Capítulo 14: Mi turno

16 1 0
                                    

Ya me estoy preocupando, no puedo llegar al refugio y no se me ocurre otra idea, si me quedo aquí las criaturas podrían encontrarme y comerme. No puedo gritarle a Hank y Debby, ellos no me escucharían y atraería a las criaturas. No tengo otra opción, tendré que esperar a que vuelva Kevin. Se que volverá, confío en él y en su fuerza, no se dejará vencer tan fácil. Debería volver a la erena, para revisar. Si Kevin aún está vivo, me salvará, pero si no, igual me comerán, tal ves no es la mejor idea pero hay veces que solo hago las cosas por impulso y ahora me dirijo a buscar otro destello de luz para encontrar la guarida de las criaturas.

Llego a la entrada del escondite y hay una mancha de sangre en el suelo, debería sentirme mal por dejar morir a Will para salir de este lugar y salvarme, porque regresé y eso signigica que su muerte no sirvió de nada, que malagradecida soy.

Aún se escuchan los gritos de las criaturas, Kevin y Horast deben estar peleando todavía, llego a la arena y efectivamente, Horast está masacrando a Kevin, lo tiene sujeto del cuello con una mano y con la otra le está presionando el tronco, Kevin trata de zafarse pero no puede. Mientras veo este horrible espectáculo, se me ocurre una idea muy estúpida, correr hacia Horast y clavarle en el brazo el cuchillo que me lanzó Kevin, no se me ocurre otra forma de ayudarlo, pienso en las posibilidades, hay más probabilidad de sobrevivir si sigo mi instinto suicida.

Comienzo a correr, apartando a todas las criaturas que se atraviensan en mi camino, al llegar a la arena salto para clavarle el cuchillo a Horast en el brazo pero en ves de eso, se lo clavo en el hombro, mal calculo pero igual de efectivo, la gigantesca rata suelta a Kevin quien cae al suelo sin poder levantarse.

Kevin: —¡¿Qué haces aquí?!, ¡Te dije que te fueras!

Yo: —¡¿Pretendes que te dejara?!

Horast: —Niña tonta. No puedes salvarlo. Ahora también morirás —Ahora Kevin es mi traductor.

Horast se saca el cuchillo del hombro y me lo arroja, yo quito el brazo para evitar quedar mutilada, pero soy muy lenta y me hace un corte profundo. Me duele pero casi no lo siento, supongo que por la adrenalina, me pongo de pie y voy a ayudar a Kevin, cuando lo levanto veo el cuchillo en el centro de su pecho, no lo había notado antes.

Kevin: —Vete..., si te quedas morirás.

Yo: —No te dejaré. Te necesito, te necesito porque sin tí, vivir ya no tendrá sentido. Debby te necesita, Hank te necesita..., ¡Te necesitamos!

Kevin: —Jamás había escuchado la misma palabra tantas veces en una sola frase —¡¿Sí tiene fuerzas para hacer una broma pero no para levantarse!? —Siento decepcionarte, pero un discurso alentador no hará que, mágicamente, tenga fuerza para pelear otra vez.

Yo: —¿Crees que el dolor te haga reaccionar?

Kevin: —¿Ah?..., ¿Qué?, ¿De qué hablas? —Le desentierro el cuchillo del pecho y él suelta un suave grito de dolor, un líquido negro brota de la herida, trato de no prestarle mucha atención.

Yo: —Perdón pero si tú no haces nada tendré que hacerlo yo misma: —Dejo a Kevin en el suelo y corro hacia Horast, quien se pone en posición de pelea. Él me dice algo que no entiendo —¡Yo no hablo ruso idiota!

Horast parece estar feliz de que ahora solo tiene que pelear con una niña que es 3 veces más paqueña que él. Pero su tamaño no me preocupa, vivo en un ciudad peligrosa, puedo defenderme bien, es lo primero que se aprende.

Horast: —Tu ser mucho pequeña —Es el mejor español que puede pronunciar —Tu morir ahora. Tu no salir de aquí vivo.

Cuando estamos a punto de chocar, yo me deslizo entre sus piernas y le hago un corte muy profundo en el tobillo, él cae pero se incorpora rápidamente. Trato de recordar los puntos débiles de una persona, los vi en una película. Cuando Horast se levanta, toma el cuchillo del suelo y me lo arroja pero de nuevo lo esquivo, luego lo recojo y comienzo a correr alrededor de él para marearlo. Cuando cae, no por estar mareado sino por la herida en el tobillo, me dirijo a su espalda y salto para clavarle ambos cuchillos. No creo que ésta sea la mejor idea, Kevin lo hizo y casi queda aplastado, Horast tiene la misma idea de caer de espaldas, suelto los cuchillos a tiempo y al caer al suelo me agacho, detrás de mí una montaña impacta contra el suelo, ese es Horat. Ya estoy muy cansada para seguir, pero no puedo detenerme ahora, no parece que mis esfuerzos esten haciendo una diferencia, él no se ve cansado. De repente una mano toca mi hombro.

Kevin: —Creo que es suficiente, buen trabajo, pero esta es mi pelea. Gracias por relevarme.

Yo: —¿Ya estás mejor?

Kevin: —No te preocupes, estoy bien, solo necesitaba descansar un poco.

Horast: —Dejen de hablar —Él se saca uno de los cuchillos de la espalda y me lo lanza, esta vez no sé cómo esquivarlo, cierro los ojos y, justo antes de que el cuchillo pueda llegar a mí, Kevin lo atrapa con ambas manos —Hangman, veo que ya tienes fuerzas para pelear. Entonces acabaré contigo primero y luego me comeré a tu linda novia.

Yo: —No somos novios.

Kevin: —Quédate aquí, voy a matar a Horast. Te lo prometo —Luego camina hasta quedar frente a Horast —Es tu última oportunidad, ríndete y no seré cruel contigo.

Horast: —¿Crees que me voy a rendir ahora?, ya te dije que no puedes ganarme. ¡Soy muy fuerte para ti!

Kevin: —Tal ves, pero estás cansado, lo veo en tus ojos, quieres parar, dices que no puedo vencerte para ganar tiempo, porque sabes que yo ganaré.

Horast: —Entonces adelante, si te atreves. Hace 10 años pudiste haberme matado y haberte ahorrado todo esto, pero fuiste débil y ahora tu novia está herida, por tu falta de valor.

Kevin: —¡¿Quieres valentía?!, aquí la tienes —Él salta sobre Horast y comienza a escalar por su cuerpo. La gigantesca rata trata de quitárselo de encima pero Kevin lo esquiva.

Cuando Kevin está a punto de clavarle el cuchillo en la cabeza, Horast lo sujeta por la cara, lo cual hace que falle y clave el cuchillo en el hombro, la rata presiona su máscara tanto que le hace una grieta, luego arroja a Kevin al suelo.

Yo: —!Kevin...!.- Ambos me ven.

Horast: —Ya sé qué puede hacer que te rindas de una vez: —Desentierra el cuchillo de su hombro y me lo lanza.

Ahora siento un vacio en le pecho, una punsada de dolor taladra mi cuerpo y caigo al suelo, bajo la cabeza y veo el cuchillo en donde debería estar mi corazón.

Kevin: —¡Casey!. ¡Maldita rata!, me las pagarás —Se levanta como si la ira lo moviera.

Horast sonríe maliciosamente y se prepara para seguir peleando, Kevin comienza a correr hacia su oponente y en el camino toma una de las granadas de su cinturón y le quita el seguro, luego la lanza hacia Horast y explota haciendo que caiga de espaldas. Kevin salta sobre la gigantesca rata y justo antes de que pueda atacarlo, yo le clavo el cuchillo en la frente a Horast.

HangmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora