-Hola Aileen
Aquel saludo la sacó de sus pensamientos. Acababa de terminar la clase de historia y ya tocaba marcharse a casa. Aileen no se había enterado ni de que habían hablado durante la clase, seguía pensando más formas para adelgazar, para volver a ser la guapa e iteligente Aileen que todos conocía.
-¿Aileen?
Otra vez la misma voz llamándola. Era Kayla.
-¿Si? – Contestó Aileen algo aturdida, como si acabara de despertarse
-¿Qué te pasa? No eres de las que se queda ensimismada en nada toda una clase
-No estaba ensimismada – Dijo intentando sonar lo más confiada en si misma que pudo
-Ya, claro. Entonces supongo que te habrás enterado del trabajo que hay que hacer para mañana de diez folios sobre la revolución francesa ¿no?
-Eh… Pues claro – Dijo mostrándole una amplia sonrisa mientras recogía sus libros. Kayla estalló en una enorme carcajada - ¿Qué pasa? ¿Qué tiene tanta gracia? – Preguntó Aileen cada vez más confusa.
-No hay ningún trabajo para mañana, tonta – Dijo entre risas – ¿Vas a admitir de una vez que estabas en las nubes?
-Bueno… Tal vez sí que estaba algo despistada…
-Ajá – Dijo con actitud de detective que acaba de encontrar la pista clave para resolver un crimen - ¿Y vas a contarme en que o en quien pensabas? – Añadió con una sonrisa pícara
-En nada… - Contestó Aileen intentando sonar creíble pero sin mucho resultado
-Ya, claro, y yo soy un unicornio volador ¿no? – Rebatió Kayla medio en broma medio en serio – Venga, ahora en serio, ¿qué es lo que te preocupa tanto que no te deja ni atrender a las clases?
Aileen dudó un segundo, no sabía si contarle la conversación que había escuchado, la que la había cambiado tanto. No sabía si decirle lo que esas palabras la estaban llevando a hacer, la de veces que había tirado la comida la basura o se había disculpado para casi no cenar en estas tres semanas. No, no estaba preparada para contarlo, aún no.
-No es nada, en serio – Contestó con la sonrisa más creíble que pudo poner – Y ahora tengo que irme – Añadió mientras se ponía la mochila a la espalda. Ya no quedaba nadie más excepto ellas dos.
-sí, yo también tengo que irme – Dijo Kayla imitando el gesto de su amiga.
Aileen salió delante de Kayla al pasillo y caminó más rápido de lo habitual, sin esperarla.
-¡Hey, Aileen! – Escuchó que le decía Kayla mientras aceleraba el paso para pillarla – Si te pasa algo ya sabes que me tienes aquí para lo que sea ¿vale?
-Vale – Contestó Aileen con una sonrisa sincera en los labios.
De camino a casa se dio cuenta de lo mucho que debía estar cambiando para que hasta Kayla se hubiera dado cuenta. No pudo evitar que una lágrima se le escapara. Se paró y miró al cielo. Abuelo… Si estuvieras aquí… Una brisa fría hizo que le diera un escalofrío y la devolvió a la realidad. Poco a poco el invierno se iba acercando. Su abuelo siempre le había dicho que el invierno era la estación más dura del año, y ella había interpretado que lo decía por el tiempo. Pero este invierno iba a descubrir lo muy equivocada que estaba…
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Una vida
Teen FictionUna vida perfecta, todo va sobre ruedas. Pero un día todo cambia, las cosas malas se suceden como fichas de dominó. ¿Será capaz de soportarlo?