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Cris

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Cris

Termina el día laboral en el restaurante y Margo está preparando un café para mí.

*Serás estúpida...¡¿Por qué lloras?!*

Me quedo sentada en la misma mesa que usó Valerie para contarme su pequeña historia. Mis manos tapan mis pupilas de seguro rojas e hinchadas. Siento como mi cuerpo se encoge en un intento por desaparecer de toda esta realidad. 

Mis padres fueron asesinados por personas de otro mundo.

 Mis hermanos gemelos los encontraron primero. 

Mis hermanos arreglaron el crimen a conveniencia.

El chico que me llevó a mi casa era mi hermano mayor, a quien no conocía en ese tiempo.

Me dejaron sola con mis padres muertos.

Quien sea que los haya matado, no sólo iba a por ellos. También por mí.

-Toma, está como te gusta - Margo me ofrece una taza bien caliente de café.

Le sonrío y acepto la bebida. Me acerco al borde de la taza y tomo un sorbo, se libera una pequeña sonrisa mía al sentir el sabor fuerte del café y el pequeño, casi imperceptible, sabor del azúcar.

*Que rico...*

Margo me mira pero no pregunta nada, en el restaurante los empleados no cuentan sus vidas personales. Y en parte lo agradezco, no tengo ánimos de crear toda una mentira que cubra los hechos recientes.
Todo lo que he vivido durante toda mi vida pasa como un rodaje lento y cruel.
¿Cuánto de ello fue siempre una farsa?
Es autocompasión, pero aún no consigo comprender...

-Más bien no quieres entender...

...por qué me mintieron durante tanto tiempo. Siempre odié mi vida temerosa y confinada pero, justo ahora, la deseo más que nunca. Deseo mil veces ser una chica de casa, llena de miedos e inseguridades...que una supuesta desdoblada perseguida por no sé quiénes que tratan de asesinarme por algo que no conozco siquiera.

*Entonces, ¿Por qué quieren matarte?*

*¿Te buscarán sólo en Città Coraggiosa o aquí también?*

*Si querían hacerlo desde hace tanto tiempo, ¿Por qué te avisan hasta ahora? ¿Por qué aún no te matan?*

Son demasiadas preguntas sin respuesta. La cabeza me da vueltas, siento que en cualquier momento caeré. Termino mi café y le agradezco a Margo, quien no deja de mirarme preocupada.

- Creo que ya debo irme - Me levanto de la mesa y le doy la taza a Margo - Nos vemos el sábado.

Finjo una sonrisa y me despido de ella, Margo no dice nada, sólo me sonríe y agarra la taza de café vacía.

¡Mi Mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora