jungkook siempre está ahí, roncando mientras termina de alistarse para partir al trabajo.

Sonríe involuntariamente. Revisa la hora en su reloj de muñeca. Al salir de jornada, irían a tomar algo siguiendo su rutina de noviazgo.

Porque, sí. Una tarde, mientras comían un helado en un parque solitario mientras Jimin se quejaba por el viento, Jungkook le pidió ser su novio oficialmente.

Al principio había vacilado, pidiendo un tiempo para pensarlo, cosa que el alfa entendió perfectamente. Al final, se sentía tan feliz de que pasara las tardes en su casa invadiendo su sala mientras comía palomitas y lo invitaba a ver películas de bajo presupuesto únicamente para criticar el romance cliché, que terminó aceptando su propuesta.

Ahora, todo el mundo sabía que su novio era tan posesivo que terminó peleando con Taeyong afuera de las oficinas una vez se enteró de lo sucedido el día de su celo. A pesar de ello, Jimin siempre le aclaraba que no se obsesionara con la idea de tenerlo como su propiedad cuando no era un objeto con etiqueta, que llevas a tu casa y está a tu testamento.

El detective detiene sus cavilaciones cuando la puerta de su oficina se abre. Seori está observándole con sus ojos grandes, como si estuviese tratando de leer su alma.

— Soobin me dijo que podría encontrarte aquí.

— Siempre puedes encontrarme aquí.

— A veces... sales. ¿Sabes algo? Me alegra que pudieras darle una oportunidad a Jihoon.

Sonríe. Es una sonrisa desgastada— Debí haberlo hecho desde el principio.

— ¿Entonces ya lo sabes? —Jimin detiene sus movimientos en frío. Su mirada se oscurece y la omega quiere hundirse en el asiento que acaba de tomar frente a él.

— ¿Saber qué, exactamente?

— Sobre... Namjoon... y...

— ¿El cirujano? ¿Tú lo sabías?

Llevan mucho tiempo sin tener una conversación ajena al trabajo. Es como hablar con un extraño de vuelta. La mujer parece ausente, su silencio es la respuesta que temió recibir por mucho tiempo.

— Jamás me lo dijiste.

Traicionado. Así se siente el peso que ofusca su pecho— Te consideré una amiga...

Hate Me (Kookmin).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora