05 ‹ omega

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Hay un denso olor a medicamento en el ambiente, inclusive escucha a lo lejos los pasillos ajetreados por la llegada de ambulancias de vez en cuando.

Ha perdido la cuenta de los días que lleva postrado sobre la cama, con un suero inyectado en el dorso de su mano y sintiendo que su cuerpo pesa cada vez más. Pese a ello, cerrar los ojos resulta ser más una pesadilla que un alivio a su tormentosa realidad.

Suspira, distraído en la oscilación de un reloj en mal estado, cuyas manecillas esconden el transcurso del tiempo. Cree haberle comentado a la enfermera sobre ello, pero ni siquiera fue capaz de darle un poco de sal para su sopa insípida.

Con esa misma enfermera tuvo una acalorada discusión sobre si debía mantener o no su anillo de bodas. Era tan importante para él, que ni siquiera permitió que se acercase a la reliquia. Sabía muy bien que de quitárselo, no lo volvería a ver debido al elevado costo.

Era lo último que le quedaba del alfa, después de todo.

Escucha que alguien se acerca a su puerta, hasta ve la sombra de un par de pies por debajo de la misma. Hay un chillón perfume de jazmín danzando por el aire, picando su sensible nariz. Podría reconocerlo a kilómetros.

La puerta se abre abruptamente y por ella se adentra la estilizada figura de una mujer con el ceño profundamente fruncido. Su menudo cuerpo está cubierto por un saco de piel de lobo. Sí, aquel detalle siempre le pareció un tanto escalofriante, comenzando con la incógnita de... ¿En dónde lo había conseguido?

¿O cómo?

Tiembla levemente cuando ella le mira con rabia, se acerca y le propina una bofetada tan sonora que acalla el jadeo de sorpresa por parte de su enfermero en turno.

— Eres un inútil. Te lo advertí, ¿no es así, Park Jimin?

— Mi apellido es Kim... —Se defiende, pero sus palabras no igualan ni la mitad el tono de la omega.

— No le faltes el respeto a tu apellido. Te dije que enlazarte al inútil de Kim únicamente te traería problemas —Vocifera. El alfa a su cargo hace el amago de intervenir, pero detrás de la mujer se adentra la imponente figura de otro alfa que no tarda en hacerle callar.

— Debiste quedarte en casa, hijo —Dice con tranquilidad, encogiéndose de hombros— Si mueres, no es como que vaya a quitarme el sueño. Te di la oportunidad de vivir una vida digna con el señor Song y la desperdiciaste.

Su corazón duele, incluso su omega se retuerce por la indiferencia implícita en sus palabras. Sus ojos se han llenado de lágrimas que terminan rodando por sus mejillas, nublando su visión.

— Papá... Mamá... Yo... —La mujer bufa, pinchando su costado con sus uñas acrílicas.

— No me llames así. Para ti soy Nura —Jimin asiente, limpiando su rostro con el dorso de su mano.

Ni así, moribundo, la mujer es capaz de ser la madre que Jimin siempre esperó tener. Siendo una omega, es tan dura y estricta. Sus ojos maquillados lo miran desde arriba con asco. A través de sus pestañas, su odio desmesurado no ha cambiado.

— ¿Para qué han venido?

— Al parecer requerían nuestra presencia para seguir pagando tu estancia en el hospital. No hay más alfa que esté a tu cargo, así que tu padre tuvo que firmar. ¿No te advertimos que esto pasaría? Casarte con un policía de rango medio... Qué vergüenza. Encima quedaste viudo.

Se ríe con amargura, en su cara. Sabe que ama tener la razón. Eso le hiere, pero no tiene energías para hablar lo que su mente dicta. Se abraza a sí mismo, murmurando un "Te necesito, Namjoon" con la fragilidad del aleteo de una mariposa.

Hate Me (Kookmin).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora