07 ‹ detective

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Su cuerpo tiembla aunque Soobin le ha cubierto con una delgada manta que los paramédicos le ofrecieron.

Estaba tan conmocionando por los sucesos, que cuando la policía y los forenses llegaron a la escena, Jimin seguía plantado sobre sus rodillas al frío suelo de losas blancas y percudidas por la sangre.

Soobin se había encargado de él desde entonces, llevándolo a una zona alejada del disturbio ocasionado por la presencia del equipo de seguridad. Jihoon le había prometido que hablarían cuando todo estuviese más calmado, y como siempre, le había entregado una barra de sus chocolates favoritos.

De todo el rato, el alfa menor solo se separó de él para recibir un informe de la situación que después daría a Jimin. Habían decidido en conjunto que lo mejor era que el detective no se envolviera directamente con el caso cuando ni siquiera podía responder la lluvia de preguntas que le habían hecho como testigo del incidente.

Jihoon, gracias al cielo, había sido capaz de hacerlo en su lugar.

— Jimin, voy a llevarte a casa —Soobin le dice, a lo que asiente escuetamente.

Se levanta y permite que el joven, con quien llevaba días sin establecer palabra alguna luego de su último encuentro, lo lleve hasta su auto. El omega le entrega las llaves, y así es cómo conduce hasta que se integran a la avenida principal y entonces puede manejar libremente en dirección a su casa.

El joven muchacho prende la radio, y por los parlantes se reproduce alto la canción del afamado grupo británico The Beatles, Hey Jude.

Jimin rompe en llanto sin poder resistir esa necesidad urgente de dejar atrás su fachada de indiferencia nuevamente. Era vergonzoso que ya fueran dos ocasiones seguidas, con personas distintas, pero no podía tolerar la quemazón de su corazón cada que recordaba que la situación se le iba de las manos.

Soobin se detiene en cierta parte del camino, oscurecido debido a que la noche ha avanzado y consumido el día con hambre.

Acaricia la espalda del rubio, luego su brazo, y finalmente se devuelve a su hombro derecho, que es el más cercano a él. Jimin no le aleja, tampoco lo incita a más, solo cubre su rostro en un vano intento por ocultarse de la mirada preocupada del menor.

— Jimin, todo va a estar bien.

— ¿Cómo va a estar bien si acaban de asesinar a una persona frente a mis ojos y no he hecho nada para evitarlo?

— Jimin...

— ¿Cómo va a estar bien si Namjoon está muerto?

— Para ya —Advierte el joven, pero el omega continúa.

— ¿C-Cómo va estar bien, si no soy capaz de detener a Usagi?

— Es una situación complicada, Jimin, pero tarde o temprano vamos a llegar a él.

— No, detente. Nadie puede entender lo que llevo sufriendo desde el día que mi alfa se fue —Sin poder hacer nada al respecto, Soobin observa como el omega sale del auto con violencia tras quitar el seguro de la puerta con sus dedos.

Jimin corre a través del camino mientras sus lágrimas nublan su visión y sus pies se incomodan por los zapatos, que termina quitándose y lanzando lejos.

Escucha que Soobin grita a la distancia, pero no se detiene. No cuando lo único que quiere es que un auto lo arrolle mientras sus pies se mueven sin control y sus cabellos se alborotan por el viento.

No había tomado sus medicamentos y ahora era presa del pánico.

Llega a las faldas del bosque, y cuando llama a su omega, en busca de algún resquicio de lo que alguna vez fue un omega saludable que adoraba correr a través de los pinos, no hay nada más que un silencio estremecedor que le arranca un grito de histeria.

Hate Me (Kookmin).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora