XVIII

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[Felix]

Siempre me ha asustado Changbin, pero, no puedo hacer nada, estoy condenado a estar a su lado.

Estaba viendo mi reflejo ante el espejo, comencé a ver, que en lugar de estar bañado en agua, era un líquido carmesí.
Me asuste demasiado, miré mis manos y estas estaban igual, me giré a la bañera, y vi que en ésta estaba aquel cadáver calcinado de semanas atrás.
Sus ojos huecos me miraban, de pronto sentí una mano en mi hombro, la cual me hizo saltar.

— ¿estás bien cielo? — preguntó el hombre que me miraba.

— Yo — miré mis manos, miré de vuelta a la bañera, todo ha desaparecido — Estoy bien. ¿Ya está la cena?

— Por eso vine, para que bajaras a comer— tomó delicadamente mi rostro, lo levantó para conectar nuestras miradas — Estas adelgazando demasiado, no quiero que desaparezcas corazón — dejó un cálido beso en mis labios, ¿por qué no puedes ser así siempre?, miró mi torso desudo, y junto a él, una gran mancha púrpura en mi costado derecho — Perdóname por eso, debe dolerte mucho no era mi intención lastimarte, pero no me dejaste otra opción, solamente estabas coqueteando con él,  y yo no iba a permitir eso. ¿Me perdonas? — dijo con un puchero, sujeté su mano.

— No hay nada que perdonar, fue mi culpa.

Dejó otro beso en mis labios y bajamos tomados de la mano a la cocina.
Él ha hecho espagueti con albóndigas, su especialidad.
Nos sentamos, yo a su lado como siempre, cenamos juntos, estaba hablando de lo difícil que era la maestra de literatura, JiSoo era una maestra complicada, si no quedaba como ella decía, dejaba el doble de trabajo.
O al menos eso hacía con mi compañero Chan y conmigo, ¿será que es por nuestra nacionalidad?.
Changbin me miraba atento. Sin expresión alguna

— Lixie, ¿cómo es que llegaste a Corea?

— Hmm, escapé, estoy escapando. — ¿debo contarle eso también?, yo no sé nada de él.

— ¿De la voz? — Vaya, después de todo si me hace caso.

— Sí, escapo de la voz.

— Si ella te encuentra aquí, ¿también escaparás?

— Probablemente — dije metiéndome un poco de espaguetis a la boca.

— ¿Me dejarás? — su tono de voz suena melancólico.

— Escaparemos juntos, no te dejaré.

— Si los oficiales me atrapan, ¿irás conmigo a prisión? — ¿a qué viene esa pregunta?

— Supongo que también me condenarán por cubrir tus espaldas, y por ma... Ma... — No puedo decirlo, yo no lo hice, fue él quien me hizo hacerlo.

— ¿Ma? ¿Matar a Tzuyu? — dijo mirándome ladino.

— Sí, por eso. El punto es que a donde sea que vayas estaré ahí — dije tratando de evitar cualquier otra pregunta.

El tomó mi mano, la acarició, olío y besó — Jamás te dejaré volver.

Me da mucho miedo cuando toma esa actitud, me da miedo que él se vuelva así de "tierno" conmigo, me asusta que me estoy enamorado cada vez más de él.

Tomé su mejilla, y la acaricié, su tersa piel de su mejilla era muy cálida y limpia, sus ojos que se posaban mirando los míos, él es perfecto. Claro, como todos, tiene su "desperfecto" aquel que me asustaba mucho.
Nos levantamos, lavé los trastes de la cena, él los acomodaba y subimos, cada quien a su cuarto.
Mañana teníamos clases, y de las peores materias, así que teníamos que descansar bien.

Apenas entrar, me acosté y perdí la lucha contra Morfeo, cayendo en un profundo sueño.

𝐿𝑒𝑡 𝑚𝑒 𝑏𝑎𝑐𝑘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora