19 ‹ namjoon

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Es una casa grande, adecuada para una pareja vista como la ideal. Con un jardín cuidado y verde, un decorado muy pulcro y contemporáneo. Hay varias fotografías desperdigadas por una pared pintada de blanco, justo al lado de una ventana grande que deja pasar mucha luz.

La luz roja del atardecer, que llega tardío. El viento mueve los árboles y la lluvia humedece los pastizales.

Sus manos, dentro de los bolsillos de su gabardina, están cálidas pero inquietas y nerviosas.

Desde que pisó esa casa hace ya una media hora, el fuerte aroma a vainilla y canela lo enloqueció al grado de que quiso salir corriendo para nunca más volver.

De repente, todo es más claro.

Su lengua ávida repasa los bordes gruesos de sus labios rosados, resecos y escociendo por el clima cambiante, que constantemente afectaba su piel sensible.

Su lobo está confundido por esa sensación de extrañar algo que desconoce. No hay una fecha de caducidad para el amor, pero siente que sus sentimientos por Taehyung ya vencieron.

Y sólo costaron un par de segundos para creer que su otra mitad residía ahí.

El omega delgado y carismático, que siempre le pareció atractivo e intrigante, quien tenía un extraño gusto por teñirse el cabello cada que podía y cuestionaba hasta las más remotas e insignificantes cosas de la vida, es su destinado.

El esposo de Kim Namjoon, la siguiente víctima en su lista negra, es su destinado.

Es gracioso cuando la puerta de entrada se abre inesperadamente y por ella se adentra el alfa moreno, empapado hasta los dientes, y da un respingo cuando siente algo frío pegarse a la piel de su cuello.

— Un movimiento en falso y te vuelo la tráquea.

— ¿Quién eres? —Cuestiona, más sereno de lo que esperaba.

— ¿Sabes cómo se dice conejo en japonés?

— Hijo de perra... —Namjoon exhala una maldición derrotada, dejando caer la bolsa del supermercado y levantando sus manos sobre su cabeza.

— Idiota, recoge las cosas y por lo menos acomódalas donde van.

— ¿A qué juegas, Jeon?

— No estoy jugando, hazlo.

A regañadientes, el alfa acata su orden y mete su despensa de vuelta en la bolsa de papel. Luego de ello, la deja sobre la mesa del comedor. Jungkook es su sombra, nunca alejándose un milímetro de su cuello.

— Ahora vas a subir y te dirigirás a tu habitación.

— ¿Qué buscas...?

— ¡Hazlo! —Vocifera— No quiero que tu omega llegue y me vea aquí. Tendría que matarlo.

— No te atreverías —Gruñe, pero el asesino no se inmuta.

Ambos suben con extrema lentitud las escaleras hasta que están en la habitación, sombría de repente. La luz cálida no logra transmitirle esa sensación de seguridad que siempre le ha dado. Ahora es un destello lúgubre, que lo encandila.

— Eres un terrible manipulador, vendido al crimen, mentiroso y desleal —Lo acusa, indicándole que se ponga de rodillas con las manos en alto— Dime, Namjoon, ¿qué se siente saber que los omegas que Byun tenía de rehenes murieron por tu culpa, uh?

Hate Me (Kookmin).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora