COMPLETA
N°1 ranking Novela Histórica Mayo 2020
ROMANCE HISTÓRICO
Año 1839 En Inglaterra.
Gabriel Reece Relish, es el duque de Rutland. Jóven, sumamente inteligente, elegante, intrépido, repleto de magnificencia y desparpajo, que desperdicia la vida...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Apoyó su espalda contra el marco de la puerta mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho e inspiraba hondo. Del jardín que rodeaba las paredes grisáceas del palacio, subía un perfume embriagador a rosas y lirios, que se entremezclaba con el de la hierba verde. Cerró sus ojos un instante tratando de concentrarse en cómo se sentiría aquella hierba perfecta rozando sus pies descalzos.
Unos cascos de caballo acercándose le hicieron abrir rápidamente sus ojos y detenerse en el galope del semental. No apartó su mirada de sus líneas perfectas, que de repente se desviaron hacia su espalda ancha, sus brazos fuertes tomando las riendas y siguiendo el mismo ritmo que el caballo al golpear el suelo con sus patas. Apretó el ceño y sus mejillas se sonrojaron indispuestas. Llevó su mano allí constatando el calor que emanaba de ellas y movió su cabeza de un lado a otro en negativa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Deja de mirar donde no debes, Dana… ¿Has enloquecido? —Musitó mientras volvía sus ojos a la duquesa que aún dormía. Los cascos del caballo golpeteando el piso firme de la galería inferior le hicieron asomar su rostro por la baranda del balcón, y sus ojos azules la descubrieron. Un segundo pasó mientras debatía cómo seguir, pues sus ojos dispararon una sonrisa perfecta y para su sorpresa, levantó su mano hacia el balcón saludándola. «Dios mío bendito… » Suspiró mientras levantaba su mano con timidez y le saludaba.
Hizo un paso atrás hacia la habitación y apoyó su espalda en la pared lateral. Su corazón parecía salirse de su pecho hinchado de la emoción y allí se percató que había dejado de respirar desde el mismo instante en que sus ojos azules la habían enfocado. Aquel duque sin duda despertaba pensamientos pecaminosos en ella y la sola idea le hizo sonreír. Era muy guapo y aquello no era novedad, distraía a cualquier mujer que tuviera ojos para mirar aquel porte majestuoso, u oídos para escuchar su voz de mando resonando en los pasillos.
—Dana… —Lady Realish llamó mientras entornaba sus ojos.
—Mi señora… ¿se encuentra bien? —Asintió mientras el sol matinal daba en su rostro que al menos llevaba mejor semblante. Le obligaba a beber agua cada media hora mientras estaba despierta y eso le había sentado muy bien. Su piel se veía mejor, al igual que su mente que ya no deliraba y la fiebre había dejado de subir, aunque su pecho continuaba congestionado y no había dejado de colocarle las compresas.