XXVIII

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Felix terminaba de limpiar, al igual yo de preparar la comida.
La puse sobre aquella mesa, Felix no sabía el pasado de ésta, por ello no comprendía mi temor al estar allí sentado.
Comenzamos a cenar mientras platicamos de cosas de la escuela, si volveríamos a la otra casa o iríamos a una nueva.
Entre la plática salió lo de los asesinatos, y mi pasado.
Preferí no darle detalles, no quiero que se asuste y se vaya.
Tampoco es tan malo, solamente mi madre mató a mi padre... Y... Luego yo la maté a ella.
Era su vida a cambio de la mía, mi egoísmo me superó, la desesperación de estar atado a esta persona, que solamente me hacía volver a aquel lugar que siempre quise escapar.
Creo que después de todo. La vida de ella acabó después de matar a papá.
Su carrera de escritora se iba desmoronando, al igual que ésta fría casa.
Sus libros comenzaban a ser deprimentes, comenzaba a sentirse un poco más vacía de lo usual.
A nadie le extrañó encontrarla atada a un árbol.
Nadie le extrañó que yo buscará toda la atención posible, que buscará ser integrado y aceptado en la sociedad.
Poco a poco esa idea se fue desvaneciendo.
La idea de aceptar a un asesino era nula, la idea de estar con alguien que realmente me amara era tan inexistente como la vida de mis padres.
Pero llegó él, llegó a sacarme de los malos pensamientos y situaciones absurdas que solamente me lastimaban.

Llegaron esos ojos brillantes que me miraban esperando por una respuesta.
Tan inmerso estaba en mis pensamientos que no lo escuché.

— Binnie, sé que te sucede algo, ¿no te gusta ésta casa? Vamos a la otra, no necesitamos volver más aquí.

Aquel joven siempre trataba de comprenderme y entenderme, a pesar de que jamás le di una explicación ante mis actitudes repentinas.
¿Así se siente ser amado incondicionalmente?

Sus cálidos brazos rodearon mi cuello, dejando un beso en mi mejilla para recargar su cabeza detrás de mí hombro.
Simplemente escondí mi rostro en su cuello, y comencé a dejar salir aquellas lágrimas que estaban siendo reprimidas hace unos instantes.
Me asustaba hacer el plan, y no volver a ver esos ojos que tanto amo.
Estoy asustado. Lo reconozco, pero es necesario para estar bien juntos.

No sé cuánto tiempo permanecimos así, él solamente estaba callado, dejando que desahogara todas mis penas en su hombro.
Tal vez solamente necesitaba llorar.
No necesitaba matar a todos los que me rechazaron.
Tal vez solo debía esperar con paciencia la llegada de él a mi vida.

[...]

Al final, la espera era lo que realmente cansa.

𝐿𝑒𝑡 𝑚𝑒 𝑏𝑎𝑐𝑘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora