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Sus labios como suaves ondas se estiraban mientras aquella melodía a la que tanto se había acostumbrado llegaba a sus oídos como un arrullo

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Sus labios como suaves ondas se estiraban mientras aquella melodía a la que tanto se había acostumbrado llegaba a sus oídos como un arrullo. Se detuvo en ella y apretó sus labios al tomar aquel sobre en su mano. Por el peso supuso que Caldwell había cumplido y aquello alivió su corazón.

—Seghor Gibbghs, adelághtese, lo alcanzarégh logo.

El anciano asintió y él caminó presto hacia aquel cuarto ante la imagen extrañada de Dana. Se sentó en el camastro y bajo el rayo cálido de luz que ingresaba por la ventilación, rompió el lacre y las libras escaparon del sobre. Las dejó a un costado y tomó la carta de su amigo desplegándola frente a sus ojos y deteniéndose en cada una de sus palabras.

Rutland:
Al fin has dado alguna señal de lucidez, querido amigo, pues la última vez que te vi divagabas en mundos alternos e invisibles. Quisiera pensar que eran hermosas piernas largas envueltas alrededor de tu cuerpo, las que te atormentaban.

Gabriel sonrió y podía imaginar el tono de voz de su amigo al pronunciarlas. Enmarcó una ceja y movió su cabeza en negativa. Claro que él también lo hubiera deseado, hermosas noches en buena compañía a estar perdido en semejante pesadilla. Volvió a concentrarse y continuó la lectura.

Menos mal que recordaste aquel asunto de faldas que nos envolvió en semejante odisea, pues de lo contrario hubiera creído a todas las habladurías y  no estaría escribiendo estas palabras en estos momentos.

Tu hermana ha enviado una carta avisando de tu terrible ventura con la mujercita, solicitando información y rogando discreción. Te aseguro que lo creí, esa enfermerita no se despegaba de ti aquel día, y me dio mala espina. Ten cuidado con ella y no te confíes, pues no te ha hecho bien, sino un gran mal.

Tu familia ha tenido sesión en el tribunal, aducen que no estás bien y varios testigos lo afirmaron. Por supuesto que no me presté a ese asunto, no por creerte cuerdo, porque créeme que esos días estabas tan loco como Lady Rafee; sino porque me dio real pena lo que te estaba sucediendo.

Solo puedo decirte que ya han enviado la petición a la reina, quien para tu suerte está en asuntos complicados  con el opio  y aún no se ha explayado en ese asunto, supongo yo que por el cariño que te guarda, de lo contrario estarías perdido. El tribunal no demoró en aceptar los testimonios y sumado a tu desaparición en medio de la noche y sin claras ideas o señales de tu salud, han creído que lo mejor es que Murray tome control de tus bienes, por lo pronto de manera provisoria.

Otro asunto que me apena decirte pero que creo eres merecedor de saber, es que tu madre está muy enferma. He oído que sus fuerzas son muy escasas y apenas si esta despierta por cortos momentos. Creo que todo este asunto le ha afectado en demasía y el doctor Wilkins no ha podido hacer mucho por ella. Lo lamento mucho.

En dos días nos veremos en Londres. Esperaré por ti en mi casa y veremos cómo seguir.

Frank Caldwell
Conde de Cronualles

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