Capítulo 9: Personas.

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—¡¿Qué es esto?! —Pensé al ver a un monton de hombres encerrados tras barrotes de acero retorcidos. A juzgar por sus costillas descubiertas, puedo ver que estas personas no han comido nada en mucho tiempo, todos dicen cosas que no entiendo, están hablando en ruso, pero alguien dijo unas palabras que sí entendí, el hombre hablaba español y ahí pude asegurarme que estaban pidiendo ayuda. Al llegar al final del pasillo de sufrimiento, Hangman abre otra puerta y salimos, al cerrarla le pregunto lo más calmada que puedo:

—¿Qué fue todo eso?

—Paciencia, entenderás todo cuando lleguemos —Su repuesta me molesta, no creo poder aguantar tanto.

Recorremos otro largo pasillo y llegamos a otra puerta de metal,  Hangman ya apagó la antorcha y del otro lado tampoco hay luz, esta vez no corremos tan rápido. Con mis manos puedo sentir algo como unos picos rocosos, y ya no puedo soportar más:

—Tengo que saber qué fue todo eso, porfa diiiimeeee —No creo que me sirva suplicar, este tipo no parece de esos que ceden facilmente.

—Solo te diré que, en realidad el camino no es tan largo, pero sí muy  perturbador, eso lo hace largo.

—¡¿Y no había otro camino?!

—El otro camino es más peligroso, no quiero que a mi invitada se la coman viva —Eso sí sonó perturbador.

Mientras tanto seguímos caminando rápido y pude notar que a lo lejos hay una suave luz. Trato de no prestarle atención ¿Pero cómo no hacerlo?, es la única luz en un radio de... mucho. Persigo la luz con la mirada y sin saberlo, nos acercamos  hasta quedar debajo de ella.

—Sujétate.

—¿De qué?

—A mi espalda. Vamos, no tenemos tanto tiempo —A penas puedo ver con esta tenue luz, solo levanto los brazos y un cuerpo musculoso me eleva del suelo, Hangman saca sus cuchillos de las botas y los clava con fuerza en la  pared, luego comienza a escalar, va muy rápido, ¡Este tipo no es humano!, ¿Cómo puede tener tanta fuerza?

—No mires a bajo —Ese comentario nunca ayuda, miro a bajo y no encuentro el fondo por la falta de luz, pero imagino una profunda fosa. Realmente no le tengo miedo a las alturas, aunque siempre estoy sujeta a un cable o una cuerda, o hay un barandal, pero esta vez no estoy segura de nada, no sé si confiarle mi seguridad a un hombre cuyo nombre significa Verdugo, prefiero cerrar los ojos y esperar. Al fín llegamos a la cima y él me baja, hay una puerta de metal y una ventana polarizada, luego él apaga la luz y abre la puerta.

—Entra —Hago lo que me dice y él cierra la puerta detrás de mí.

—¿Quién es ella? —Oigo una voz de niñita. ¿Dónde estoy?

—Una amiga.

—¿Por qué la trajiste aquí? —Esta vez es una voz de hombre, parece de anciano.

—No tengo otro lugar a donde llevarla y le dije que iríamos a un lugar seguro.

Hangman enciende una vela y ya puedo ver, tengo en frente a 2 personas: un hombre mayor en silla de ruedas y una niñita con un sucio vestido rosado, ambos están usando máscaras de gas iguales a la de Hangman.

HangmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora