Aileen estaba en cama, supuestamente dormida, pero no había sido capaz de conciliar el sueño. Después de la cena con su padre y de ver parte de un programa de televisión en el que hacían distintas tonterías, había decidido irse pronto a cama con la escusa de que estaba muy cansada y de que al día siguiente tenía clase. Había dejado casi la mitad de la cena, objetivo conseguido. Su padre se había quedado en el salón viendo aquel programa y esperando por su madre.
Pasaban de las once y media cuando escuchó el ruido de la puerta de entrada. No podía escuchar muy bien la conversación de sus padres, pero sí distinguía que estaban hablando. Casi media hora después se dio cuenta de que cada vez alzaban más la voz, y que no chillaban porque, supuestamente, ella estaba durmiendo.
-¡Ya casi no pasamos tiempo en familia como lo hacíamos antes! – Le escuchaba decir a su padre
-¿Y crees que eso a mi no me afecta? ¡Pues claro que me gustaría pasar más tiempo con vosotros! Pero tengo un puesto de trabajo que mantener, algo que da de comer a nuestra familia, y eso parece que a ti no te importa – Contestó su madre soltando cada palabra como si fueran dardos envenenados.
-¡Pues claro que me importa! Pero que tengas que mantener tu trabajo no quiere decir que tengas que hacer todas las horas extra que hay ¿entiendes?
-¡Parece que el que no lo entiende eres tú! Sabes que ese dinero nos hace falta ahora más que nunca, Manuel. Antes vivíamos sin aprietos y ahora, aún teniendo la suerte de que trabajamos los dos, casi no llegamos a fin de mes haciendo horas extra ¿Qué es lo que no entiendes de que lo necesitamos?
-¡Que yo también te necesito a ti, Mary!
Hubo un silencio terrible después de aquellas palabras de su padre. Casi podía escuchar las respiraciones y los latidos de sus padres. Mary no sabía que decir, estaba confusa y aturdida. Después de un largo y agotador día en el trabajo de lo que tenía menos ganas era de discutir, pero la incómoda situación con su marido se estaba convirtiendo en una rutina y ya no podía más.
-Creo que ha llegado el momento de dejarlo – Dijo con casi un susurro mientras se sentaba en el sofá y dejaba correr las lágrimas por sus mejillas tapándose la cara.
Aileen, aunque tenía un gran oído, no había sido capaz de escuchar lo que había susurrado su madre. El sueño estaba venciendo contra sus ganas de seguir escuchando la conversación de sus padres y antes de poder oír la contestación de Manuel se quedó dormida.
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Una vida
Teen FictionUna vida perfecta, todo va sobre ruedas. Pero un día todo cambia, las cosas malas se suceden como fichas de dominó. ¿Será capaz de soportarlo?