En aquel día, Hanae regresó al anochecer después de estar con Seung. En camino a su apartamento, no paraba de fruncir el ceño y preguntarse qué pasaba, que por qué él había dicho algo como aquello. De alguna manera, había sentido algo diferente en aquella visita; no sabía muy exactamente qué era lo que había cambiado, pero algo distinto había. Y eso la mantenía pensantiva. Porque algo dentro de ella estaba tratando de decirle algo, sin embargo, quiso creer que eran ideas de suyas. Para ese momento, realmente no estaba muy dispuesta para atormentarse por quizás escenarios creados por su tonta y tal vez muy dramática imaginación, así que esa noche se lavó su cara, sus dientes, se puso su pijama y fue a dormir.
Al día siguiente despertó con el mismo sentir, molestándola. Ni siquiera tardó más de veinte minutos despierta cuando se dijo que tenía que hacer algo al respecto. De alguna manera, se le ocurrio la repentina idea de ir a Busan y visitar una de sus hermosas playas, quizás distraerse y hacer algo distinto podía ser una buena opción; a veces necesitamos un respiro de nuestra propia realidad. Y no tardo en sonreír al pensar en que sería una muy buena idea llevarse a Jimin, puesto a que el chico llevaba ya tiempo sin salir del todo de su hogar. Realmente lo entendía, pero aseguraba que un corazón no podía curarse estando encerrado todo el tiempo: él también necesitaba un descanso de su realidad.
— ¿Qué te parece?—Hanae preguntó después de decirle a Jimin su plan. Metía unas cuantas cosas en su bolso de tela.
A pesar de que la llamada estuviese en alta voz, no escuchó nada durante los siguientes segundos. Después Jimin suspiró.
—No lo sé...
— ¿Es una mala idea?—miró su celular, como si se tratase de él—. Sólo es ir a Busan, ya sabes, ir a visitar... Pero claramente no te voy a obligar. Si no te sientes de ánimos, está bien, Jiminnie.
—No, no. Tienes razón—se escuchó que Jimin habló apurado, como si quisiera evitar que sus propios pensamientos lo consumiesen—. Claro que iré, la pasaremos bien.
— ¡Sí! Exacto—Hanae sonrió—. La playa Haeundae es linda.
—Lo sé—Jimin habló con más animo—, fuimos allí hace unos años.
—Y es momento de volver a ir—Hanae le recordó—. Es tiempo de que nuestra piel agarre un poquito de color, Jimin, estamos pálidos.
—Pero si tú vives escondiéndote del sol siempre—comentó Jimin, burlándose de ese comentario tan irónico.
Hanae rió. Era cierto que siempre vivía tratando de que los rayos del sol no la tocaran tanto. En su defensa, demasiada exposición a los rayos UV eran malos para la piel
—Ay, sabes a lo que me refiero—replicó—. ¡Te veo en la estación de Seúl en una hora, chico!
Jimin sonrió al escuchar cómo la llamada se cortaba. Sin embargo, su sonrisa desapareció al instante al ver su departamento hecho un desastre. Los últimos días no habían sido demasiado buenos para él; sentía que apenas tenía ánimos para levantarse de la cama. Sin embargo, no se podía permitir a sí mismo dejarse morir. Entendía su propia situación, pero también sabía que era algo que debía superar. Y ya lo estaba haciendo. Es decir, no era la primera vez que Park Jimin pasaba por esa situación, ya estaba algo acostumbrado. Ya era algo que esperaba que pasase, tan sólo que se creaba falsas esperanzas. Pero las esperanzas quedaron rotas, de nuevo. Y eso le dejó saber que no debía permitir que pasar nuevamente. Hasta ahí debía de llegar esa situación dolorosa. No se lo merecía, era cierto.
Después de una hora y quizás un poco más, Hanae se encontraba fuera de la estación de Seúl. Sostenía su bolso con mucho cuidado, puesto a que estaba un poquito pesado. Llevaba una toalla de tamaño medio, por si acaso a alguno llegaba a mojarse con el agua del mar. También un bloqueador solar, pastillas, lentes de sol, su celular, su monedero con las tarjetas e identificación, entre más cosas. A ella siempre le había gustado ir preparada y así mismo prevenir cualquier contratiempo. Apenas eran las diez de la mañana, así que planeaba que, justo al llegar a Busan, fuesen a visitar algún buen lugar popular para comer. Hanae moría de ganas de comer Bulgogi. No tardó en morder su labio, imaginando a la carne marinada en salsa de soja...
—Con esa cara pareces tener mucha hambre.
Hanae dio un solo respingo y se llevó una mano al pecho de golpe. Su reacción fue mirar a su lado con los ojos bien abiertos. Un Jimin sonriente la observaba. Sabía muy claramente lo fácil que era asustarla, así que ella rápidamente entrecerró sus ojos, y le dio un golpecito leve en el hombro.
—Casi me matas del susto, tonto.
Jimin sólo soltó una risita, divertido por la situación. El corazón de Hanae se sintió un poco entristrecido al ver sus mejillas. Ya no estaban tan rechonchas como antes, dándole a saber que el chico había bajado de peso. Aquello no era algo que le agradaba demasiado, sabía que a Jimin solía pasarle eso cuando estaba mal.
— ¿Llevas mucho rato esperando?—preguntó él, sacando ligeramente su labio inferior. Parecía un puchero.
—No, no mucho—Hanae elevó las comisuras de sus labios, tratando de dejar de verle la cara con preocupación. Tampoco quería ser obvia con lo del peso, era un tema delicado—. Sólo me falta comprar los boletos. Según vi, el próximo tren de Busan sale creo veinte minutos.
Jimin asintió. Ambos chicos no tardaron en entrar al lugar. Algunas personas iban de allí para acá, apresuradas, sin embargo, no estaba tan lleno como si fuese un fin de semana, que eran los días en donde usualemente las personas decidían dar un paseo o volver a casa después de sus visitas en Seúl. Se acercaron a una de las taquillas y no tardaron absolutamente nada en comprar los boletos. Hanae tenía razón, el tren salía en veinte minutos.
— ¿Qué traes allí?—la chica señaló curiosa la bolsa que traía Jimin.
—Compre unos bocadillos para mientras estuviesemos en el tren—sonrió sin mostrar sus dientes, y la abrió para que ella viera—. Te conozco, sé que no durarás casi tres horas sin querer comer algo.
—Ay, Jimin...
Hanae siempre estaba conmovida por esas actitudes de él. Nunca se acostumbraba. La bolsa tenía distintos dulces y bocadillos que ella amaba con todo su corazón. Sinceramente, Jimin la conocía demasiado. Y era tan lindo que él recordase algo como aquel detalle. No tardó en mirarlo con dulzura.
—No me mires así—carcajeó—. No es como que haya hecho algo del otro mundo.
— ¡Ser tan dulce debe ser algo del otro mundo!—le dijo, acusándolo.
Jimin soltó una risa, negando con la cabeza. Y le observó el hombro a Hanae, puesto a que su bolso parecía pesarle un poco.
— ¿Te ayudo con eso, Nana?
—Eh, no, no. No hace falta—le sonrió. Y luego le miró a los ojos, dudando en si preguntar. Igual lo hizo—. ¿Cómo has estado?
No era un pregunta general. Los dos sabían a qué se refería ella al preguntarlo. Jimin apretó un poco sus labios, y luego se pasó la mano por el cabello, peinándolo.
—No estoy en mi mejor momento, pero tampoco estoy como hace semanas—le aseguró, alzando un poco los hombros mientras tomaba aire. Luego lo dejó salir—. He vuelto a bailar, ya sabes, en la Academia y eso. Se me hizo fácil por estar de vacaciones...
— ¿¡Y no me dijiste!?—Hanae lo observó con la boca abierta, sorprendida. Jimin había dejado su amor por el baile desde que estaba con Hanbyul. Ella lo había convencido de que no era algo para lo que estaba hecho, y Hanae claramente le decía que era mentira—. Dios, Jimin, estoy tan infinitamento feliz... Es decir, ¡sabes que tienes demasiado talento para la danza! Me alegra tanto que hayas tomado esa decisión.
La cara de Jimin pareció iluminarse al escucharla decir aquello. Quizás nunca, jamás, lo había admitido. Pero la voz de Hanae, diciéndole siempre ese montón de cosas positivas hacia sí mismo, le hacían sentir tan bien. Era como un abrazo cálido entre la noche de tormenta; así mismo. Y es que tenía miedo. Había pensado en retomar la danza desde el primer momento en donde la había dejado, pero siempre recordaba las palabras de Hanbyul diciéndole que sus movimientos eran sin gracia, y que era mejor no bailar más. Sin embargo, Hanae tenía razón. Siempre la tenía, al parecer.
—Qué bueno es escucharte decir eso...
— ¿Alguna coreo en la que estés trabajando?—le tomó la mano a Jimin, emocionada. Y apretó el agarre mientras le miraba a los ojos, con una sonrisa gigantesca—. Cuéntamelo todo, Jiminnie.
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Love Maze↠p.jimin
Fanfiction❝No puedes darte cuenta, ¿cierto?❞. En donde Jimin arriesga lo incorrecto por un amor falso. ❁Prohibida su copia, plagio o adaptación.