Capítulo 8: Un largo camino

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—Debes tener hambre —me extiende un bulto blanco —Cómelo, necesitas fuerza para mañana.

Tomo el bulto envuelto en papel y cuando lo abro veo que es un sandwich, es tan grande que podría ser de Subway, no me importa de qué sea, sí tengo hambre, pero hay algo que me intriga.

—¿Qué pasará mañana? —Lo digo con la boca llena de comida.

—Te llevaré a un lugar seguro.

—Y ese lugar...¿Dónde está?

—Pronto lo sabrás, ahora descansa.

Eso me desalentó, ya no tengo tanta hambre, igual el sandwich es muy grande, lo envuelvo con el papel y me recuesto en el suelo. Mientras trato de dormir, comienzo a pensar que tal ves mi sueño fue una visión del futuro.

—Sé que no soy muy guapo, pero no tienes que ser tan obvia.

—Ah... yo no, ¿Qué? —Por lo general cuando me pongo a pensar, miro un lugar al azar y me quedo ahí.

—Mejor duerme —Él está agachado, afilando un cuchillo con una roca, junto a la bombona de gas.

Aún me duele la cara por los golpes de Shelby, tomo un trapo que se veía mas o menos límpio en una esquina de la cabina y me lo restriego por la cara, el golpe en la nariz me sacó sangre porque al verlo el trapo estaba totalmene rojo.

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Hangman me depierta para decirme que debemos irnos, me levanto y, como de costumbre, me miro al espejo para ver qué tan despeinada estoy, noto que estoy usando la misma ropa de mi sueño: jeans azul muy oscuro, converses de botín negros y una camisa roja con el logo de flash.

—¿Estás lista?

—¿Para qué?

—Para salir...para ir a ese lugar seguro del que te hablé..., no habrá luz —Me lo dice como si fuera tonta.

Tomo el sandwich, lo desenvuelvo y le doy 3 mordiscos antes responder con un asentimiento de cabeza y reenvolver mi único alimento, él apaga la pequeña luz y luego escucho los ruidos del metal que ahora sé que son de la puerta, él me toma el brazo y me hala para indicarme por donde salir y comenzamos a correr, ya no puedo ver nada.

—¿Por qué no hay luz si ya es mañana? —Lo pregunto al aire ya que no sé a donde dirigir mi mirada.

—Porque los obreros no vienen a trabajar los sábados —Eso tiene sentido...espera, ¡¿Hoy es Sábado?!

Después solo se escuchaba un vacío silencio, a excepción de nuestros pasos y la entrecortada respiración de Hangman. Nos detenemos un momento y escucho un rechinido, parece de la puerta de metal al final del pasillo, por supuesto que el descanso no dura mucho, rápidamente retomamos el paso y se vuelven a escuchar los mismos gruñidos de anoche. Corremos un buen tramo antes de detenernos, él me toma del hombro para empujarme suavemente a traves de un pequeño pasadizo, me arrastro entre las paredes y llego a una mini habitación, Hangman me hace a un lado para poder mover un objeto que suena como a cemento:

—Agáchate y entra —No sé a dónde quiere que entre pero hago lo que me dice sin tanto pensar y encuentro un pequeño agujero en la pared.

Hangman me toma por el brazo para que me levante después de atravesar el agujero y seguimos corriendo, aquí se escuchan más los gruñidos de esas cosas. Después de un rato corriendo nos detenemos y escucho unas llaves, Hangman está abriendo una puerta, también de metal, ¡¿En este lugar solo hay puertas de metal o qué?!, me pide que entre casi desesperado y obedezco, vuelve a cerrar la puerta con llave y ahora se escucha algo como un palo de madera.

Una luz a solo 2cm de mí, me incandila los ojos, cuando se modulan los colores, solo lo encuentro a él sosteniendo una antorcha y un largo pasillo, bastante angosto para ser parte del centro comercial, ahora no se escuchan los gruñidos sino gritos de desesperación. Mientras atravesamos el pasillo le pregunto:

—¿Qué son esos gritos? —Al terminar mi pregunta ya hemos llegado al final del pasillo.

—Por favor no te asustes,... en serio, no grites...por favor —Él es quien está asustando. Pero cuando abre la puerta cambiamos de rol y ahora pienso que este hombre es un psicópata muy sádico.

HangmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora